>10/04 - Así lo ven... Los medios Internacionales

 

Autor: Varios

Fecha: 10/4/2004

Fuente: Varios


Caos y anarquía en Irak, en el primer aniversario de la caída de Hussein

Diario La Jornada (México)
10/04/2004

El caos y la anarquía reinaban hoy en Irak, al conmemorarse el primer aniversario de la caída de Saddam Hussein, con constantes enfrentamientos entre tropas lideradas por Estados Unidos y rebeldes sunitas y chiítas.
A todo esto, el jefe radical chiíta Moqtada Sadr comenzó una huelga de hambre en protesta por la "matanza estadunidense", y exigió al presidente George W. Bush que retire sus tropas o de lo contrario tendrá que hacer frente a una "revolución".
"Me dirijo a mi enemigo Bush. Combates ahora a toda una nación, de sur a norte, de este a oeste, y te aconsejamos que retires (las tropas) de Irak", declaró Sadr en la plegaria leída por un representante.
De su lado, el Consejo Nacional de Clérigos sunita llamó a los iraquíes para que a partir de esta tarde y hasta el domingo, día que se celebra la fiesta chiíta de Ar-bain, acaten una huelga general y boicoteen las mercancías estadunidenses y británicas.
En la zona sunita, las fuerzas de ocupación continuaron su ofensiva en la castigada ciudad de Fallujah, al oeste de Bagdad, y después declararon un alto del fuego que sólo duró escasos 90 minutos.
Los marines pidieron a mujeres y niños dejar la ciudad, pero impidieron la salida de los hombres, con el pretexto de que buscan a los responsables de la muerte y mutilación la semana anterior de cuatro contratistas estadunidenses.
Reportes de inteligencia indicaron que francotiradores de la resistencia tomaron posiciones en los techos de las mezquitas.

Lucha barrio por barrio

Desde el jueves por la noche, los aviones estadunidenses sobrevuelan Fallujah, donde la violencia se desarrolla en cuatro barrios al este de la ciudad: Al Yulan, Al Nazal, Al Dubat y Al Askari.
Rafi Hayad, director del principal hospital de esa población, dijo que sólo en Fallujah 450 iraquíes han muerto y mil resultaron heridos, tras ataques estadunidenses.
Violentos combates se produ-cían este viernes entre miembros de la guerrilla y el ejército estadunidense en Abu Gharib, de mayoría sunita, al oeste de Bagdad.
Decenas de rebeldes sunitas atacaron e intentaron ocupar la sede de la gobernación de la central ciudad de Mosul tras la oración del viernes, pero fueron rechazados por la policía y personal de defensa civil iraquí, indicó Ha-chen Hamadani, miembro de esa administración civil.
Los enfrentamientos duraron más de una hora, dijo el responsable, quien agregó que no hubo pérdidas en las fuerzas de seguridad iraquíes.
No se pudo obtener información sobre posibles bajas en las filas de los rebeldes.
En en el segundo frente de guerra, la zona chiíta, las fuerzas estadunidenses evacuaron esta madrugada las comisarías de policía y la municipalidad en el barrio de Ciudad Sadr, suburbio de Bagdad, des-pués de sangrientos enfrentamientos con milicianos chiítas.
Las tropas ocupantes abandonaron la comisaría principal de Ciudad Sadr, así como los puestos militares de Karama, Sadr, Rafidain, Nasr, Thawra y Tahdid, también en ese suburbio.
Por su parte, el general Mark Kimmitt, subdirector de operaciones militares estadunidenses en Irak, declaró que sus tropas retomarán la ciudad sureña de Kut antes del sábado por la mañana.
Previamente, el ejército estadunidense aseguró que recuperó el control de esa ciudad, ubicada 180 kilómetros al sureste de Bagdad, que estaba en poder de los milicianos de Sadr desde el martes anterior, luego que expulsaron a los soldados ucranianos.
Esta tarde, bajo el sobrevuelo de helicópteros estadunidenses en Kut, cientos de jóvenes se manifestaron al grito de "¡Sí, sí a Moqtada!", "¡Sí, sí al Islam!", en tanto que el imán jeque Abdel Jawad al-Issaui, representante del jefe radical chiíta en Kut, fustigó "los crímenes de los estadunidenses que bombardearon civiles inocentes".
En la central ciudad de Kerbala, tres miembros de la milicia de Sadr y una iraní fueron muertos durante choques con fuerzas de la coalición, la noche del jueves al viernes, según el representante del Ministerio de Salud.
Estos encarnizados enfrentamientos también provocaron 22 heridos, principalmente en las fi-las de la milicia chiíta.
Tres iraquíes murieron y otros 15 resultaron heridos en enfrentamientos entre milicianos chiítas y tropas españolas y salvadoreñas entre Najaf y Kufa, dos ciudades chiítas del centro de Irak.
En otras acciones, una explosión fue escuchada la noche del jueves cerca del campamento militar japonés de Samawa, en el sudeste de Irak, indicó este viernes el Mi-nisterio de Defensa, sin que se re-portaran muertos o heridos.
Mientras, un proyectil impactó en una cancha de tenis del hotel Sheraton de Bagdad, esta tarde, sin que hubiera víctimas.
En su reporte sobre bajas, el comando militar de Estados Unidos en Bagdad informó esta noche que al menos dos de sus soldados murieron hoy durante combates con la resistencia cerca del aeropuerto de la capital iraquí. Más tarde se reportó que dos militares estadunidenses están desaparecidos tras un ataque insurgente contra un convoy al oeste de Bagdad.
Con estas muertes se eleva a 346 el número de soldados abatidos desde que Bush declaró el fin de los principales combates, el primero de mayo de 2003.
Por su parte, un ex soldado británico de 36 años, que trabajaba en Irak como guardia de seguridad de una empresa estadunidense, murió por disparos que recibió al noroeste de Bagdad, informó la BBC, sin dar más detalles.
Por lo pronto, el general John Abizaid, comandante de las fuerzas estadunidenses en Irak, indicó que Estados Unidos evalúa mantener sus soldados en Irak por más allá de lo previsto.
Las tropas de la primera división blindada podrían quedarse más tiempo que la fecha programada, en tanto que se analiza hacer lo mismo con la tercera división de infantería, señaló Abizaid a The Washington Post.
Además, dos ministros del consejo provisional de gobierno iraquí, los responsables de Interior y Derechos Humanos, presentaron su renuncia indeclinable.
Adnan Pachachi, miembro sunita del consejo de gobierno impuesto por Estados Unidos, calificado de "títere", tachó la operación estadunidense en Fallujah de acto "ilegal y totalmente inaceptable".
Otro integrante del mismo consejo, Abdel Karim al Mohamadaui, suspendió su participación en ese cuerpo tras haberse reunido en Najaf con Sadr.
En este contexto de caos y anarquía, el Departamento de Estado levantó su prohibición a la exportación de equipo militar letal a Irak.

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EE.UU.: el precio de no entender de qué se trata

Clarin (Argentina)
Marcelo Cantelmi

La mayor potencia militar de la historia está pagando los costos de emprender una gran acción militar sin medir las consecuencias.

La persistencia de EE.UU. por calificar de terroristas que "no entienden cómo funcionan las cosas" a la resistencia iraquí puede ser un gesto desprolijo pero no ingenuo.

Esa noción de un mismo enemigo intenta unir sin sutilezas los atentados de las Torres de 2001, con la red Al Qaeda de Bin Laden, los ataques en Madrid, Saddam Hussein y este beligerante brote nacionalista contra las tropas ocupantes en el país del Golfo. Este "todo-es-lo-mismo", opera como un truco publicitario. Busca cosechar apoyos en la confusión y diluir responsabilidades propias en el desastre. En otras palabras, es un sucedáneo del juego dialéctico según el cual tanto da si Saddam tenía armas de destrucción masiva o sólo intenciones de obtenerlas. "¿Cuál es la diferencia?", preguntó George Bush sin pudores a su entrevistador en Meet the Press.

La gente, el pueblo, los votantes, son en este criterio un conjunto de voluntades ya dominadas sin capacidad para discriminar entre verdad y mentira. Es una apuesta peligrosa. No está lejos el ejemplo de José María Aznar culpando contra toda evidencia a ETA de la masacre de Atocha en un intento agónico para evitar el furioso golpe electoral que acabó por sacarlo del gobierno.

Pero esto de hoy es aún más grave. Son esfuerzos casi terminales para reescribir una historia que se torna cada vez más complicada para EE.UU. La peor cara de la realidad se ha vuelto un enemigo despiadado apenas doce meses después de la caída de Bagdad, un acontecimiento traducido entonces como el umbral de un cambio histórico en el país del Golfo y en toda la región. Sólo un año bastó para mostrar que el pantano iraquí es un abismo de arenas movedizas donde está quedando atrapado el mayor imperio militar del planeta.

La percepción de que algo no funcionó gana además espacio en EE.UU. donde las fotos de los muertos propios entran ya en los livings a través de la televisión. Pero el gobierno mantiene su dosis de autismo. Mientras en Irak aumentaba la montaña de cadáveres por los esfuerzos norteamericanos de reconquistar el control perdido, la Casa Blanca salió a cruzar la idea de que Washington se está quedando solo en este infierno.

Según el informe oficial, Bush se comunicó con "otros líderes mundiales" para reafirmar el compromiso de combatir a los "elementos extremistas minoritarios que buscan descarrilar el proceso de transición en Irak". Esos líderes fueron los jefes de Gobierno de El Salvador, Polonia e Italia. En el límite entre el drama y la comedia, la Casa Blanca no hizo otros comentarios.

Hay en verdad varios frentes abiertos, y uno de ellos es efectivamente el terrorista. Pero conviene cierta prudencia para no quedar atrapados en la misma confusión. Terroristas lo eran también los criollos para los godos. Y no lo son los insurrectos iraquíes que por una serie de errores del virrey Paul Bremer acabaron por unir fuerzas e iniciar el combate más duro contra la ocupación.

Irak es hoy un escenario asimilable a la Argelia que combatió a la Francia colonial hasta que expulsó al ejército ocupante. Un espejo en el cual Washington no debería dejar de mirarse. En ese plan, los rebeldes se están quedando con la mejor parte de la imagen mundial. Son los "maquís iraquíes" como los describió el escritor paquistaní Tariq Alí, quien notó con agudeza que estos pueblos alzados tienen "algo de lo cual estar orgullosos y que los británicos y estadounidenses deberían envidiar: una oposición" contra la cual luchar.

El problema de Irak para Bush no es sólo el emergente nacional independentista que se consolida, sino que la energía que desperdició en esta guerra les dejó tiempo y libertad a los grupos sí terroristas para rearmarse. Se repitió así el fenómeno previo a los atentados del 11 de setiembre. Un comité parlamentario que investiga qué medidas adoptó el gobierno para prevenir el devastador ataque en Nueva York está dejando en claro que la administración republicana ignoró advertencias evidentes sobre un inminente zarpazo terrorista.

Ese descuido tiene cierto sentido en orden a las prioridades del actual habitante del Salón Oval. El terrorismo no es causa sino consecuencia de graves contradicciones, la principal una crisis de la distribución del ingreso que amontona poblaciones enteras en la marginalidad. La ausencia de programas para equilibrar la balanza acaba por producir emergentes fanatizados. Las políticas de la actual administración norteamericana no contemplan, con excepción de la mecánica represiva, propuestas para apagar en su origen la furia de los habitantes de los arrabales mundiales, incluyendo el vasto mundo árabe.

En este sentido, la energía fue puesta donde importaba, en Irak, debido a su poder petrolero y geopolítico. Es lo que Richard Clarke, el ex jefe antiterrorista del propio presidente, calificó ante el comité legislativo como una obsesión que se disparó totalmente después de los atentados de 2001. La apuesta era de una ganancia rápida y segura al costo de un incremento previsible del terrorismo. Pero este paso imperial no dio resultado: aumentó la inseguridad mundial, desestabilizó la región y creó una bomba de tiempo en Irak que arde en las manos de Occidente.

Es interesante notar hasta qué punto este desastre le esmerila aliados a Bush. La revista con servadora británica The Economist, incondicional hasta ahora de los halcones norteamericanos, acaba de dar un elocuente paso al costado. En su última edición pinta un Bush de estilo ridículo y mentiroso, culpable de la "tontería" de exagerar el peligro de Saddam y "sin cojones (en español)" para incidir en el conflicto israelo-palestino. El gesto apunta al comicio crucial de noviembre en EE.UU. y no es menor. Aparece como una potente señal de que el capitalismo mundial parece ya votar por un recambio.

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El dilema de EE.UU. ante la rebelión

The New York Times *
Michael Gordon


La proliferación de la insurgencia en Irak ha alterado significativamente la ecuación estratégica de los militares norteamericanos. Un año después de que las fuerzas de los Estados Unidos se abrieron paso a puro combate hasta ingresar en Bagdad, los norteamericanos se encuentran ahora frente a más enemigos, y con menos aliados eficaces de los que habían contado.
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Además, los militares tienen dos nuevas y exigentes misiones: sojuzgar una rebelde ciudad sunnita de alrededor de 250.000 habitantes, y la sutil y complicada tarea de neutralizar el brazo armado de un clero chiita fundamentalista sin provocar la animosidad del resto de la población chiita.
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Ricardo Sanchez, comandante de las fuerzas encabezadas por los Estados Unidos, ordenó anteayer a sus tropas que iniciaran una campaña sin tregua para hacer ambas cosas. La victoria que pareció quedar sellada cuando los tanques blindados norteamericanos ingresaron en Bagdad hace un año ahora parece estar en suspenso mientras las fuerzas norteamericanas combaten contra diversos focos de resistencia y milicias rebeldes.
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Hace tan sólo unas semanas, el plan parecía bastante claro. Los militares norteamericanos adiestrarían nuevas fuerzas de seguridad iraquíes que ayudarían a controlar Bagdad e incluso ciudades de mucha tensión, como Fallujah. Según se jactó un comandante norteamericano, en febrero, los militares pasaban de encabezar el esfuerzo de seguridad a delegarlo y respaldarlo. El número de sitios de operaciones norteamericanos en Bagdad iba a ser reducido de 26 a 8 hacia mediados de este mes, seis de los cuales estarían en la periferia de la capital.
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La decisión de retirar las fuerzas de Bagdad y de otras ciudades, y de adiestrar una fuerza iraquí para encargarse de las misiones de seguridad, resultó deficiente como para permitir la "estrategia de salida". Se pensaba que eso aliviaría el peso sobre las fuerzas armadas estadounidenses, permitiría a Washington reducir las tropas, limitaría las bajas norteamericanas y ayudaría a transferir el poder a un gobierno soberano iraquí.
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Debilidad
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Pero con el recrudecimiento de los combates, es evidente que el Cuerpo de Defensa Civil Iraquí y la policía local son todavía demasiado débiles como para mantener el orden en zonas conflictivas como Bagdad y Fallujah. Ciertas versiones procedentes de esta última ciudad indican que la policía se ha mantenido ajena a la lucha. Según documentos del Departamento de Defensa, en febrero había 77.000 policías iraquíes, de los cuales 47.000 aún debían recibir nuevo adiestramiento.
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Paralelamente, una zona a la que la coalición encabezada por los Estados Unidos había considerado mayormente benigna, el sur de predominio chiita, se ha convertido en una caldera como consecuencia del enfrentamiento con el clérigo extremista Muqtada al-Sadr. Y se suma al desafío el hecho de que algunas de las fuerzas multinacionales estacionadas en el Sur -con la presunción de que se trataba de una región relativamente pacífica- acaso no estén a la altura de semejante misión. Ante los ataques de las milicias de Al-Sadr, la fuerza ucrania en Kut se replegó de su base.
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La intensificación de los ataques rebeldes causó varios problemas militares que los planificadores estratégicos probablemente creían superados. Uno de ellos es la tarea precisa e imperiosa de asegurar el control de las líneas de abastecimiento que van hacia el Norte, de Kuwait a Bagdad, y del Este a la capital, desde Jordania.
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"Debemos recuperar el control de Bagdad y abrir las líneas de comunicación hacia el Sur, hasta Kuwait y el mar, o la posición se volverá insostenible", afirmó Barry McCaffrey, un general retirado que fue comandante de la 24a. División Mecanizada en la Guerra del Golfo, en 1991. "Debemos recuperar el corredor por Najaf y Al Kut, y Sanchez cuenta con las fuerzas de combate para lograrlo", añadió.
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Una tarea mucho más complicada es cumplir la promesa de neutralizar y aniquilar las milicias de Al-Sadr. Un alto funcionario del gobierno expresó que la coalición trató de emprender una acción militar contra la resistencia chiita, pero planeó actuar con la intención de no dar la impresión de que se trataba de una campaña contra todos los chiitas. "Es necesario -añadió- que fuerzas de seguridad iraquíes especialmente adiestradas participen del esfuerzo, especialmente cuando las fuerzas son enviadas a Najaf, una ciudad sagrada para los chiitas. Como podría ser difícil encontrar combatientes chiitas en la zona de Najaf para que colaboren con los comandantes norteamericanos en una misión de esa naturaleza, podría ser necesario llevar fuerzas de seguridad iraquíes al Sur, procedentes de otras partes de Irak."
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Pero es muy incierto que el mensaje de la coalición sea persuasivo en el caso de otros chiitas, muchos de los cuales están mostrando señales de frustración respecto de la ocupación norteamericana. Una lucha que recrudezca cada vez más contra la mayoritaria comunidad chiita pondría en riesgo la ocupación, si es que no la condena definitivamente al fracaso.
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* Públicada por La Nación (Argentina)
Traducción: Luis Hugo Pressenda


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