Teoria,
cultura y genero
Identidades esencialistas o construcción
de identidades políticas:
El dilema de las feministas negras
Autor:
Ochy Curiel*
El movimiento de mujeres negras nace articulando “raza”
, género, clase y sexualidad como categorías políticas
para explicar las realidades de las mujeres negras frente al racismo,
sexismo, clasismo y el heterosexismo. La política de identidad
ha sido una de las estrategias prioritarias de los grupos y colectivos
que se dedican a combatir estos sistemas de dominación.
Consiste en una serie de acciones que buscan reafirmar una subjetividad
contextualizada en los efectos de hechos históricos tales
como la colonización y la esclavitud que hacen que el “ser
negra” sea una situación desvalorizada, despreciada
y muchas veces negada.
Esta subjetividad no solo se ha desarrollado de manera individual,
sino también colectiva en tanto la identificación
de sí mismas se ha construido en relación a otros
y otras parecidas y otros y otras diferentes en términos
raciales, de clase, de género y de sexualidad. Las acciones
contenidas en la política de identidad van desde recrear
elementos de la cultura africana (culinaria, estética,
música, danza) hasta desarrollar espacios de reflexión
donde esa identidad “negra” sea reforzada y valorada
positivamente con el propósito de lograr una buena autoestima
en las mujeres negras.
Esta política de identidad ha colocado a algunas mujeres
negras en grandes dilemas ya que por un lado entienden que es
importante reafirmar la negritud como estrategia necesaria en
la lucha política y por otro lado refuerza estereotipos
y autoexclusiones, y sobre todo podría perder de vista
las causas reales del racismo.
En los últimos años, en mi activismo como feminista
lesbiana afrodescendiente, ciertas preocupaciones han estado rondando
en mi cabeza y en mi quehacer político y se sintetiza en
tres preguntas: ¿Bajo qué postulados, presupuestos
y premisas políticas debe estar enmarcada nuestras luchas
contra el racismo, el sexismo, el clasismo y el heterosexismo?,
¿Cuál es la estrategia más correcta que toque
las bases de estos sistemas de opresión y exclusión
para erradicarlos? ¿Cuál es la estrategia más
políticamente correcta que no me lleve a caer en esencialismos,
que desconstruya roles y estereotipos, posiciones dicotómicas,
binarias impuestas por el patriarcado y que al mismo tiempo no
me haga perder ciertas estrategias políticas y categorías
conceptuales, muchas veces transgresoras y que contienen en sí
mismos elementos de identidad?
En este artículo me propongo aproximarme a dar respuesta
a estas preguntas, sin pretender llegar a posiciones conclusivas
Se trata de reflexiones que pueden aportar a ir descifrando puntos
conflictivos cuando tratamos el tema de las identidades.
En un primer momento abordaré de manera sintética
períodos importantes del pensamiento feminista que nos
arrojen elementos de contextualización y nos ayude a visualizar
cómo se concibieron las identidades.
En un segundo momento abordaré cuáles son los debates
en torno el tema de las identidades que se suscitan en el feminismo
hoy día, en particular los dilemas que enfrentan las feministas
negras al asumirlas como política.
Han sido largas horas de discusiones con compañeras políticas
feministas y lesbianas, muchas de ellas afrodescendientes y muchas
lecturas de teorías feministas para ir tejiendo mis propias
conclusiones en torno a estas preguntas.
Llegar a conclusiones en torno a estos aspectos no es tarea fácil
sobre todo cuando el tema de las identidades pasa por la subjetividad
y también por la acción política colectiva,
pero fundamentalmente porque asumimos como principio ético
que nuestra práctica y nuestros presupuestos políticos
deben revisarse constantemente como una forma de avanzar en la
construcción de las utopías a las que aspiramos.
Mi perspectiva de análisis en este artículo será
desde mi postura como feminista afrodescendiente y lesbiana, pues
son estas situaciones las que me hacen tener un compromiso con
el análisis teórico y la intervención política.
El Pensamiento Feminista y El Abordaje De La Identidad
Desde lo que se ha llamado la segunda ola del feminismo que se
inicia en los años 70tas han estado presentes una serie
de debates que van conformando el pensamiento feminista y que
han tenido que ver con las prácticas políticas de
todas nosotras. Estas líneas de pensamiento no se manifiestan
de forma pura, sino que una y otra se entrelazan dependiendo de
los contextos y situaciones, de las alianzas y de las coyunturas,
por tanto solo trataré de aproximarme a los postulados
generales que caracterizaron a uno y otro pensamiento.
El primer gran debate era “la igualdad vs la diferencia”.
El feminismo de la igualdad tiene sus raíces en la Ilustración
que desarrolla el concepto de universalidad del sujeto. Se inicia
al final del siglo XVIII sobre la base de los principios de libertad,
igualdad y la fraternidad redactaba la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre.
El postulado fundamental del feminismo de la igualdad sostuvo
que las diferencias genéricas entre hombres y mujeres han
sido construcciones sociales que crean desigualdades y jerarquías
sociales. Cuestionó el determinismo biológico de
esas diferencias genéricas. Así las diferencias
estereotipadas que son asignadas a mujeres y hombres no eran más
que mecanismos del patriarcado para justificarse y mantener a
las mujeres fuera de los espacios de poder ejercido por los hombres,
por tanto eran las bases fundamentales para el sexismo. Las estrategias
fundamentales del feminismo de la igualdad fueron y aún
lo son entrar a los espacios de poder público, la negociación,
el cambio de leyes, entrar a la normativa del mundo androcéntrico
bajo el supuesto de que con ello se minimizarían las diferencias
de género. (Amorós.1990: 56)
Las feministas de la igualdad no han sido un grupo homogéneo.
Encontramos aquí a las feministas liberales, que se plantearon
reformas reivindicativas, las socialistas que intentaron combinar
el análisis marxista de las clases con el análisis
de la opresión de la mujer, haciendo énfasis en
el patriarcado; hacen un aporte importante en colocar el concepto
de división social del trabajo como aquello que provocaría
la desigualdad entre los sexos dando lugar al nuevo concepto de
“división sexual del trabajo”, destacando como
la subordinación de las mujeres en la esfera de la reproducción
se traslada al mundo de la producción; y las feministas
materialistas que por su parte sostuvieron que las mujeres constituyen
una clase social, por tanto no un grupo natural que tienen situaciones
comunes sobre la base de la explotación y opresión,
es decir, son producto de una relación económica
y de una construcción ideológica que refuerza ese
sometimiento. Destacan el concepto de modo de producción
doméstico para demostrar la explotación de la mujer
en la esfera familiar. (Delphy. 1985:19). Encontramos también
a las feministas radicales quienes asumen la política sexual
como sus prioridades, destacando la violencia como producto de
la apropiación y explotación del cuerpo de las mujeres.
No obstante sus diversas estrategias políticas, el punto
en común de todas esas corrientes fue desenmascarar el
patriarcado como sistema a través de demostrar la construcción
social, cultural y económica de las diferencias sexuales
que se asumían como biológicas y naturales.
Entre tanto surge el feminismo de la diferencia haciendo una crítica
importante al feminismo de la igualdad en haberle dado el triunfo
al paradigma masculino en tanto se rige bajo las mismas normas
y reglas. Su postulado fundamental lo fue la afirmación
de la diferencia creando la cultura de la “feminidad”
(Sendón.2002:22). En ese orden reivindicaron las diferencias
genéricas, pues sostuvieron que asumir la igualdad como
principio era negar la diferencia sexual femenina en beneficio
de un sujeto que se pretende universal: el masculino. Esto por
tanto reproducía el sexismo más que abolirlo.
La estrategia principal del feminismo de la diferencia fue y sigue
siendo hacer un reconocimiento y una valorización de la
feminidad en tanto aporta al mundo elementos para la paz, cuidado
y lo hace más humano. Sus estrategias fundamentales han
sido retomar la experiencia del cuerpo como una fuerza de las
mujeres y propugnar por la autonomía de las mujeres frente
a los hombres. Dentro del feminismo de la diferencia encontramos
las feministas separatistas que cuestionan de fondo entrar al
mundo masculino por considerar que se juega con las mismas reglas
de ellos y crea espacios separados, solo de mujeres.
Una de las críticas más contundentes que hace el
feminismo de la igualdad al feminismo de la diferencia es el retorno
al esencialismo biologicista y la idealización de la feminidad
de las mujeres.
¿Cómo manejaron el feminismo de la igualdad
y el de la diferencia el concepto de identidad?
Ambas parten de la “identidad de mujeres” como aquello
que logra articularnos frente a un enemigo común: el patriarcado.
Era lo que nos daba la fuerza articuladora para hacer tambalear
sus lógicas y sus normativas. Posteriormente se comienza
a hablar del género como una categoría que permitió
entender la subordinación de las mujeres asumiéndose
la “identidad genérica” como elemento articulador
de las mujeres.
El otro gran debate lo fue alrededor de la crítica que
hacían lesbianas, negras, latinas, a un feminismo que se
hacía cada vez más excluyente. Se legitimaba y reconocía
la imagen de la mujer blanca, heterosexual y generalmente de clase
media o burguesa. Sustentaban que asumir “mujeres”
como una identidad homogénea limitaba las posibilidades
de abordar el racismo, la lesbofobia, el clasismo como sistemas
de opresión y exclusión que tocaban a muchas mujeres
y que también se manifestaba al interior del mismo movimiento
feminista, por tanto partía de una posición universalista
de las mujeres. En ese sentido la categoría “identidad
de mujeres” y posteriormente la “identidad genérica”
comienza a ponerse en entredicho.
Las lesbianas feministas comienzan a construir lo que se ha denominado
“el feminismo lesbico o lesbiano” explicitando la
lesbofobia al interior del feminismo al no querer explicar ni
abordar en sus luchas políticas la crítica a la
heterosexualidad como obligatoriedad impuesta por el patriarcado.
Planteaban que se partía de representaciones de los hombres/mujeres
como sujetos universales manteniendo la heterosexualidad como
normativa.
Uno de los aportes fundamentales en este sentido fue el de la
norteamericana Adrienne Rich quien planteó que la heterosexualidad
es una norma social que nos imponen como obligatoria y que invisibiliza
al lesbianismo proponiendo al mismo tiempo lo que denominó
“el continum lesbiano”, una propuesta política
que une a todas las mujeres que salen del sistema heterosexual
y crean vínculos políticos y personales entre mujeres
como una forma de lucha contra el patriarcado. (Falquet: 2000:9).
Este continum lesbiano no implica necesariamente una experiencia
sexual genital con otra mujer, sino la creación de redes
personales y políticas entre mujeres, donde la experiencia
sexual es una de sus formas.
De los aportes también importantes se destacan los análisis
de la lesbiana francesa Monique Wittig contenida en su famosa
frase “Las lesbianas no son Mujeres”. Desde una visión
materialista considera a la heterosexualidad como un sistema político
que explota y apropia a las mujeres y que las lesbianas al salirse
de esta lógica no pueden considerarse mujeres desde la
definición de las categorías de sexo.
“El lesbianismo ofrece, de momento, la única forma
social en la cual podemos vivir libremente. Lesbiano es el único
concepto que conozco que está mas allá de las categorías
de sexo (mujer y hombre), pues el sujeto designado (lesbiano)
nos es una mujer, ni económicamente, ni políticamente,
ni ideológicamente. Pues lo que hace una mujer es una relación
social específica con un hombre, una relación que
hemos llamado servidumbre, una relación que implica una
obligación personal y física y también económica
('residencia forzosa', trabajos domésticos, deberes conyugales,
producción ilimitada de hijos, etc.), una relación
a la cual las lesbianas escapan cuando rechazan volverse o seguir
siendo heterosexuales. Somos prófugas de nuestra clase,
de la misma manera en que los esclavos americanos fugitivos lo
eran cuando se escapaban de la esclavitud y se liberaban. Para
nosotras esta es una necesidad absoluta; nuestra supervivencia
exige que contribuyamos con toda nuestra fuerza para destruir
la clase de las mujeres en la cual los hombres se apropian de
las mujeres. Esto puede ser alcanzado sólo por la destrucción
de la heterosexualidad como un sistema social basado en la opresión
de las mujeres por los hombres y que produce la doctrina de la
diferencia entre los sexos para justificar esta opresión.”
(Wittig:1980 )
Judih Butler, lesbiana filósofa norteamericana en su libro
“ El Género en Disputa” también cuestiona
la categoría género por partir de un paradigma identitario
heterosexual y por no cuestionar la sexualidad normativa, por
tanto la política feminista estaba basada en falsas y tramposas
categorías. Para Butler el género es un “performance”
no una identidad. Según Butler “Tener un género
significa haber establecido ya una relación heterosexual
de subordinación….la postura de que el género
es performativo intentaba mostrar que lo que consideramos una
esencia interna del género se fabrica mediante un conjunto
sostenido de actos, postulados por medio de la estilización
del cuerpo basada en el género” (Butler. 2000:16).
Para esta autora el género no es más que atuendos,
gestos, apariencia, una especie de travestismo, una representación,
que son productos de actos repetitivos incorporados continuamente.
En esto se basa la teoría Queer en la que muchas lesbianas
y gays se han adentrado en los últimos años.
El problema de la performatividad, si bien puede transgredir elementos
simbólicos del género no toma en cuenta las mujeres
como clase social, ni tampoco considera al género como
una construcción cultural histórica, al contrario
hay incluso un retorno al género (masculino o femenino)
que los y las Queer con el propósito de “jugar”
con los géneros no los desconstruye, sino que los reproduce.
Esta es una de las críticas más contundentes a esta
propuesta.
La lesbiana británica Sheila Jeffreys define esta postura
de Judith Butler como liberal e idealista en su importante libro
La Herejía Lesbiana señalando que:
“La imagen de un varón con falda o de una mujer con
corbata no basta para liberar a una mujer de su relación
heterosexual, mientras el abandono de su opresión le pueda
causar un sufrimiento social, económico y probablemente
hasta físico, y en algunas ocasiones la pérdida
de su vida” (Jeffreys:1996: 156).
Las negras por su parte también comienzan a cuestionar
el racismo dentro del feminismo al plantear que en los análisis
y en las estrategias del movimiento no se consideraban realidades
de muchas mujeres que además del género, le atraviesa
la “raza” y la clase.
La afroamericana Audre Lorde apuntaba al respecto:
"Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos
distintas. Estas juntas las mujeres gay no era suficiente, éramos
distintas. Estas juntas las mujeres negras no era suficiente,
éramos distintas. Estar juntas las mujeres lesbianas negras
no era suficiente, éramos distintas. Cada una de nosotras
teníamos sus propias necesidades y sus objetivos y alianzas
muy diversas. La supervivencia nos advertía a algunas de
nosotras que no nos podíamos permitir definirnos a nosotras
mismas fácilmente, ni tampoco encerrarnos en una definición
estrecha... Ha hecho falta un cierto tiempo para darnos cuenta
de que nuestro lugar era precisamente la casa de la diferencia,
ás que la seguridad de una diferencia en particular."
(Lorde citada por D’Atri; 2002:1)
En este proceso muchas mujeres afrodescendientes comienzan a gestar
sus propias maneras de ver el feminismo a partir de sus experiencias
y realidades al punto de crear lo que se ha denominado: el feminismo
negro”. Sueli Carneiro feminista brasileña apunta:
“Cuando hablamos del mito de la fragilidad femenina que
justificó históricamente la protección paternalista
de los hombres sobre las mujeres, de qué mujeres se está
hablando? Nosotras -las mujeres negras- formamos parte de un contingente
de mujeres, probablemente mayoritario, que nunca reconocieron
en sí mismas este mito, porque nunca fueron tratadas como
frágiles. Somos parte de un contingente de mujeres que
trabajaron durante siglos como esclavas labrando la tierra o en
las calles como vendedoras o prostitutas. Mujeres que no entendían
nada cuando las feministas decían que las mujeres debían
ganar las calles y trabajar. Somos parte de un contingente de
mujeres con identidad de objeto. Ayer, al servicio de frágiles
señoritas y de nobles señores tarados. Hoy, empleadas
domésticas de las mujeres liberadas. Por lo tanto, para
nosotras se impone una perspectiva feminista donde el género
sea una variable teórica más.. que no "puede
ser separada de otros ejes de opresión" y que no "es
posible de único análisis. Si el feminismo debe
liberar a las mujeres, debe enfrentar virtualmente todas las formas
de opresión". Desde este punto de vista se podría
decir que un feminismo negro, construido en el contexto de sociedades
multirraciales, pluriculturales y racistas-como son las sociedades
latinoamericanas- tiene como principal eje articulador al racismo
y su impacto sobre las relaciones de género dado que él
determina la propia jerarquía de género de nuestras
sociedades. (Carneiro: 2001:1)
A partir de la crítica a la “identidad de mujeres”,
al “género” y la “identidad genérica”
y sus contenidos esencialistas y universalistas se crea una autonomía
entre las feministas creando grupos y colectivos a partir de la
raza y la sexualidad, y se refuerzan las alianzas con otros sectores
sociales como los gays y el movimiento negro mixto, entre otros.
Las diferencias alrededor de la raza y la sexualidad desde entonces
se convirtieron en una prioridad política para muchas feministas,
todo ello sucedía en un contexto del fortalecimiento de
los llamados “nuevos movimientos sociales” lesbianas,
gays, indígenas, negras, en los años 8tas, donde
en cada movimiento traspasaba otro por las diferencias que lo
contenían. La política entonces pasó a ser
lo que Nancy Fraser, feminista norteamericana llama “la
política del reconocimiento de las diferencias y de las
identidades” (Fraser: 1997).
Las Identidades y Sus Dilemas En La Acción Política
En el feminismo existen actualmente dos líneas de debate
sobre las identidades. Por un lado las que consideran a todas
las identidades como ficciones represivas y por otro lado las
que consideran a las identidades como dignas de reconocimiento.
En lo que concierne a las identidades raciales las justificaciones
de las primeras se centran en tres elementos: la identidad trae
consigo esencialismos, trae consigo el etnocentrismo y no asume
esas categorías como regulaciones sociales en tanto entramos
en la lógica de cómo nos ha definido el sistema
racista en oposición a un “otro” blanco, único
legitimado, además encasilla a grupos sociales en generalidades
y estereotipos.
Aquí encontramos muchas postmodernistas y también
muchas feministas no postmodernas que asumen que las identidades
son errores políticos en tanto no desenmascara las verdaderas
causas de la subordinación y la explotación que
se da a partir de hechos históricos.
Las segundas consideran las identidades son estrategias de sobrevivencia
humana y política. Plantean que es necesario una reafirmación
subjetiva radical para poder hacer transformaciones sociales Estas
posturas son generalmente sostenidas por muchas mujeres negras
y por algunas lesbianas.
¿Cómo conciben las mujeres negras la identidad?
Antes de entrar a responder esta pregunta me aproximaré
a definir el concepto de “identidad” como punto de
partida conceptual. La identidad es algo complejo, entendiendo
las dimensiones psicosociales en la que existe una relación
individual y social. Desde el punto de vista individual podríamos
entenderla como un proceso íntimo y subjetivo donde la
persona, a través de su propia experiencia, de representaciones,
de referencias en la interrelación con otros y otras se
concibe y actúa consigo misma/o y con los otros y otras.
En el plano colectivo son referencias que rigen los interrelacionamientos
de los y las integrantes de la sociedad o de grupos diferenciados
de la misma Desde una visión sociológica la identidad
se enmarca en una estructura de hechos y conflictos sociales.
En ese sentido no es estática, sino fluctuante y cambiante
de acuerdo a los procesos históricos. ( Larkin: 2002)
En este momento me encuentro realizando una investigación
sobre las estrategias políticas de tres grupos de mujeres
negras en Honduras, Dominicana y Brasil y uno de los objetivos
de la misma es entender y sistematizar las nociones de identidad
racial y sus construcciones, ya que son una de las prioridades
por la que trabajan estos grupos.
Merecería un análisis especial cada grupo de mujeres
por separado, lo cual no creo pertinente hacer en este articulo
por cuestión de espacio y tiempo y porque aún me
encuentro en el proceso de recolección de información
para la investigación, no obstante quisiera señalar
algunos elementos importantes para contextualizarlos.
Uno de los grupos, unidad de análisis de la investigación
es Enlace de Mujeres Negras de Honduras (ENMUNEH) constituido
por mujeres garífonas de la costa atlántica de Honduras.
Son alrededor de 40 mujeres negras distribuidas en diversas comunidades
de los Municipios de Tela y Trujillo. Las comunidades son de las
más pobres de Honduras. Este grupo trabaja el racismo y
el sexismo a través de la salud reproductiva, de las enfermedades
de transmisión sexual, sobre todo del SIDA, debido al alto
índice de personas afectadas con el virus del VIH en la
zona. También trabaja con el tema de derechos humanos de
las mujeres y realiza actividades culturales garífonas.
Sólo algunas de las miembros de Enlace, en este caso la
que poseen liderazgo dentro de la organización, se asumen
como feministas.
En Brasil trabajamos con el Grupo Criola en Río de Janeiro,
constituido por alrededor de 30 mujeres negras de Río de
Janeiro, mujeres pobres y de clase media. Trabaja el racismo y
el sexismo a través del tema de los derechos humanos de
las mujeres, el rescate de la cultura negra mediante talleres
de autoestima y la valorización y reconocimiento de una
estética negra, modas afro. También aborda el tema
de la salud y ha desarrollado proyectos económicos promoviendo
y apoyando a artesanas negras. Este grupo asume como perspectiva
política el feminismo negro.
En República Dominicana hemos analizado el Grupo Casa por
la Identidad de las Mujeres Afro, constituido por mujeres negras,
la mayoría feministas de clase media. En esos momentos
el grupo está en fase de reestructuración, pero
contó con 28 mujeres negras. El trabajo fundamental de
este grupo fue la visibilización del racismo en República
Dominicana mediante la formación y capacitación
a grupos de mujeres, estudiantes, maestros y maestras y campañas
de comunicación para concienciar a la población
dominicana sobre el tema. Este grupo también trabajó
el rescate a la cultura negra mediante actividades artísticas.
En el proceso de la investigación entrevistamos a otras
mujeres afrodescendientes que no formaban parte de estos grupos,
pero que sus opiniones eran importantes.
Los tres grupos nacen en la década de los 80tas en un contexto
de desarrollo de los llamados nuevos movimientos sociales y concretamente
en el proceso de conmemoración por parte de la Iglesia
Católica y de los Estados latinoamericanos y caribeños
de los 500 años del mal llamado “Descubrimiento de
América” momento que el movimiento cultural a escala
continental tuvo mucho impacto cuestionando tal conmemoración.
Los tres grupos desde su nacimiento se propusieron como objetivos:
rescatar y reforzar la “identidad negra o afro” como
un reconocimiento de las herencias de la cultura africana hasta
ahora negada y por tanto invisibilizada, y desarrollar una subjetividad
donde la autoestima de las mujeres negras no sea mutilada por
los valores de una cultura blanca predominante en la estética,
en las expresiones culturales, en las representaciones y en las
simbologías.
Nos parece importante señalar aquí las diferencias
de autodefiniciones que hacen sobre si mismas las mujeres entrevistadas.
En el caso de Honduras la mayoría de las entrevistadas
se autodenominan garífonas, las dominicanas y las brasileñas
se denominan negras o afrodescendientes. Estas diferencias reflejan
diversas concepciones de auto identidad no siempre consciente
de su significado. Las garífonas refieren a una cultura
específica, las que se denominan negras, refieren a un
color de piel, como elemento simbólico sobre el cual se
basan los prejuicios que sobre ella se tiene y las que se denominan
afrodescendiente retoman la referencia con Africa como el continente
que fueron sacados sus antepasados y antepasadas como esclavos/as
en los procesos de colonización. La utilización
del término “Afro o Negra” muchas veces es
utilizado por muchas mujeres indistintamente pare decir la misma
cosa, en otros casos, si hay una postura política en sustituir
“negra” por “afrodescendiente” pues desenmascara
hechos y procesos históricos ligados a la esclavitud y
la colonización.
Cuando en las entrevistas de profundidad preguntaba. ¿
qué es la identidad, cómo la vives?, ¿es
necesaria para la lucha contra el racismo? Las respuestas fueron
en este sentido:
Esther Vargas, hondureña coordinadora de Coordinadora de
Enmuneh responde:
“Cuando salí de mi casa mi abuelita me dijo que me
sacrificara y aprovechara lo que ella
Mi abuela me decía que el que se olvida de donde viene
nada tiene que tener en esta vida…. Por eso sé y
me asumo como una mujer garífona, muy capaz y muy trabajadora.
(Esther Vargas. 2002)
Berta Arzú, presidenta de Enmuneh por su parte nos dice:
“Tuve un momento de confusión, porque me crié
en los campos. Yo me crié con indios, es decir los ladinos,
me crié comiendo tortillas, yo me di cuenta de que era
negra cuando vine a Tela y aquí todavía sentí
confusión, porque yo vivía aquí en la ciudad,
En Tegucigalpa miran raras a la gente negra. Tuve que buscar mi
identidad porque a pesar de que era negra no me reconocía.”
(Berta Arzú. 2002)
Aquí encontramos dos señalamientos interesantes.
Lo primero se refiere a la necesidad de retomar las enseñanzas
familiares para lograr una reafirmación desde su lugar
de pertenencia, lo segundo es que por el efecto de la discriminación
que fue objeto por su color de piel Berta se reconoció
negra. Esto podría dar cuenta que retomar la historia de
antepasados y antepasadas que han sido víctimas del racismo
y que han tenido que enfrentar los efectos de la exclusión
a través de la reafirmación positiva de “ser
negra” y por otro lado la necesidad de saberse y reconocerse
“otra diferente” son dos elementos claves en la concepción
de identidad en estas dos mujeres.
Epcy Cambell, de Costa Rica, del Grupo de Mujeres Afrocostarricense
considera importante abordar la identidad dentro de la lucha contra
el racismo y nos señala:
“Yo pienso que la identidad es importante porque es lo que
le permite a una autoafirmarse. Hay unos básicos que la
gente dice, que creo que es verdad, que cuando una se siente convencida
de que es alguien, te hace fortalecerte y te plantea una necesidad
de una lucha política. En cuanto no tienes identidad, eres
producto del mercado, eres una más de la gente que transita
en el mercado. Yo creo que es imprescindible trabajar en la identidad
pues sí logramos que más gente construya su identidad
estamos más cerca de transformar las cosas, porque si hay
una cosa terrible a este tiempo que estamos viviendo, le veo muchas
cosas buenas, pero nos quitaron el derecho de ser persona en el
sentido estricto de la palabra, de ser alguien que vino de algún
lado, que viene, que transita y que va para algún lugar
y que es un transito este en el cual tenemos una responsabilidad.
(Epcy Cambell: 2001)
La autoafirmación aparece aquí como parte importante
en tanto reconocimiento de una historia de subordinación,
de vínculos históricos familiares y grupales y de
construcciones de las subjetividades, siendo estos elementos constitutivos
de la identidad.
La brasileña Neusa Santos Souza señala a su vez::
“Saberse negra es vivir la experiencia de haber sido masacrada
en su identidad, confundida en sus expectativas, sometida a exigencias,
compelida a expectativas alienadas. Pero es también, y
sobre todo, la experiencia a comprometerse a rescatar su historia
y recrearse en sus potencialidades” (Santos Souza: 83: 18)
Es importante destacar aquí que ninguna de estas mujeres
citadas, y la mayoría de las entrevistadas en el proceso
de investigación no se refirieron al color de piel de manera
explícita como aquello que la definiría aunque de
hecho está implícito cuando se denominan “negra”.
Eso no quiere decir necesariamente que no haya sido considerado
en otro momento de manera consciente o inconsciente, lo importante
es subrayar, que más allá de ello la identidad para
muchas mujeres negras se concibe como una necesidad producto de
la experiencia y de la historia que las coloca en la urgencia
de posicionarse como persona individual y como grupo social.
Estas referencias son la base que hacen contrarrestar la idea
de que estamos hablando de posiciones esencialistas identitarias,
sino de identidades que se construyen a partir de relaciones y
conflictos sociales, en la necesidad de revelar hechos invisibilizados,
la necesidad de autoafirmación ante la dominación
cultural blanca, la necesidad de crear conciencia de ser una “otra”,
la necesidad de resimbolizar lo que el sistema racista considera
negativo en positivo, la necesidad de crear solidaridades en la
lucha política y saberse semejante a otro u otra parecida.
Cuando una mujer se asume “orgullosamente negra” tambalea
la escala de valores negativos y no valorados que sobre ella se
ha tenido durante años por su condición racial.
Es decir resimboliza aquello negativo en positivo aunque no necesariamente
deconstruye las categorías. Apelar a la política
de la identidad para muchas mujeres negras es por tanto un acto
político de resistencia y muchas veces de transformación.
No obstante lo anterior y que parecería contradictorio,
algunas mujeres negras han explicitado las limitaciones que ha
implicado tener la identidad como objetivo político.
Sergia Galván activista negra y miembro de Casa por la
identidad de la Mujer Negra señala al respecto:
“El llamarse negra puede ser un elemento de fuerza en términos
de visibilidad, pero no quiero quedarme en ser mujer negra. El
racismo va mas allá de ser negra .Es un reduccionismo…
El tema de la identidad nos alienó, la identidad lo que
hace es alienarte y no te permite una reflexión política
más profunda en torno al racismo. La identidad cuando analizamos
el tema racial es casi el equivalente al género cuando
queremos analizar la subordinación de las mujeres. Te hacen
la reflexión potable, vendible, no transgresora. La identidad
no transgrede a nadie, porque ¿quien va a querer quitarle
a una ”pobre gente” la identidad? No se profundiza
en la subordinación racial, te folcloriza todo lo que tiene
que ver con el racismo. Nuestras movilizaciones han sido folcloristas..
(Sergia Galván. 2003.)
S. Galván apunta un elemento importante a analizar aquí:
la folclorización, que podría definirse como una
exposición de elementos materiales, espirituales y artísticos
que dan cuenta de una parte importante de la cultura. Estrategia
que bastante ha utilizado el movimiento negro mixto y de mujeres
para rescatar la herencia de la cultura africana y reforzar la
“negritud”.
Los tres grupos investigados, tienen en sus actividades un alto
porcentaje de actividades culturales tales como festivales de
música negra o afro, ferias de comida de origen africano,
cursos de peinados afro, exposición de ropa afro... No
podemos negar la importancia de esas acciones en tanto muestran
una parte de la cultura que es invisible, deslegitimada, muchas
veces inexistente Son elementos concretos y simbólicos
que se constituyen en sí en estrategias políticas.
La pregunta es: ¿Acaba esto con el racismo?
A mi entender solo recrea la cultura pero no acaba con las desigualdades
económicas, sociales y políticas que son fruto del
racismo y la explotación. Acabar con el racismo implica,
además de cambiar valores ideológicos sobre grupos
sociales significa terminar con la exclusión social que
afecta gran mayoría de la población afrodescendiente,
que son de los grupos sociales más pobres en la estructura
económica de nuestros países, son los que no tienen
acceso suficiente a los servicios públicos: salud, educación,
vivienda etc., y esto es efecto del racismo unido al clasismo
y son las mujeres las más perjudicadas de estas exclusiones.
Otro de los peligros de la identidad es que puede generar auto
segregación, sectarismo y nacionalismos.
Cuando el significado de “lo negro” se percibe como
categoría racial biológicamente construida, se entiende
fuera de su entorno político e histórico. Cuando
asumimos el color de piel y otros elementos fenotípicos
como nuestros denominadores comunes le estamos sumando más
elementos al racismo que querremos erradicar y nos da pocas herramientas
para la intervención política. “Lo negro”
forma parte de una representación, y la crítica
en cómo ha sido imaginado “lo negro” en nuestras
sociedades racistas, permite entender como hemos sido construidas
y construidos. No enfrentar esa generalización supondrá
quedarnos entrampadas en los estereotipos que sobre nosotras y
nosotros se imponen.
Lo “negro” es asumido además como homogéneo
sin poner atención a las diferencias históricas
de personas, grupos, países. ¿Que es lo negro finalmente?,
¿Dónde está su límite en sociedades
como las nuestras con un alto nivel de mestizaje?. El un artículo
anterior (Curiel: 2002) explicaba como no es lo mismo una mujer
negra latinoamericana o caribeña que tiene en su historia
los efectos de la colonización y la esclavitud que una
mujer africana que no le tocó ese proceso. Su historia
es diferente y las maneras de concebir el racismo y enfrentarlo
como sistema también lo será.
Por otro lado, asumimos muchas veces que “lo negro”
es nuestra única lucha por hacer como si no tuviéramos
otras luchas, como si “lo negro” no estuviera ligado
a cuestiones de clase, o a la sexualidad cuando se trata de lesbianas
o gays negros. Si la lucha es reforzar la negritud, otras subordinaciones
quedarán de lado en la intervención política,
si la lucha es contra el racismo, tendremos que tomar en cuenta
otros sistemas de opresión como la del clasismo, el sexismo,
la lesbofobia, y necesitamos hacer una lucha articulada.
Jurema Wernerk, del Grupo Criola de Brasil nos dice:
“La identidad es una estrategia, que tiene sus limites.
Es el primer paso de afirmación de una acción política,
pero que en la utopía, es una cosa que es fascista, como
un nacionalismo, contrario a lo que queremos, es como una transición,
no para siempre”. (Jurema Wernek.2003)
En esta cita encontramos una consideración que entendemos
puede ser algo exagerado y es considerar la identidad como fascista.
No entraremos a un análisis profundo sobre ello por entender
que el fascismo un tema complejo, sin embargo esto nos puede llevar
a analizar el nacionalismo, que ha sido también una estrategia
en el movimiento negro mixto.
Se ha hecho explícito que el sueño de muchos negros
y negras es crear la « nación negra ». Esta
idea de nación, con excepción de una experiencia
en Estados Unidos, no es en sí una idea concreta, sino
más bien un sentimiento, una referencia utópica
que permita sentirse parte de algo común. Lo que se ha
llamado el nacionalismo negro, muchas veces se queda en una necesidad
de articulación, de autonomía de las y los afrodescendientes.
La feminista afroamericana Bell Hooks en este orden plantea:
“Como estrategia de supervivencia, el nacionalismo negro
sale a la superficie con más fuerza cuando la expropiación
cultural blanca de la cultura negra amenaza con descontextualizar,
y, con ello, borrar el conocimiento del contexto histórico
y social específico de la experiencia de los negros a partir
de la cual surgen los productos culturales y estilos distintivos
de los negros. Sin embargo, la mayoría de los intelectuales
blancos que escribe críticas respecto a la cultura negra
no ven las dimensiones constructivas del nacionalismo negro y
más bien tienden a verlo como un esencialismo ingenuo,
arraigado en nociones de pureza étnica semejantes a las
suposiciones racistas de los blancos.. el nacionalismo negro es
más bien un gesto de impotencia que una señal de
resistencia crítica ( Hooks.96:27-31).
No obstante lo anterior apuntar a la idea de nacionalismo es seguir
creando fronteras entre seres humanos, conlleva limitar territorios
geográficos, culturales, y sociales. Es reproducir lo mismo
que los sectores racistas y dominantes han hecho con los y las
afrodescendientes negándoles la posibilidad de circulación,
de negarse al mestizaje racial y cultural para crear y recrear
nuevas culturas.
Por otro lado, parte el movimiento Rastafari ha sostenido la idea
de volver a Africa, “nuestra tierra madre”, una añoranza
histórica por haber sacado a nuestros antepasados y antepasadas
forzosamente de ese continente.. La pregunta es: ¿Qué
impacto para el racismo tiene esta estrategia? Simplemente nos
mantendrá en la añoranza, nos mantendrá complacientes
ante el sistema capitalista neoliberal que tiene efectos devastadores
hoy y aquí en nuestro contexto, nos mantiene en la auto
segregación negando la posibilidades de mestizajes culturales
necesarios e imposibles de negar hoy día por el flujo de
las migraciones a gran escala, mestizajes que si es posible generar
sin privilegios y sin victimizaciones.
Que “Lo negro” sea nuestra prioridad política
también mantendrá el dualismo, construyendo un Yo
siempre en oposición a otro que es el blanco. La construcción
de sujetas y sujetos políticos implica salirse de esa lógica
binaria y entender los contextos históricos que si bien
tienen que ser cuestionadores a la supremacía blanca deben
traspasar esa visión que permita ver las causas estructurales
del racismo como algo más complejo y que incide en todas
las instancias de la sociedad.
Nuestra lucha continua debe ser la “descolonización”
que se oponga a la imposición de la autenticidad, de la
universalización, de la generalización y la estatificación
de la experiencia negra. Rechazar el esencialismo implicará
reconocer nuestras múltiples experiencias, las diferentes
condiciones de vida y también las diversas producciones
culturales sino las identidades como dice Yuderkys Espinosa, feminista
dominicana serán:
“una camisa de fuerza para la expresión mayúscula
y el respeto a la diversidad… Se convierte entonces esto
de la socialización y el proceso idílico de constitución
de las identidades de genero, raza, etnia, etc., en un verdadero
ejercicio de represión, de regulación y sujeción
de los sujetos.” (Espinosa, 1998: 3)
El concepto que ha impulsado el movimiento negro mixto y de mujeres
de “afrodescendiente” es un avance en nuestro accionar
político pues nos ayuda a revelar la memoria histórica
de la colonización y la esclavitud y los efectos de esos
hechos hoy día en nosotras y nosotros. Hace que nuestras
luchas políticas sean basadas en hechos y conflictos históricos.
Pero no solo debemos quedarnos en los conceptos, nuestras estrategias
y acciones deben ser definidas para contrarrestar las políticas
neoliberales, el racismo estructural y la dominación cultural.
Hasta aquí he demostrado la importancia que tiene apelar
a las identidades y al mismo tiempo los peligros que implica asumirla
como objetivos políticos. Con ello quiero sostener que
no se trata de de rechazar las identidades o asumirlas del todo,
porque en un mundo como el nuestro donde los sectores de poder
dominantes mantienen sus certezas de quienes son, es necesario
mostrar ciertas certezas a la hora de definirnos y en ese sentido
autoafirmarnos. No es casual que sea a las negras y negros a quienes
siempre nos señalen de esencialistas y que quienes lo hagan
son generalmente académicos y académicas blancas.
Hay que partir de la experiencia negra para entender todas estas
implicaciones que tiene la identidad y la necesidad del reconocimiento
y de diferencia cultural. Identidades y diferencias que no solo
deben ser analizadas en el plano del discurso académico,
sino que atraviesa nuestras emociones y nuestras aspiraciones.
Bell Hooks nos refuerza diciendo: ”Dada la omnipotencia
de una política supremacista blanca, cuyo objetivo consiste
en impedir la formación de una subjetividad negra radical,
no podemos menospreciar las políticas de identidad”
( Hooks:1990:3)
Es por todo lo anterior que creo que cuando analizamos la política
de la identidad tenemos que hacer relativizaciones en función
de entender que por un lado abren la posibilidad de un reconocimiento
de las experiencias de los grupos sociales y permite la constitución
de subjetividades radicales y por otro lado nos lleva a esencialismos
desviando nuestras luchas solo por la construcción de sujetos
psicosociales. El racismo no se da en el ámbito del pensamiento
sicologizante. Si tiene efectos sobre nuestras vidas y nuestras
emociones, pero sus causas están fuera de esta esfera.
Por eso creo que el proceso de construcción de sujetas
políticas debe ser la reafirmación y al mismo tiempo
la deconstrucción de identidades. La propuesta es pues
mantenernos alertas en dónde están sus limitaciones
y sus fortalezas, siempre viéndolas como estrategia coyuntural
y de procesos, no así como nuestro objetivo final de lucha.
A Manera De Conclusión
El análisis de la política de la identidad debe
partir de un entendimiento de cómo se van elaborando los
conflictos sociales y los discursos hegemónicos, para poder
visualizar sus profundas contradicciones. No debemos asumir una
posición simplista de rechazarlas o de asumirlas. Es un
tema complejo en la acción política, pues al tiempo
que podemos pensar que estamos contrarrestando sistemas de dominación,
podríamos estamos contribuyendo a su perpetuación
y viceversa.
Entender las identidades como productos sociales, cambiantes,
fluctuantes nos puede favorecer tanto para no caer en esencialismos
como no acusar de esencialistas a muchas posiciones políticas
que asumen grupos sociales que no son legitimados ni reconocidos.
Entender que si nos quedamos atrapadas en las identidades supondrá
un reduccionismo que perderá de vista nuestra historia
y sus procesos y la forma en que el racismo se va expresando en
nuestras sociedades a través del tiempo.
En ese sentido para concluir propongo algunas estrategias que
creo importantes:
Primero: debemos entender que la construcción y deconstrucción
de identidades implica un ir y venir en la lucha contra el racismo,
el sexismo, el clasismo y el heterosexismo según los contextos,
hegemonías y coyunturas políticas. Por tanto conlleva
tanto elementos de reafirmación y de negación.
Segundo: creo para lograr una transformación social debemos
tener una propuesta política articuladora, es decir una
utopía de sociedad que permita concebir sistemas de opresión,
exclusión y marginación como sistemas de dominación
articulados. La intervención política debe contemplar
entonces estrategias también articuladas.
Tercero: por lo anterior debemos en la lucha política priorizar
alianzas con aquellos sectores de mujeres que son atravesados
por esos sistemas de dominaciones: racismo, sexismo clasismo,
heterosexismo y que en ello se sustente una nueva práctica
política feminista que no nos siga atomizando en las especificidades
de cada grupo social.
Cuatro: y que pasa por nuestras subjetividades y emociones. Debemos
retarnos a la posibilidad de trabajar nuestro propio racismo,
nuestras propia lesbofobia y nuestro propio clasismo, pues si
seguimos reproduciendo privilegios en nuestras relaciones interpersonales,
las estructuras sociales no son posibles de cambiar y viceversa,
lo cual es un viejo principio feminista, pero nunca está
demás recordarlo de nuevo ya que es la parte que más
nos cuesta asumir.
NOTAS
1.- De ninguna manera asumimos la existencia de la raza como característica
biológica de clasificación humana, más bien
asumimos la concepción de “ raza social”, entendida
como la construcción simbólica, cultural, y sobre
todo política, que se ha hecho de lo biológico,
estrategia en que se donde se sustenta el racismo.
2.- El tema del cuestionamiento a la heterosexualidad obligatoria
como normativa ha sido poco analizado y abordado por el movimiento
de mujeres negras. No ha sido visto como un problema que está
ligado al racismo, a pesar de las muchas lesbianas existentes
en este movimiento. No obstante algunos grupos como el Grupo Criola
y el Colectivo de Lesbianas de Río de Janeiro, ambos en
Brasil y algunas lesbianas independientes de otros países
han hecho intentos en abordarlo como otro sistema de dominación
articulado al racismo.
3.- En este texto aparecerán los términos afrodescendiente
y negra a veces como sinónimo, debido a que no todas las
mujeres han pasado por procesos de reflexión en torno a
esta categoría y sus implicaciones políticas. Mi
postura es asumir afrodescendiente porque establece una relación
con hechos históricos concretos como fueron la colonización
y la esclavitud.
4.- La investigación es un análisis de las estrategias
políticas de grupos de mujeres negras frente al racismo.
Los ejes centrales investigados son nociones de identidad, visión
sobre racismo, impacto del financiamiento en sus procesos organizativos,
estrategias contra el racismo y la articulación regional.
En este momento nos encontramos en la etapa final del análisis
de las informaciones. Pretendemos que los resultados salgan publicados
al final del año 2003. Es una producción de Casa
por la Identidad de las Mujeres Afro en República Dominicana.
5.- En 1665 dos buques españoles naufragan en las costas
de San Vicente, los esclavos que eran transportados se refugian
en las montanas de la isla. En poco tiempo los africanos adoptan
ciertas costumbres de los caribes, dentro de estas su lengua:
igñeri. Los españoles se establecieron también
en la isla explotando las tierras trayendo mas esclavos africanos
para el trabajo agrícola, a pesar que los caribes ponían
resistencia. Muchos africanos se relacionaron con mujeres caribes
y establecieron familias obteniendo como resultado un mestizaje
africano y caribe produciendo los garífonas; de la palabra
original Garinagu. Encontramos poblaciones garífonas en
la costa norte de Honduras desde Masca, Departamento de Cortés,
hasta el Departamento de Gracias a Dios. También se encuentran
en seis centros urbanos de Belice, en una comunidad en Guatemala
y en dos comunidades de Nicaragua
6.- Nos dimos cuenta que en Honduras muchas
personas hablan de “indios “ y “ ladinos”
como sinónimos.
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Rio de Janeiro
17 de mayo, 2003
* Ochy Curiel. Es investigadora y consultora con especialidad
en Ciencias Sociales. Es activista del movimiento feminista, de
mujeres negras y del movimiento lésbico latinoamericano
y caribeño. También es compositora y cantante, Nació
en República dominicana y actualmente vive en México.
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