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Movilizaciones en todo el mundo el primer día de la guerra


¡Por el triunfo militar de Irak!

 

Claudia Cinatti

La Verdad Obrera #117

21/03/03

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El 20 de marzo, cientos de miles se movilizaron en las principales capitales y ciudades del mundo en repudio a la guerra imperialista. Apenas iniciado el bombardeo, Melbourne fue paralizada por una movilización masiva. En Atenas, 100.000 jóvenes y trabajadores tomaron las calles. En Milán se movilizaron 45.000 y decenas de miles en Corea del Sur. Los estudiantes secundarios marcharon en Berlín, Francia y Londres (ver artículo). Mientras tanto los sindicatos italianos han convocado a paros contra la guerra, al igual que los sindicatos griegos. En EE.UU., se realizaron movilizaciones y acciones de desobediencia civil, enfrentando arrestos masivos. Miles de estudiantes marcharon en El Cairo al grito "¡Abajo los gobiernos árabes! ¡Abajo Mubarak!", enfrentándose duramente con la policía.
Los gobiernos guerreristas tratarán de soldar una unidad nacional reaccionaria tras el apoyo a los soldados y tropas que están en el Golfo. Alimentando el "patriotismo" buscarán neutralizar la oposición interna y aislar, debilitar y perseguir a los sectores más radicalizados del movimiento antiguerra aplicando sus leyes "antiterroristas".
Para esto cuentan con la enorme maquinaria de los medios de comunicación y la lealtad de liberales, demócratas y progresistas que hasta ayer se oponían a una guerra "unilateral" sin apoyo de la ONU, pero se han alineado con sus gobiernos tras el comienzo de las hostilidades.
Tras el comienzo de la guerra, la ONU ha quedado expuesta ante aquellos que tenían ilusiones en que las inspecciones de armas y la diplomacia de las potencias imperialistas como Francia, Alemania o Rusia podrían detener esta nueva masacre en Irak.
El presidente francés Jacques Chirac, resignado ante el ataque norteamericano, lamentó esta guerra "sin apoyo de la ONU" y deseó que "fuera corta y no se transforme en una catástrofe humanitaria". Al igual que los gobiernos de Alemania y Rusia tratarían ahora de prepararse para el rol de la ONU en la posguerra y defender sus intereses en la región. Los objetivos reaccionarios de esta guerra ya están claros para centenares de miles que en todo el mundo gritan "No a la sangre por petróleo" o "Bush y Blair asesino de los pueblos". Las recientes protestas no alcanzaron para evitar que comience la guerra, aunque deslegitimaron la ofensiva imperialista y debilitaron a los gobiernos europeos aliados de EE.UU.
Bush está intentando cubrir este nuevo crimen diciendo que "el día de la liberación del pueblo de Irak está cerca" y que uno de sus objetivos es instaurar la "democracia" en Irak. Esta es una mentira descarada. Las potencias imperialistas como EE.UU. apoyan a dictadores y "tiranos" cuando son funcionales a sus objetivos y cuando dejan de serlo los acusan de ser "nuevos Hitlers". Tras el derrocamiento de Hussein, Irak será un país ocupado y sometido por fuerzas extranjeras con un gobierno títere, ya sea bajo la forma de una nueva dictadura o de una administración civil, incluso con la participación de la ONU. La ocupación de Irak sería así una plataforma para lanzar el rediseño de Medio Oriente, que podría comenzar con imponer una solución reaccionaria al conflicto palestino que implicará la negación de sus derechos nacionales. Con esta guerra EE.UU. buscará darle una lección a las masas y los pueblos oprimidos que intenten desafiar el poderío imperialista y fortalecer su hegemonía mundial.
Por esto el único resultado progresivo para las masas de Medio Oriente y los explotados del mundo es la derrota de EE.UU. y sus aliados. Sin darle el mínimo apoyo político al reaccionario régimen de Hussein, que en el pasado fue un agente abierto del imperialismo, opresor de su propio pueblo y de las minoría kurda y chiíta, estamos por la victoria militar de Irak frente al imperialismo y defendemos su derecho a usar todos los medios disponibles a su alcance para repeler y derrotar la agresión anglo-norteamericana. Este sería un duro golpe a las fuerzas más reaccionarias del planeta y debilitaría a sus aliados, demostrando que el poderío militar, político y económico del imperialismo no es invencible.
Para esto es necesario reforzar la movilización y radicalizar las acciones del movimiento antiguerra, generalizar los ejemplos de los secundarios ingleses que abandonaron sus clases, de los activistas que bloquean los trenes con municiones y tropas, de los jóvenes australianos que aislaron Melbourne. El profundo odio contra la opresión norteamericana en el mundo árabe debe transformarse en movilizaciones de masas contra sus gobiernos reaccionarios que han presionado a Hussein para que renuncie y facilite el "cambio de régimen" que reclama EE.UU. En todo el mundo tenemos que rodear las embajadas, los parlamentos y las sedes de los gobiernos agresores. Pero para paralizar efectivamente la maquinaria militar es necesaria la acción masiva de los trabajadores con sus métodos y programa, es decir: con la huelga general para impedir el funcionamiento de los trenes, los puertos, las fábricas militares, las administraciones estatales y paralizar la economía capitalista, afectando los intereses de los grandes monopolios. La derrota de la ofensiva imperialista contra Irak sólo será posible con la unidad de la clase obrera y los jóvenes en los países centrales y en los países semicoloniales en una lucha común que empiece a plantear el enfrentamiento al propio sistema capitalista imperialista, principal causante de la guerra.

 

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