> 11/04 - Así lo ven... Los medios Internacionales

 

Autor: Varios

Fecha: 11/4/2004

Fuente: Varios


Presentamos aquí las notas de opinión y los analisis más destacados de la prensa internacional, en castellano
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Contra el ocupante

El País (España)
Editorial

Un año después de la caída de Bagdad, Irak se ha sumido en el caos y la violencia. Del error de la guerra, EE UU ha pasado a una acumulación de errores. El control que decía mantener sobre el país era ficticio. Ahora que ha reconocido no controlar ciudades como Kut, Faluya o Nayaf, sus tropas se ven obligadas a lo que quisieron evitar cuando la invasión: a un combate urbano, calle por calle, en diversas ciudades, incluida Bagdad, con bajas propias y ajenas en número importante. En el colmo, parecen estar consiguiendo lo impensable: que suníes y chiíes, al menos una parte de estos antiguos enemigos, se unan contra el ocupante.

Estados Unidos se está equivocando en su estrategia. Planchando a bombas una ciudad en el triángulo suní como Faluya, con decenas de muertos, y arrasando mezquitas, no parece la manera de construir el futuro. Seis meses de esfuerzos en la estabilización política y de seguridad del país se han ido por estos desagües con la sangre derramada. Bush se mantiene impertérrito en su objetivo de traspasar el 30 de junio la soberanía a un Gobierno provisional iraquí designado por EE UU, cuando la realidad es que, hoy por hoy, no hay siquiera soberanía que transferir, sólo caos.

Estos días se está viendo el error de cálculo que supuso que se podía ocupar un país con poco más de 125.000 soldados y un porcentaje elevado de mercenarios de apoyo en esta guerra privatizada. La resistencia que EE UU no encontró en su invasión está surgiendo ahora, disparada por la insensatez de responder al horrible asesinato de cuatro mercenarios estadounidenses con el cierre de un periódico próximo a Múqtada al Sáder, sacar a relucir una vieja orden de caza y captura contra este joven dirigente chií y lanzarse a una guerra sin cuartel contra sus milicias, en unos días de masiva peregrinación chií a Kerbala y Nayaf para celebrar la fiesta de Arbaín. Múqtada resiste en Nayaf, una ciudad sagrada donde nunca han penetrado las tropas de EE UU y en las afueras de la cual ha quedado atrincherada parte de la Brigada Plus Ultra. Bagdad, donde conviven suníes y chiíes más un número importante de kurdos, es una ciudad en guerra, de todos contra EE UU y quienes colaboran con Washington. Los secuestros de japoneses, coreanos y occidentales son un penoso ejemplo de la ley de la jungla que reina hoy en la antigua Mesopotamia.

En el mejor de los casos, las perspectivas de la Administración ocupante son malas. La lucha por el poder entre los chiíes se libra contra EE UU. Si Múqtada prevalece sobre Sistani y se alía con los suníes -ya están combatiendo codo con codo en ciudades como Faluya-, EE UU tendrá que afrontar un escenario de pesadilla. Si se impone Sistani, éste saldrá reforzado y, como consecuencia, debilitado el plan político de Washington, pues el gran ayatolá no es partidario de combatir a EE UU, pero sí de rechazar la constitución provisional que pretende imponer.

Incluso para su estrategia, EE UU necesitará más fuerzas: los 70.000 policías y 20.000 paramilitares que ha formado se resisten a actuar, pese a que ayer algunos entraron en combate enmarcados en unidades estadounidenses. De momento, los soldados de EE UU que debían regresar se quedan, junto a las nuevas tropas frescas. Pero no es cuestión de fuerza militar para unas tropas que, como se ha dicho, no saben contra quién están combatiendo, a quién están defendiendo y de qué. Lo único claro es que, pese a acabar con Sadam Husein, no sólo no han sido bien recibidas, sino que ahora son rechazadas.

EE UU debe comprender la urgencia de dejar de ser visto como ocupante. Nada cambiará a esta percepción el hecho de que el 30 de junio los estadounidenses firmen un vergonzoso acuerdo con un Gobierno provisional que no represente a nadie para dejar de ser formalmente ocupantes y considerarse como invitados. Aun a costa de perder las elecciones de noviembre, Bush debería percatarse de que tiene que cambiar radicalmente de enfoque, hacer que la ONU y su Consejo de Seguridad tomen las riendas políticas de la situación. No se resolverá así el caos, pero sí facilitaría que países como Francia, y especialmente otros del mundo árabe y musulmán, pudiesen aportar fuerzas para una auténtica labor de estabilización, como propugna el próximo ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos.

España tiene que repensar con urgencia su presencia militar en Irak. Una parte de la Brigada Plus Ultra ha quedado aislada en Nayaf y en otros lugares. Las fuerzas españolas no fueron allí para librar batallas o quedar asediadas frente a una población que las rechaza, sino para ayudar a la reconstrucción. O Washington cambia de planteamiento, o tendrán que regresar.

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Uno: el frente de guerra

The Independent *
Patrick Cockburn


Si Irak llega a ser visto como el Vietnam del presidente George W. Bush, esta semana anterior puede ser el equivalente a la ofensiva de Tet de 1968, el mo-mento en que Washington descubrió que, pese a toda su abrumadora superioridad militar, no estaba ganando la guerra. Los líderes civiles y militares estadunidenses en Irak descubrieron que su autoridad era un castillo de arena. Se de-rrumbó con extraordinaria rapidez a la vista de una oposición mal armada y peor organizada en Fallujah y en el sur de Irak. El mensaje era que los opositores a Estados Unidos en Irak no son muy fuertes, pero la coalición en sí es muy débil.

No sólo grandes porciones del país están fuera del control de los ocupantes; Estados Unidos es más débil en Irak hoy que hace un año, después del derrocamiento de Saddam Hussein. Este sábado, sus mismos aliados del consejo gobernante que designó lo acusaban de "genocidio". En el terreno, las tropas estadunidenses reconocen que no tienen amigos entre las fuerzas iraquíes que supuestamente están de su parte, e inclusive los más cercanos aliados de Washington en Irak están corriendo a resguardarse.

Sin embargo, los desastres de la semana anterior, los peores en términos políticos desde que el presidente Bush decidió invadir Irak, son en buena medida causados por los propios invasores. Estados Unidos se encontró de pronto combatiendo una guerra en dos frentes porque reaccionó en exceso a la presión, política y militar, de importantes grupos minoritarios en las co-munidades sunita y chiíta.

En Vietnam, un comandante estadunidense dijo una vez en relación con una aldea: "Tuvimos que destruirla para salvarla". En Irak puede que se diga lo mismo de Fallujah. Es cierto que desde el principio de la guerra ha sido la ciudad más militante y antiestadunidense en Irak, pero no es típica del todo. Sunita por religión y sumamente tribal, tiene bien ganada fama entre los iraquíes de ser un bastión de bandidos. Los bagdadíes, inclusive los que simpatizan con la resistencia señalan que la gente de Fallujah libra su propia lucha privada con Estados Unidos.

Sin embargo, el invasor respondió a la matanza de cuatro contratistas en Fallujah enviando mil 200 marines a imponer un cerco medieval, en el cual en principio se negaron a permitir la entrada o salida de ambulancias. Si en realidad creía que era atacado por una minúscula minoría, preguntaban los iraquíes, ¿por qué atacaba una ciudad de 300 mil habitantes? El resultado ha sido convertir a Fallujah en un símbolo nacionalista y religioso para todos los iraquíes.

Por primera vez la resistencia armada ad-quiere verdadera popularidad en Bagdad. Antes los iraquíes la aprobaban como la única forma de presionar a los invasores, pero al mismo tiempo recelaban de los guerrilleros, por miedo al fanatismo religioso o a los puntos de contacto con el su-mamente impopular régimen de Hussein. Pero gracias a Fallujah, eso ha cambiado: el nacionalismo iraquí ha vuelto a escena.

Los primeros refugiados que llegaron ayer a Bagdad fueron recibidos como héroes. En la mezquita Khalid Bin Whalid, en el distrito de Dhora, unas 300 personas se han ofrecido a alojar a familias de Fallujah. De hecho había mucho más ofertas de acomodo que refugiados necesitados de él.

"Tengo dos esposas en dos casas", dijo un hombre, "pero ellas pueden ir a quedarse con sus padres para que los de Fallujah vivan allí." El banco de sangre de Bagdad, ubicado en el barrio de Addamiyah, también estaba abarrotado de personas que querían donar sangre para los heridos.

Estados Unidos cometió un error similar al arrinconar a Moqtada al Sadr, el joven clérigo. Su grupo siempre ha estado bien organizado y tiene un núcleo de adeptos incondicionales. Su posición depende de la fama de su padre, el mártir Mohammed Sadiq al Sadr, asesinado por Saddam en 1999, pero jamás logró movilizar a mu-chas personas en el pasado. Durante su confrontación con las autoridades, en octubre, fue incapaz de poner más de un par de miles de manifestantes en la calles de Ciudad Sadr, que supuestamente es su centro de operaciones.

Moqtada al Sadr era una irritación para la Autoridad Provisional de Coalición (APC), pero jamás rivalizó en influencia con prominentes clérigos chiítas como el gran ayatola Alí al Sistani. No había signos reales de que el movimiento de Sadr se dirigiera a alguna parte. Luego, el 28 de marzo, Paul Bremer, dirigente de la APC, cerró el periódico del clérigo, Al Hawza, antes de arrestar en Najaf a uno de sus lugartenientes, Mustafá Yaqubi. Puede que haya sido un golpe preventivo para sacar de la jugada a Sadr antes de la entrega nominal del poder al consejo gobernante, el 30 de junio, pero ha resultado ser un desastroso error de juicio.

La milicia uniformada de negro del jo-ven clérigo, conocida como el ejército del Mahdi, constará acaso de 5 mil hombres. Pero tan pronto pasó a la ofensiva puso en evidencia la fragilidad del apoyo estadunidense entre la policía iraquí y las unidades paramilitares entrenadas por el Pentágono, como el Cuerpo Iraquí de Defensa Civil, el cual se esperaba que asumiera una parte cada vez mayor de las funciones de seguridad.

Unos 200 mil iraquíes pertenecen a esas fuerzas. Sin embargo, confrontada por el ejército del Mahdi, la policía se dispersó, a menudo tras entregar sus armas a los milicianos de Sadr. Cuando el ejército del Mahdi avanzó hacia la ciudad de Kut, situada sobre el Tigris, al sur de Bagdad, la policía desapareció y los soldados ucranianos que custodiaban la ciudad se replegaron. No sólo los aliados iraquíes locales mostraron no estar preparados para combatir: la crisis puso también intensa presión sobre los aliados extranjeros de Washington, como polacos, búlgaros y japoneses, así como los ucranianos, que tienen fuerzas militares en el sur. Habían ido allí en la creencia de que estarían a salvo de daños, y ahora han descubierto que resguardan algunas de las ciudades más peligrosas del país.

El viernes, una fuerza de mil marines estadunidenses contratacó y recapturó Kut. Cuando los policías locales fueron a verlos, los marines decomisaron de inmediato las pocas armas que no les había quitado el ejército del Mahdi y se retiraron de la ciudad, sin dejar a nadie para cuidar el orden.

En cuanto al Cuerpo de Defensa Civil, sus hombres están acusados de atraer a los cuatro contratistas estadunidenses a una trampa en Fallujah a finales del mes anterior, para conducirlos a su muerte y mutilación. Sin embargo, ese hecho ha quedado casi olvidado con la ferocidad de la respuesta estadunidense. La mañana de este sábado el consejo de gobierno, al que su-puestamente Estados Unidos entregará el poder el 30 de junio, emitió una declaración en la que demanda poner fin a la acción militar y al "castigo colectivo", en referencia al sitio de Fallujah.

Uno de los más famosos líderes de la guerrilla contra Saddam Hussein, el llamado príncipe de los pantanos, Abdul Karim Mahoud al Mohammedawi, dijo que suspendería su mebresía en el consejo hasta que "se detenga el baño de sangre en Irak". Otro miembro, Adhan Pachachi, ex ministro iraquí del Exterior, cuyo lenguaje es en general sumamente diplomático, denunció el sitio expresando: "No es correcto castigar a todo el pueblo de Fallujah, y consideramos que estas operaciones de los estadunidenses son inaceptables e ilegales". El aislamiento político de los invasores en Irak, aparte del apoyo que tienen entre los kurdos, es ahora casi completo.

¿Cómo se permitió que esto ocurriera? ¿Por qué Bremer cayó con tanta facilidad en la provocación de los opositores a su país? Una respuesta probable es que los civiles de línea dura del Pentágono retienen su control de la APC, la cual han llenado de neoconservadores como ellos, que comparten sus sobresimplificados programas para Irak. El Departamento de Estado aún tiene poca influencia.

En consecuencia, Washington se ve reducido a jugar la última carta que le queda en Irak: su abrumador poderío militar. Después del sitio de Fallujah, su ejército promete que Sadr será "aplastado", lo que significa un asalto militar sobre la ciudad sagrada chiíta de Najaf y posiblemente sobre Kerbala. Aun si retrocede -y este sábado decretó un cese del fuego en Fallujah- significará que los insurgentes habrán logrado un poco de reconocimiento oficial.

Bremer y sus colegas están ahora en un estado de negación. En los días anteriores a la caída de Saddam, el ministro iraquí de Información, a quien de inmediato bautizaron como el cómico Alí, fue objeto de burlas internacionales cuando insistió en que las tropas estadunidenses no habían capturado el Aeropuerto Internacional de Bagdad. El viernes, los comandantes estadunidenses en Irak enviaban convoyes mal defendidos de vulnerables pipas de gasolina por el camino que sale del aeropuerto, pasando por alto el hecho de que el campo circundante está en poder de los guerrilleros. No fue sorpresa que los convoyes fueran emboscados de inmediato; ayer, Estados Unidos reconoció que dos de sus hombres fueron capturados y otro pereció.

En la época de la invasión, el año pasado, los iraquíes estaban divididos a partes iguales en cuanto a los méritos de lo que ocurría. Dieron la bienvenida al derrocamiento de Hussein, cuya rápida caída mostró la precariedad de su respaldo. Muchos estaban preparados a pagar el precio de la ocupación temporal.

En cuanto a los estadunidenses, la guerra de guerrillas fue peor de lo que esperaban, pero todavía estaba confinada a las zonas sunitas de Irak, por extensas que sean. Washington no enfrentaba al Vietcong, con respaldo de Vietnam del Norte: se ha necesitado una serie de errores que nadie provocó, mucho peores que los cometidos en Vietnam, para que las cosas estén tan mal ahora.

Al disolver el Estado iraquí y tratar sólo con quienes llevaban años en el exilio, Washington comenzó a alienar a los iraquíes como un todo. Bremer y la APC se confinaron en los viejos palacios de Saddam, y cuando visitaban otras ciudades se instalaban lejos de la realidad de la vida iraquí, sobre todo de la creciente irritación por la falta de oportunidades económicas.

Aun ahora hay sólo signos limitados de que Washington y la APC entienden la extensión de la derrota política sufrida. Si no están preparados para sostener a Irak con una numerosa guarnición militar, necesitan aliados árabes (...) y de ellos en estos días prácticamente no tienen ninguno.


Traducción: Jorge Anaya
* Publicado por La Jornada 11/04/04

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Los votos de Bush y el genocidio

La Jornada (México)
Guillermo Almeyra


No es la primera vez que una guerra de conquista se hace por motivos de política interna del invasor. A comienzos del siglo XX Italia conquistó Libia y Etiopía para evitar una rebelión campesina; Francia, ante la crisis de la filoxera que a mediado del siglo XIX hundió a los pequeños viticultores, hizo lo mismo con Argelia, Argentina y, poco después, destrozó Paraguay por las mismas razones, así como para cortar las raíces al federalismo que encontraba modelo y apoyo en el país más avanzado de Latinoamérica en ese entonces.

Pero esta es la primera vez que la primera potencia mundial combina en Irak los métodos de Gengis Khan con los de Hitler para obtener un puñado de votos, bañados en sangre de niños, mujeres y viejos, para el representante de las grandes empresas petroleras y armamentistas y del grupo de mentirosos, sicofantes, promotores de guerras y corruptos que está siendo paulatinamente desenmascarado ante la población estadunidense. Los asesinatos masivos a la población civil -deberían enseñarlo los ejemplos de la guerra de Argelia, que tuvo un millón de muertos sobre 11 millones de habitantes, pero conquistó su independencia, o la derrota estadunidense en Vietnam ante un pueblo de campesinos- no pueden resolver un problema que es político ni una batalla que se libra en las mentes de los estadunidenses.

Estados Unidos declaró -para justificar una guerra planeada desde mucho antes de los atentados del 11 de septiembre- que iba a Irak como liberador del pueblo y que sus tropas así serían recibidas. Sostuvo que éstas permanecerían poco tiempo en ese país martirizado, cuya ocupación respondía sólo al deseo de reconstruir los servicios públicos (por otra parte destrozados por la invasión) y de dar seguridad a los iraquíes. Aseguró a sus boys (buena parte de los cuales son viles mercenarios) que estarían poco tiempo en Irak, gozando prácticamente de las Mil y una noches en Bagdad, porque Saddam Hussein era el único problema y, además, era odiado. Vociferó que los chiítas eran aliados fieles y beneficiarios de la invasión angloestadunidense.

Hussein está ahora secuestrado en Qatar (una de las monarquías árabes más corruptas) y la resistencia armada es cada día mayor. La población baila en la calles cuando muere un pobre soldado enviado por Bush a la carnicería. Los chiítas son ahora el principal enemigo porque la estupidez de los ocupantes, quienes consideran que musulmán es sinónimo forzado de árabe y son profundamente racistas frente a los árabes en general, ha unido a toda la población de este tipo (sunita o chiíta, o caldeo-asiria o cristiana de múltiples ritos) en contra suya. La operación destinada a aplastar de paso el nacionalismo sirio ha reforzado el nacionalismo panárabe y pronto las monarquías lacayas y hasta el régimen egipcio harán notar a sus amos que no pueden tolerar el bombardeo de mezquitas ni el asesinato de religiosos porque les puede costar el poder. Y la invasión que pretendía también amenazar a los ayatolas iraníes ha reforzado a éstos, quienes han extendido su influencia en Irak. Estados Unidos tiene que presentar como un éxito de su política árabe un acuerdo con Muammar Gaddafi, que él sí reconoció su terrorismo, y que Estados Unidos no se cansó jamás de acusar de formar parte del eje del mal.

Poco a poco empieza a abrirse paso en un pueblo como el estadunidense, muy ignorante, pero con una formación religiosa y el dogma de la democracia, la idea de que una religión no se combate matando a sus fieles, porque éstos irán a las catacumbas y resistirán, y que un pueblo no desaparece con un holocausto, que no es cristiano matar viejos y niños en masa, como si fueran cucarachas. Y cada soldadito que llegue en su bolsa de plástico a su pueblo desconocido, a una familia negra o latina, hará que se plantee nuevamente la pregunta, ¿por qué nos odian tanto?, seguida de otra: ¿qué hacemos allí?

Un alto funcionario del Pentágono se preguntó una vez: ¿qué hace nuestro petróleo debajo de la arena de ellos? La pregunta tenía la sinceridad del cinismo. Ahora, en cambio, el Pentágono ni siquiera puede decir "tenemos que matar masivamente y lo antes posible para llegar a las elecciones de noviembre con imagen de vencedores". Al crimen de haber inventado una guerra para robar el petróleo iraquí y cambiar el mapa de Medio Oriente, Bush le agrega ahora el asesinato de miles de iraquíes y la muerte de cientos de soldados de Estados Unidos para ganar con votos fascistas o engañados una presidencia que logró con el fraude descarado y con menos sufragios de su opositor, que hasta ahora ha tratado de apuntalar y mantener con mentiras y atentados de la CIA, violando abiertamente la legalidad internacional, declarando la guerra al mundo.

La insania de este ignorante ex alcohólico, borracho ahora de fundamentalismo cristiano, es, sin embargo, menor a la de su entorno de "asesores" y expertos que no conocen otra ley que la del revólver. Pero agitándolo sin ton ni son y disparando contra todo lo que se mueve podrían terminar, como muchos bravucones, por pegarse un balazo en una zona que generalmente no se menciona por respeto a las buenas costumbres...


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Bush promete derrotar a los insurgentes y mantiene la transferencia de poder en junio

José Manuel Calvo
El Pais (España)

Las críticas contra el presidente y el pesimismo por la situación en Irak arrecian en EE UU
El presidente estadounidense, George W. Bush, respondió ayer a la peor semana en Irak desde el fin de la guerra con la promesa de mantener la actual "ofensiva múltiple" de la Coalición para acabar con la resistencia armada y con una vigorosa defensa de los planes de transferencia de soberanía, fijada para el próximo 30 de junio. Además, el presidente dijo que "el compromiso de la Coalición seguirá" después de esa fecha: "Apoyaremos a los iraquíes tanto tiempo como sea necesario para garantizar la seguridad, la estabilidad y el éxito de su joven democracia".
En su mensaje de radio semanal, grabado en su rancho de Crawford (Tejas), Bush afirmó que a medida que se acerca el 30 de junio, "una pequeña facción intenta desbaratar la democracia iraquí y tomar el poder". Tras mencionar al clérigo extremista chií Múqtada al Sáder y prometer que la acción militar se mantendrá hasta derrotar "a estos enemigos de la democracia", Bush reiteró que no hay cambios en los planes: "Eso es lo que quieren nuestros enemigos, dictar el curso de los acontecimientos". "La transición a la soberanía marca el principio de un nuevo Gobierno y el final de las tareas administrativas de la coalición".

Pero "el compromiso con Irak sigue", dijo el presidente, que lo concretó en tres principios: "Estableceremos una nueva Embajada para proteger nuestros intereses; seguiremos ayudando a los iraquíes a reconstruir su economía, destruida por décadas de dictadura y corrupción, y las fuerzas de la coalición seguirán comprometidas con la seguridad de Irak". ¿Hasta cuando? La fecha mencionada se extiende casi dos años: "Las elecciones para formar un Gobierno permanente están previstas para finales de 2005 y el Gobierno elegido puede contar con la asistencia de la coalición".

El secretario de Estado, Colin Powell, ya avanzó el viernes que el Gobierno iraquí tendrá que aceptar "limitaciones" después del 30 de junio. Bush celebró ayer las gestiones en Irak del enviado de Naciones Unidas, Lajdar Brahimi: "Damos la bienvenida a este compromiso de la ONU".

El pesimismo ante la sensación de descontrol, incrementado por las últimas bajas y los secuestros, además del aumento de las evocaciones a Vietnam, se reflejan en los sondeos: el de CNN y Time dan a Bush un apoyo del 49%, que baja al 44% cuando se trata del manejo de la crisis de Irak. Los que creen que las cosas -en general- van bien pasan a ser el 51%, en lugar del 60% de hace dos meses. En otra encuesta, de la CBS, sólo la tercera parte dice que la guerra mereció la pena; el 50% aún piensa que fue una decisión correcta, la cifra más baja hasta ahora.

Las críticas sobre Irak de analistas y de los demócratas -aunque éstas no son uniformes- arrecian, en una semana en la que medio centenar de soldados de la coalición han perdido la vida. Las dudas alcanzan también a congresistas republicanos, que piden claridad en los planes -"en ambos partidos hay preocupación; no pánico, pero sí profunda preocupación, como no podía ser menos", declara a The Washington Post el republicano Chuck Hagel- y a columnistas conservadores, como George F. Will, que reclama a Bush, en el mismo diario, que explique los sacrificios necesarios en Irak, porque "decir estas verdades es parte de lo que significa ser un presidente de guerra".

De vacaciones en el rancho
Uno de los reparos que se hacen al presidente es que haya sido incapaz de no ir al rancho, no porque no esté siguiendo al minuto lo que ocurre desde allí, sino porque da una impresión de distanciamiento de la crisis. Su imagen electoral como presidente de guerra sufre con el doble frente: la percepción de caos en Irak y la sensación de que no hizo lo necesario para neutralizar a Al Qaeda antes del 11-S. Para contrarrestarlo, Bush estará hoy en Fort Hood con militares y familias -ocho soldados procedentes de este acuartelamiento murieron en Irak la semana pasada- y volverá a comparecer mañana con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, de visita en Washington.

En esta situación, el candidato demócrata, John Kerry, también intensifica las críticas. "En mi opinión, Bush ha llevado a cabo una política exterior que nos ha hecho menos seguros de lo que deberíamos estar después del 11-S", dijo en Chicago. Aunque Kerry prefiere hablar de economía y empleo, casi todas las preguntas que recibe tienen que ver con el deterioro en Irak. "Este Gobierno se ha visto atrapado por su propia ideología y arrogancia", aseguró Kerry en un desayuno para recaudar fondos. Después, en una entrevista de radio, remachó: "Si esto no funciona es porque el Gobierno ha ido demasiado lejos y nos ha dejado sin salida"; en su opinión, Bush debería "ir a la ONU con un poco de humildad y construir una coalición de aliados". La Casa Blanca censuró a Kerry por "criticar la guerra contra el terrorismo sin ofrecer alternativas creíbles".

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A no cantar victoria aún

Claudio Uriarte
Página 12 (Argentina)


Podrá sonar anticlimático, pero George W. Bush no tiene su derrota asegurada en las elecciones del 3 de noviembre. ¿Cómo? ¿Después de la peor semana en Irak, con la guerra mostrando todas las perspectivas de agravarse, con su coalición en desbande, con la puesta en evidencia de fallos de Inteligencia cada vez más flagrantes antes del 11-S, con el evidente trabajo de ocultamiento por parte de su gobierno de sus oscuras mecánicas internas, con un mercado laboral afectado por el outsourcing –la exportación de puestos de trabajo–, con un candidato opositor tan tallado a la perfección de cada gusto como John F. Kerry, y con encuestas en sostenido declive? Sí: aun así, Bush todavía puede ganar. Por un lado, quedan aún siete meses ricos en acontecimientos imprevisibles hasta las elecciones. Pero, por otro lado, la situación no es tan caótica como parece, y –algo que suele olvidarse– la mayoría de las crisis suele ayudar al ejecutivo en funciones.
Hay que poner las cosas en perspectiva. El surgimiento electoral de Kerry es indudable, pero también era prácticamente inevitable –a menos que se tratara de un verdadero inútil– en la temporada de primarias demócratas, donde un candidato que además de ser excelente en todos los sentidos recibió la publicidad gratis que da la simple cobertura televisiva de un evento de importancia nacional de esa naturaleza. Pero los factores de animadversión contra Bush se pueden estar exagerando. El senador Ted Kennedy, por ejemplo, dijo esta semana que Irak es el Vietnam de Bush. Pero, por una parte, olvida que Richard Nixon ganó su reelección en medio de la guerra de Vietnam y, por otra, que la analogía está vastamente exagerada por dos razones. La primera, que en la guerra de Vietnam llegó a haber 3000 muertos estadounidenses por mes –sin hablar de sus aliados sudvietnamitas– contra menos de 600 desde la entrada triunfal de las tropas invasoras en Bagdad, hace un año. La segunda, que en la guerra de Vietnam lo que luchaba era un ejército de conscriptos, de movilización compulsiva, mientras lo que está luchando ahora en Irak es un ejército profesional. Por horribles que sean las escenas que aparecen en televisión –y no por nada los iraquíes eligieron linchar a civiles en vez de a militares norteamericanos–, el espacio de dispersión de su efecto es necesariamente más estricto.
No –recuerdan todos–: las elecciones norteamericanas se ganan (o se pierden) por la economía. Pero la economía, parafraseando una boutade del escritor argentino H. A. Murena sobre la oligarquía, se parece muchas veces a un estado de ánimo. El outsourcing, o la exportación de puestos de trabajo por las corporaciones estadounidenses hacia países de menores costos laborales –como China, India o Malasia–, y que ha sido tan ardientemente denunciado por Kerry, empezó a parecer un tema relativo con la difusión de las estadísticas de marzo, que muestran un crecimiento de 308.000 empleos y un aumento de la producción industrial, justamente de lo que dependen los llamados swing states –Michigan, Ohio, etc.–, los que decidirán por uno u otro lado quién será el próximo presidente norteamericano. Es verdad que el desempleo sigue en los alrededores del 6 por ciento, pero esto poco se parece a una tragedia. Por otra parte, el outsourcing es difícilmente combatible, y menos aún por un ardiente partidario del libre mercado como John Kerry. Sus propuestas de reforma impositiva para desalentarlo (ver Suplemento Cash, pág 7.), tienen sentido político pero no económico. Si se tiene ánimo vengativo, podría afirmarse que con el outsourcing los efectos de la globalización por fin les llega a los norteamericanos, que la impulsaron en primer lugar. Es cierto, pero esto no modifica las cosas, que consisten en una dura opción entre la globalización y unas guerras comerciales de resultados imprevisibles. (Y de paso, y para volver al eje de nuestro tema, recordemos que fue George W. Bush quien levantó barreras proteccionistas en torno al acero, los textiles y los autos, y entró en conflictos con la Unión Europea y la Organización Mundial de Comercio. En Estados Unidos, el proteccionismoantiglobalizador –paradójicamente– está representado por el oportunista Bush y no por el principista Kerry.)
¿Es bueno que Bush pueda ganar? Desde luego, no: es el presidente norteamericano más irresponsable de que se tenga memoria, y un segundo mandato sólo exacerbaría sus peores tendencias, al librarlo de las riendas y condicionamientos reeleccionistas que caracterizan toda primera presidencia. Por eso, un consejo de prevención podría ser prepararse para lo peor.





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El FBI alertó un mes antes del 11-S sobre secuestros aéreos en Estados Unidos

ABC (España)

El informe remitido el 6 de agosto de 2001 al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sobre el que la Casa Blanca levantó el secreto ayer, indica que el FBI sospechaba que se estaban preparando secuestros aéreos en Estados Unidos de parte de la red terrorista Al Qaida.

Sin embargo, dicho documento «no contiene ninguna advertencia sobre los atentados del 11-S», advirtió un funcionario d ela Casa Blanca que no quiso revelar su nombre.
El memorándum, titulado «Bin Laden decidido a atacar en Estados Unidos» y fechado el 6 de agosto de 2001, manifetaba que aunque no se habían podido corroborar algunas de las amenazas como la que Bin Laden quería secuestrar un avión de Estados Unidos para obtener la liberación del jeque ciego Omar Abdelrramán, sin embargo, continúa dicho informe, «información del FBI desde entonces indica patrones de actividad sospechosa en este país consistentes con la preparación de secuestros o de otro tipo de ataques, incluyendo reciente vigilancia de edificios federales en Nueva York».

Pieza clave
El documento es considerado una pieza clave para entender con qué información el gobierno estadounidense contaba para evitar los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos que dejaron más de 3.000 muertos.
Los principales puntos de dicho informe son:

. «Informes clandestinos, de gobiernos extranjeros y de medios de comunicación indican que (Osama) Bin Laden ha querido realizar atentados terroristas en Estados Unidos desde 1997».

. «Las conspiraciones del milenio en Canadá en 1999 podrían haber sido parte del primer intento serio de Bin Laden de llevar a cabo un atentado terrorista en Estados Unidos". (El documento se refiere a un intento fallido de atentado en el aeropuerto de Los Ángeles durante las celebraciones del milenio en ese año).

. «Aunque Bin Laden no ha tenido éxito, sus ataques contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania en 1998 demuestran que prepara operaciones durante años y no se desanima con los reveses».
«Miembros de Al Qaida, incluyendo algunos que son ciudadanos estadounidenses, han vivido o viajado a Estados Unidos durante años y el grupo aparentemente mantiene una estructura de apoyo que podría ayudar a realizar atentados".

. «No hemos podido corroborar algunos de los informes de amenazas más sensacionalistas, como los del servicio de inteligencia... (el nombre está tachado) en 1998, que decían que Bin Laden quería secuestrar un avión estadounidense para forzar la liberación del «jeque ciego» Omar Abdel-Rahman y otros extremistas detenidos en Estados Unidos (Abdel-Rahman es un clérigo musulmán condenado a cadena perpetua en Nueva York por ser el responsable del atentado de 1993 contra el «World Trade Center», en el que murieron seis personas).

. «Información del FBI (la Policía federal) desde esa fecha (1998) indica que hay pautas de actividades sospechosas en este país que podrían apuntar a preparativos de secuestros u otros tipos de ataques, incluyendo vigilancia reciente de edificios federales en Nueva York».

(Según la Casa Blanca, esta información se refería al descubrimiento de dos yemeníes haciendo fotografías a edificios en «Federal Plaza» en Nueva York, donde hay actividades del gobierno. Agentes del FBI posteriormente los interrogaron y concluyeron que eran simples turistas).

. «El FBI está realizando aproximadamente 70 investigaciones completas en todo Estados Unidos que considera relacionadas con Bin Laden».

. «La CIA (Servicio Central de Información) y el FBI investigan una llamada a nuestra embajada en los EAU (Emiratos Arabes Unidos) en mayo que decía que un grupo de partidarios de Bin Laden estaba en Estados Unidos planeando atentados con explosivos» (La Casa Blanca dijo que hasta el momento no hay información que conecte esta llamada, realizada por una persona no identificada, con los atentados del 11 de septiembre).


     
 

 

   
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