> 10/04 - Un agente no un combatiente (Financial Times)

 

Autor: Charles Clover

Fecha: 9/4/2004

Traductor: Celeste Murillo, especial para P.I.

Fuente: Financial Times


Paul Bremer empezó su misión como administrador principal en el Irak de posguerra como uno de de los mejores y más brillantes de Washington. Una figura imponente, con un intelecto devastador, que tenía sobre todo una "comprensión aguda del poder norteamericano y de cómo utilizarlo", dice a un importante diplomático inglés que trabajó con él en Bagdad.

A menos que pueda ayudar a salvar la situación, su llegada a la capital iraquí el mayo pasado -una figura azul brillante en un mar fatigas y sudores de combate- puede ser recordado un día como la marca de supremacía norteamericana más importante: la luna de miel de un mes entre el final formal de la guerra de Irak, el 1 de mayo del 2003 y el principio de un conflicto mucho más agonizante y sangriento.

En este momento, el Sr.Bremer, que pasó 23 años en el servicio diplomático de los Estados Unidos y fue embajador del anti-terrorismo del presidente Ronald Reagan, fue comparado con los procónsules de EEUU y los "hombres sabios" que restauraron cuidadosamente a Alemania y Japón de posguerra para que ponerlos del lado del Atlántico. Pero después del caos sangriento que ha surgido en Irak esta semana, un año después de la caída de Saddam Hussein, será más difícil asegurar tal legado.

Hoy, la comparación más apropiada podría ser con Arnold Wilson, el administrador colonial inglés de Bagdad durante la revuelta de 1920, en la que 500 soldados ingleses perdieron sus vidas. Su fe ciega en el poder del Imperio para gobernar un lugar ingobernable lo llevó a tomar todas las decisiones equivocadas.

La violencia que ha surgido en Irak esta semana ha visto aumentar la cantidad de muertes de soldados de EEUU, permitiendo a algunos críticos del compromiso norteamericano en Irak hacer paralelismos con los peores días de Vietnam. La coalición encabezada por de EEUU ha perdido el control de varias ciudades en el sur y centro de Irak, a manos de los sunitas y rebeldes chiítas. Como en ofensiva de Tet en Vietnam en 1968 expuso el mensaje implacablemente positivo de los EEUU como una mentira, los mercenarios, fanáticos y tribus iraquíes golpearon duramente la credibilidad de los EEUU casi 40 años más tarde.

El miércoles, Joseph Biden, senador demócrata, dijo que el aumento de la violencia en Irak "transmitía un temor semejante a los norteamericanos" al posterior a la ofensiva de Tet, temor de que "no tengamos el control, que no tengamos un plan".

Aunque no es probable que el levantamiento obligue a los EEUU a salir prematuramente de Irak , hace más difícil que pueda manejar la transición política de posguerra y entregar el control a un grupo de exilios iraquíes elegidos, como el Sr. Bremer esperaba. Las unidades se seguridad y la policía iraquíes se han negado a luchar, o en algunos casos se han puesto del lado de la guerrilla. No ha habido anuncios firmes de cómo piensa EEUU entregar la soberanía a los iraquíes el 30 de junio ni a quien -salvo que la fecha de la transición es inamovible.

Con una futura solución de la posguerra en Irak incierta, la administración dirigida por EEUU, bajo el mando del Sr. Bremer, parece estar en problemas. Bremer se vio obligado esta semana a remover al ministro del interior chiíta y designar en su lugar un árabe sunita. Esa es una gran concesión a los sunitas, pero que no alcanza para hacer la diferencia en los militantes más leales. Las fuerzas de EEUU también intentaron declarar una tregua unilateral en el pueblo sunita de Falluja el viernes, según Reuters y otras fuentes de noticias, y dio el paso sin precedentes de negociar con los iraquíes armados que todavía tienen gran parte de la ciudad, después de cuatro días de lucas violentas.

Cuando aceptó el trabajo, el Sr. Bremer tenía el crédito de poder traer orden y sentido a lo que era una administración civil norteamericana caótica en Irak. En realidad, la firmeza de Bremer el mayo pasado fue un cambio bienvenido del hombre que reemplazó, el general Jay Garner, que, cuando le preguntaron quién estaba a cargo, respondió célebremente señalando a la multitud de iraquíes y dijo: "Ustedes están a cargo".

Pero la resolución de Bremer puede haber sido contraproducente. En realidad, las tres grandes decisiones anunciadas en su primer mes como administrador fueron, en el mejor de los casos, polémicas y en el peor, peligrosamente ineficientes. El 16 de mayo, resolvió que las figuras de más alto rango del partido Ba'ath -unas 30,000 personas- serían removidas de sus puestos de gobierno. El 22 de mayo, disolvió oficialmente el ejército iraquí. Las decisiones dejaron un cuarto de millón de iraquíes, muchos armados y entrenados para el combate, desempleados.

También revirtió los planes para entregar la soberanía a un gobierno provisional iraquí, decretando que Irak escribiría una constitución bajo la ocupación militar, aunque revirtió parcialmente esta decisión el pasado noviembre, anunciando que entregaría la soberanía a fines de junio de este año a un gobierno provisional.

La historia decidirá si estas decisiones fueron socavadas por la fe equivocada de EEUU en su propio poder. La disolución del partido Ba'ath y el ejército limitó los derechos de los árabes sunitas, que dominaban ambas instituciones y que habían tenido el poder en Irak desde los tiempos de los otomanos. No es un casualiad que la violencia de posguerra contra la ocupación se haya concentrado en las tres provincias con mayoría de árabes sunitas en el norte y el oeste de Bagdad.

Las decisiones sobre la constitución y el proceso político, mientras tanto, le trajo problemas a Bremer con los clérigos chiítas, que habían presionado fuertemente por elecciones para elegir una asamblea constitucional y un gobierno provisional. La decisión de Bremer de ignorar las demandas de elecciones del Gran Ayatollah Ali al-Sistani, el líder supremo chiíta, puede haber alimentado las llamas del descontento chiíta que se vio esta semana, aunque Sistani haya parecido permanecer neutral en el conflicto.

Quizás el Sr. Bremer tiene una última oportunidad para redimir su reputación. El levantamiento de esta semana ha demostrado, de manera contundente, que no hay solución militar para los problemas que afligen el Irak de posguerra. En última instancia, son las habilidades políticas de Bremer como diplomático y agente las que se necesitan ahora para ver el fin de la violencia y permitir que avance la paz.


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