La victoria de Bush

Una Derrota Devastadora

 

Autor: Matthew Rothschild

Fecha: 3/11/2004

Traductor: Celeste Murillo, especial para PI

Fuente: The Progressive


Mi esposa lloraba en la cama esta mañana mientras veíamos los resultados que le daban la victoria a Bush en el Colegio Electoral y una diferencia de tres millones en el voto popular.

¿Cómo pudo pasar esto? Nos preguntamos a nosotros mismos.

Sacudimos nuestras cabezas y pensamos en todo el daño que Bush hará en los próximos cuatro años, ahora que parece ser un Presidente legítimo, con un margen aún más amplio en el Senado.

Bush se pavoneará hoy. Cheney va a sonreír. Y Karl Rove presumirá.

Produjo millones de evangelistas derechistas manipulando cínicamente el tema del matrimonio gay.

John Kerry debe aceptar alguna responsabilidad en su propia derrota.

Aunque tuvo un buen final de campaña e hizo buenos debates, él mismo se quedó muy atrás.

Después que ganar la nominación, derrochó cuatro meses enteros, haciendo muy poco en público, salvo ostentar sus credenciales elitistas, haciendo snowboard en Utah y windsurf en Nantucket.

Le llevó mucho tiempo encontrar la crítica correcta a la Guerra de Irak -que nos hacía un país menos seguro.

Y la defensa de su voto para autorizar la guerra fue incoherente y poco sincero.

Además, le dio argumentos a Bush diciendo cosas estúpidas como el comentario sobre los $87 mil millones, y no pudo responder durante semanas las calumnias del bote Swift (en referencia a su trayectoria en Vietnam, N de T).

Quizás lo más imperdonable, fue demasiado amable con Bush y compañía en la Convención Demócrata. Kerry y otros líderes demócratas apenas mencionaron a Bush -o a Cheney, Ashcroft, Rumsfeld, Wolfowitz o Tom Delay, al menos para iluminar el reaccionario y erróneo camino de los republicanos.

Y nunca criticaron a Bush por quedarse dormido el 11/9. Si Gore hubiera sido el presidente el 11/9, pueden estar seguros de que Bush y Rove lo hubiera descuartizado. Ser agradable no sirve. Le dio camino libre a Bush para usar este tema, Kerry permitió que aproveche el problema del terrorismo para sí mismo. Ese fue un error fatal.

Hoy, todas las notables hablan sobre los “valores morales”.

Hay que usar cuidadosamente esa frase.

¿Qué clase de valores morales justifican el asesinato de 100.000 personas inocentes en Irak?

¿Dónde dice en la Biblia que hay que dar limosna a los ricos y alimento a los glotones?

El término “valores morales” es malo para ilustrar visiones fundamentalistas de derecha.

Los demócratas, progresistas, liberales, e izquierdistas tenemos que hablar de nuestros propios valores morales: avanzar en la justicia y la bondad; proveer a los sin techo, a los pobres, a las personas mayores, los incapacitados, y aquellos que no tienen seguro médico; defender el medioambiente (un tema sobre el que Kerry fue extrañamente silencioso); respetar las leyes internacionales; y no emprender guerras innecesarias.

Y tenemos que defender el valor norteamericano básico de la separación de la iglesia y el estado.

La supervivencia de nuestro gobierno secular, tan crucial para nuestros fundadores, está en juego hoy.

Volvamos 44 años atrás, veamos el famoso discurso de JFK acerca de la religión y la política, y vean cuán lejos llegamos desde entonces.

“Creo en un país donde la separación de la iglesia y el estado sea absoluta, donde ningún obispo católico le diga al Presidente (católico) cómo actuar, y ningún ministro protestante le diga a sus parroquianos por quién votar, donde ninguna iglesia o colegio religioso obtenga fondos públicos ni preferencia política.... Creo en un país que no sea oficialmente ni católico, ni protestante, ni judío, donde ningún funcionario público solicite ni acepte instrucciones sobre la política pública del Papa, el Consejo Nacional de Iglesias, ni de ninguna otra fuente eclesiástica, donde no ningún cuerpo religioso procure imponer su voluntad directa o indirectamente sobre el pueblo en general o los actos públicos de sus funcionarios”.

En esta elección, las iglesias pusieron su peso detrás de Bush y trataron de imponer su voluntad en el pueblo en general, Bush le pidió ayuda al Papa para llevar a los católicos detrás de él, y proporcionó fondos públicos a las escuelas religiosas con su iniciativa basada en la fe.

La separación entre la iglesia y el estado es difícilmente absoluta hoy.

Y será menor en los próximos cuatro años.

Bush causará daño en otras partes también: dañará el ambiente, condicionará la Corte Suprema, redistribuirá la riqueza hacia arriba, liberará a las corporaciones, pondrá en riesgo el derecho a elegir de las mujeres, negará el derecho del matrimonio a las parejas gays y lesbianas, y continuará pisoteando nuestras libertades civiles. La Seguridad Social será socavada, el Medicare y el Seguro Médico serán restringidos. En la política exterior, Bush nos dirigirá a un pantano más profundo en Irak y quizás a un aventurismo aún más letal en Irán o Corea del Norte.

Esto es una victoria para la reacción, la guerra, y el capitalismo primitivo.

Aún así en este momento devastador, no debemos renunciar, ni retirarnos, ni debemos rendirnos a la parálisis de la desesperación.

W. H. Auden escribió en 1939, en otro momento difícil, que “nuestro mundo yace en el estupor”.

Y estoy seguro de que el resto del mundo está estupefacto frente a la elección que hicieron los norteamericanos el martes.

Pero Auden también dijo, “podemos, por la misma negación y desesperación, mostrar una llama positiva”.

Y eso es lo que debemos hacer: debemos mostrar una llama positiva y ganar gente para esto.


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