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Un primer logro de la resistencia iraqui


El fin del mito de la "guerra sin bajas"

 

Juan Chingo

Especial para Partes de Guerra

28/03/03

 

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Qué mostraron los primeros ataques

La década pasada estuvo llena de espejismos, como consecuencia del ultra optimismo y la sobreproducción de ideología imperialista que emergió después de la debacle de la ex URSS.
El cuento del "fin de la historia", que auguraba el dominio incuestionado de la democracia capitalista o "liberal". La burbuja de las "punto.com", empresas con valuaciones accionarias astronómicas que no registraban ganancias. El verso de la "nueva economía", que hacía obsoleta la necesidad de la producción material. El irreversible avance de la "globalización" de la economía mundial, donde los estados nacionales y la competencia interimperialista eran cosa del pasado. La creencia en un crecimiento ininterrumpido norteamericano, que dejaría atrás las crisis capitalistas. Todos estos mitos fueron cayendo uno a uno.
Esta vez le toca el turno al mito de las "guerras sin bajas", con el cual la burguesía norteamericana y los estrategas del Pentágono garantizaron el apoyo de la población a sus incursiones imperialistas en la era post Vietnam. La tenaz resistencia iraquí que se está desarrollando frente a la agresión anglo norteamericana, comienza a echar por tierra esta última falacia.
A una semana de iniciada la invasión a Irak, el balance para las fuerzas aliadas es contradictorio. Por un lado, la movilización de un convoy de infantería mecanizada por un largo corredor en el desierto, acercándose amenazadoramente a Bagdad, se ha desarrollado con una extraordinaria rapidez. Por el otro, las expectativas de un colapso inminente del régimen hasta hoy no se materializaron. Más aún, en su avance las tropas de la "coalición" han encontrado una resistencia mayor de la esperada. Las fuerzas iraquíes les han montado un nuevo e inesperado desafío: emboscadas y una guerra de guerrillas, provocándole a EE.UU. la mayor cantidad de muertos en combate en un día desde la guerra de Vietnam. A pesar de haber tratado de evitarlo, EE.UU. tiene que lograr su victoria en Irak con el viejo método usual a todas las guerras: peleando. Este es el significado de los reveses tácticos del ejército norteamericano en los últimos días, que ha dejado atrás el mito de las "guerras sin bajas".

 

El plan de guerra norteamericano: estrategia temeraria, táctica cautelosa

 

La estrategia norteamericana para la guerra en Irak se basaba en la siguiente premisa: liquidar al régimen sin devastar el país. Este plan de guerra no surge de la magnanimidad hacia el pueblo iraquí de los norteamericanos, quienes no dudaron en tirar la bomba atómica en Hiroshima y provocaron millones de muertos en la guerra de Vietnam, ni de la mayor precisión de sus armas de destrucción masiva, aunque el avance técnico en el arte de la guerra es sorprendente e indudable.
Esta estrategia de guerra surge del difícil paralelogramo de fuerzas que cruza la invasión imperialista, tanto en Irak y en Medio Oriente como a nivel internacional, donde su operación no cuenta con la menor legitimidad. En Irak, el ejército norteamericano pretende aparecer como liberador y no como un invasor, lo que haría la ocupación del país enormemente costosa. Con esto busca a su vez neutralizar el antiamericanismo de las masas en la región, y al enorme movimiento antiguerra que ha surgido en los principales países imperialistas.
Esta estrategia que podríamos calificar de temeraria es lo que dio origen a una táctica cautelosa: el empleo de la fuerza en forma "selectiva", eligiendo "buenos" y "malos" iraquíes, la destrucción limitada de las instalaciones civiles, etc., buscando reducir al mínimo los costos de la guerra. El diario sionista Haaretz, lo reseña de la siguiente manera: "Las maniobras, en el terreno y en Washington, reflejan una perspectiva sofisticada sobre la naturaleza de la guerra, en general, y sobre las cuestiones militares en el siglo XXI, en particular. Una prioridad central está siendo dada a las consideraciones estratégicas en el nivel nacional, mientras también tiene en cuenta las alianzas y las implicaciones para otras partes del mundo. Esto dicta cómo las operaciones son manejadas en el terreno y, consecuentemente determina las tácticas empleadas por los comandantes de las distintas fuerzas. El conjunto del plan tiene el objetivo de golpear contra Saddam y sus más leales, mientras hace una distinción entre este grupo y el resto de los iraquíes. La idea es tratar de romper la voluntad de los iraquíes a resistir la irresistible fuerza que los americanos amenazan emplear. Esto es someter a los iraquíes sin tener que devastar Irak." (Haaretz, 23/03/03).

 

La "honorable resistencia iraquí": ¿El inicio de una guerra de liberación nacional?

 

Pero los "fríos" e "inteligentes" planes del Pentágono están chocando con la inesperada resistencia iraquí. Contra las expectativas de los aliados, que esperaban encontrarse con un ejército derrotado y desmoralizado, así como ser recibidos con los brazos abiertos por la población, no se han producido deserciones masivas ni ha habido una sola imagen de los iraquíes dándole la bienvenida a las tropas de EE.UU.
Lejos de esto, las fuerzas anglo-norteamericanas se encontraron con una serie de emboscadas y una guerra de guerrillas que les han infligido sus primeras bajas. Estas formas de combate pueden causar confusión en las tropas enemigas y crear oportunidades tácticas y estratégicas para las fuerzas iraquíes en determinadas confrontaciones. Pero lo más importante, es que esta "honorable resistencia iraquí" -como la llaman los diarios de la región comparándola con la Intifada palestina contra el estado de Israel o la lucha del Hezbolá contra el ejército sionista tras la ocupación del Líbano en 1982-, ha aumentado la moral de la población y de las fuerzas que están defendiendo las ciudades. Aunque estamos sólo a 7 días de iniciada la guerra, y pequeñas "victorias" de la resistencia pueden darse sin cambiar el curso de la guerra -como fue el caso del extraordinario hundimiento de la fragata inglesa Sheffield atacada por la aviación argentina durante la guerra de Malvinas bajo la dirección de la dictadura militar- es importante resaltar estas nuevas tendencias generales.
Es que de desarrollarse y generalizarse la resistencia iraqui puede cambiar el carácter de la guerra, transformándose en una guerra de liberación nacional que unifique a la nación oprimida contra las fuerzas imperialistas. Esto es lo que estaría comenzando a mostrar el regreso de los refugiados iraquíes de Jordania a pelear por su tierra a pesar de ser opositores al régimen del partido Baath, los funerales con movilizaciones masivas en las calles de Bagdad o Nasiriya, el importante despliegue de las milicias fedaiyines que se han convertido en una de las piezas fundamentales de la resistencia militar, el creciente odio que despierta en la población el ejército de la "coalición" aún en aquellos que apoyaban al principio la intervención norteamericana, cuestiones todas que podrían profundizarse considerablemente si el ejército norteamericano decide entrar a las ciudades o someterlas a un sitio devastador como el que ya se está sintiendo en la ciudad de Basora.
Así comienzan a describirlo, sin saberlo, algunos periodistas occidentales, como la corresponsal del diario La Nación en el sur de Irak. Esta dice: "La bandera blanca que lleva una carreta tirada por un burro puede ser un engaño. El vendedor de tomates podridos vestido con dishdasha -la típica túnica iraquí- puede ser una activista del partido Baath a punto de cometer un atentado contra los occidentales asaltándolos o, directamente, pegándoles un tiro. El hombre de la estación de servicio que te carga la nafta diciéndote: "Welcome, americans good", haciendo con los dedos la V de la victoria, puede ser el ideólogo de una emboscada mortal. Así es el clima que se respira hoy en el sur de Irak." (LN, 25/03/03) Estas imágenes hacen recordar la "batalla de Argelia", la guerra de liberación nacional del pueblo argelino contra la ocupación colonial francesa en los '60 o la guerra de Vietnam. ¿Se reeditarán estas luchas heroicas a las orillas del Tigris y el Eufrates?
No lo sabemos. Junto a la disposición de las masas y las fuerzas armadas del país agredido, para que se desarrolle esta perspectiva, los iraquíes deberían conseguir desde el punto de vista militar un "santuario" en algún país limítrofe que les dote de retaguardia, armas y alimentos -como fue Camboya en la guerra de Vietnam y la entrega limitada de armas de las burocracias rusa y china-, extendiendo las fronteras de la guerra. Si la resistencia iraquí se prolonga, esta perspectiva podría ser el subproducto de un proceso revolucionario en algún país, como Siria.
Pero el principal problema es político. A diferencia de Vietnam y Argelia, la dirección burguesa de Hussein es un obstáculo absoluto para transformar la guerra actual en una auténtica guerra de liberación nacional y social, carácter que en cierta medida tuvieron aquellas gestas revolucionarias a pesar de la dirección estalinista de Ho Chi Minh, en el primer caso o, la dirección nacionalista pequeñoburguesa de Ben Bella, en el segundo. En este caso, el carácter reaccionario de la dirección política y el objetivo limitado que esta le imprime a la defensa del país, la supervivencia del régimen, deben ser superados al calor de la guerra ya que las masas no estarán dispuestas a enormes sacrificios sólo para defender a Saddam. De ahí la importancia de una dirección y un programa revolucionario que una el carácter progresivo de la lucha por la defensa de la nación oprimida contra el imperialismo con los métodos y los objetivos de la revolución proletaria .
Lo cierto es que el temor de que de la actual guerra genere fuerzas sociales revolucionarias hostiles a la dominación imperialista ya ronda la cabeza de algunos analistas norteamericanos como el columnista David Ignatius, del Washington Post, quien se pregunta: "¿Se repetirán las dificultades en el sur en una mayor y más peligrosa escala en la decisiva batalla por Bagdad? ¿Los intentos americanos de destruir la determinación iraquí no terminarán en cambio fortaleciéndola, como a menudo sucede en la guerra? El desafío militar norteamericano, en los días o semanas que quedan del combate, debe ser evitar transformar el odio popular contra Hussein en resentimiento contra el "choque e intimidación" del coloso militar que ha venido a derribarlo." (WP, 23/03/03). Lo que más alienta esta perspectiva es la movilización de las masas tanto en los países de la región como en los países imperialistas.

Los otros "teatros de operaciones de la guerra"

 

La lucha contra la guerra imperialista no se libra sólo en Um Qasar, Basora, Nasiriya, Kerbala y Bagdad sino que también se desarrolla en la llamada "calle árabe" y en las ciudades de Nueva York, Chicago, San Francisco, Madrid, Barcelona, Londres, Melbourne, Sydney y otras alrededor del mundo.
Si el desarrollo del combate en el teatro militar iraquí prolonga en el tiempo las operaciones militares y aumenta el costo de la agresión imperialista, las batallas que se den en el teatro de operaciones regional e internacional tienen un carácter decisivo para derrotar la agresión imperialista.
Una muestra de esto ya comienza a verse. Los estudiantes universitarios y las barriadas pobres de El Cairo han salido espontáneamente a las calles contra EE.UU. y sus propios gobernantes con una violencia raramente vista en las manifestaciones controladas por la policía en Egipto. Con banderas que decían "¡Vergüenza a EE.UU.!", los manifestantes cantaban: "El pueblo de Basora son nuestros hermanos, ellos son pobres como nosotros".
En esta solidaridad de clase entre la clase obrera, los estudiantes y los pobres urbanos de Egipto con las masas oprimidas y explotadas iraquíes está la poderosa fuerza social que de ponerse en movimiento puede darle un golpe de gracia al plan guerrerista del imperialismo, echando por tierra a los reaccionarios gobiernos árabes de la región como el de Egipto, un aliado clave junto con Israel para el dominio norteamericano en Medio Oriente. "¡Abajo los líderes árabes!" y "¡Fuera, fuera Mubarak!" coreaban en las manifestaciones. Un proceso revolucionario en Egipto que tirara a un cipayo del imperialismo como Mubarak, podría alterar significativamente la ecuación estratégica en la región para el imperialismo.

El otro aliado fundamental de las masas iraquíes, son la clase obrera, los estudiantes y demás sectores populares que se vienen movilizando en los países imperialistas. Aunque la pretendida guerra "limpia" del Pentágono de los primeros días pudo haber neutralizado a algunos manifestantes ha agudizado la conciencia de otros. "La gente podría estar viendo la televisión y decir: ¡hey, no es tan malo! Pero no están viendo hacia adelante. Pagaremos por esto por décadas", dijo una manifestante que marchaba en Nueva York con una pancarta que decía: "¿Corta guerra? Corta vista". Otro manifestante decía: "Ellos piensan que están siendo muy específicos con sus objetivos, pero aún están matando gente y también están gastando el dinero de cosas como el sistema de salud", mientras llevaba un cartel que decía: "Misiles guiados, personas perdidas". Otro más decía: "Bombas inteligentes, política estúpida". (Boston Globe, 23/03/03).
Con el inicio de las hostilidades contra Irak el movimiento antiguerra se ha endurecido, aumentando los choques con las fuerzas represivas del estado y los detenidos por éstas. Los trabajadores de los países centrales, el factor decisivo que puede paralizar la maquinaria de guerra imperialista, aunque realizó medidas simbólicas en algunos países, por responsabilidad de sus direcciones burocráticas no ha participado con sus propios métodos en las movilizaciones contra la guerra. Si los síntomas de radicalización enunciados más arriba se desarrollan, estos podrían contagiar a sectores más amplios del movimiento, haciendo más difícil el control del mismo por parte de las burocracias obreras y reformistas que buscan orientarlo hacia una política de presión a los gobiernos imperialistas. Esto reduciría enormemente la capacidad del imperialismo en su propio seno para ejecutar la guerra, lo que aunado a la resistencia iraquí y de las masas árabes puede derrotar la ofensiva imperialista.

 

Irak y las dificultades de la neocolonización imperialista a comienzos del siglo XXI

 

En última instancia, tanto el plan original norteamericano como las dificultades que está encontrando el mismo, se basan en dos presupuestos más generales que afectan al intento de neocolonización norteamericano al inicio del siglo XXI comparado con la anterior oleada de colonización imperialista de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Del lado de la potencia opresora, a pesar de que circunstancialmente el presidente Bush concita el apoyo mayoritario de la población para la guerra, este apoyo tiene un carácter ambiguo, basado en lo que algunos llaman la "falta de vocación imperial" de la población norteamericana. A falta de un enemigo identificable, el imperialismo norteamericano encuentra difícil cooptar sólidamente a su población detrás de una misión imperialista, a diferencia de las viejas potencias coloniales europeas que presentaban la colonización como una misión "civilizadora" sobre pueblos atrasados y que repartieron sobre las capas aristocráticas de sus proletariados parte de las migajas que se caían de la opresión colonial.
Esta reluctancia a un curso neocolonizador sostenido se expresa hoy día en la poca disposición a aceptar bajas en operaciones militares. En el pasado, eso se resolvió apelando a valores morales o liberales. Como muestra el teórico del realismo ofensivo, J. Mearsheimer, "las políticas realistas pueden ser justificadas con una retórica liberal sin tener que discutir las realidades de poder subyacentes. Esta coincidencia, permite venderlas fácilmente. Por ejemplo, EE.UU. luchó contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial y el comunismo en la Guerra Fría por razones enteramente realistas. Pero ambas peleas eran también consistentes con principios liberales, y de esta manera los políticos tuvieron poco problema para venderlas al público como conflictos ideológicos." (The Tragedy of Great Power Politics)
Comparada con el fascismo o la Guerra Fría, la actual "guerra contra el terrorismo" - y mucho menos la ocupación militar de Irak apelando esencialmente a razones de seguridad interna como justificación - , no brinda a la población un sustento ideológico lo suficientemente fuerte para sostener una operación imperialista a largo plazo. Esta es la debilidad interna de la actual invasión a Irak, por más que Bush y sus corifeos , los neocon o imperialistas "democráticos" pretendan presentar esta a último momento como un intento de liberar al sufrido pueblo de Irak de su tirano como una posible plataforma para llevar la democracia al conjunto de Medio Oriente.
Pero más importante aún que esta realidad es el hecho histórico de que hoy en día no hay consentimiento para una administración colonial como en el pasado. El historiador inglés Eric Hobsbawm refiriéndose a la India, la principal colonia británica, demuestra que "cuando los ingleses conquistaron la India, consiguieron administrar aquel país durante un periodo muy largo, con poco más de una decena de millares de hombres, soldados incluidos. Tengamos en cuenta que gobernaban un país habitado por centenares de millones de personas: eso habría sido imposible si la mayoría de la población no hubiera decidido aceptar el régimen. Los indios ya habían aceptado otros gobiernos extranjeros en el pasado y también atacaron el británico en esta ocasión. Esta es la razón del extraordinario éxito obtenido por la mayoría de las potencias europeas en la administración de extensos imperios coloniales. En definitiva, "fueron muy pocos los pueblos que se resistieron, y por supuesto de ningún modo los que ya estaban habituados a vivir bajo un gobierno de un tipo u otro. Los únicos que no se plegaron a la férula colonial fueron los pueblos que vivían en sociedades sin estado; tal fue el caso de Afganistán, de las sociedades tribales del salvaje oeste, de los kurdos, de los bereberes de Marruecos." (Entrevista sobre el siglo XXI, Eric Hobsbawm)
Hoy esta situación es impensable, después de años de lucha, sacrificios y millones de muertos que implicó la liberación nacional de las colonias . Estas experiencias, a pesar de no haber logrado resolver las causas estructurales de la dependencia, hacen hoy más difícil aceptar la dominación imperialista, es decir , una autoridad superior ajena, menos aún cuando estas operaciones no están recubiertas por los motivos humanitarios, como fue el caso de la intervención en Kosovo o Timor del Este en los 90. En otras palabras, podemos decir que el siglo XX no ha pasado en vano desde el punto de vista de la conciencia adquirida por el movimiento de masas sobre sus derechos democráticos elementales . Desde esta perspectiva histórica, el proyecto norteamericano de rediseñar el Medio Oriente, empezando con Irak, es una apuesta aventurera que está condenada al fracaso o, en el mejor de los casos de obtener éxitos parciales, estos impondrán una pesada carga a su hegemonía imperialista, no sólo en la región sino en el conjunto del planeta que pueden terminar acelerando su declinación histórica.

 

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