Estrategia Internacional N° 9
Julio/Agosto  - 1998

COMIENZA A SURGIR UN NUEVO MOVIMIENTO OBRERO

Laura Lif y Susana Sacchi

Introducción

La clase obrera argentina ha sido parte de la etapa de revueltas a nivel internacional (de fines de los 80 y comienzos de los 90) con el Santiagueñazo, que abrió en diciembre de 1993 una fase de revueltas espontáneas en las provincias del interior del país que pusieron un límite a los planes de la rapiña del gran capital y el imperialismo. Luego, como parte de la contraofensiva de masas abierta en varios países a partir de la huelga general de los estatales franceses en el 95, la clase obrera ha protagonizado dos oleadas ofensivas, con los paros generales del 96 y con los levantamientos obreros y populares de Cutral-Có y Jujuy en 1997.

¿Pero es acaso el viejo movimiento obrero argentino, con poderosos sindicatos, con comisiones internas y cuerpos de delegados que nucleaban a la mayoría del proletariado, e importantes conquistas subproducto de grandes luchas, el que ha entrado en escena? Nuestra tesis es que ha comenzado a surgir un nuevo movimiento obrero, que manteniendo algunas de sus viejas formas, es sin embargo cualitativamente distinto al que conociéramos en las últimas décadas. Este nuevo movimiento obrero surge a fin de siglo con la pérdida de importantes conquistas y con una gran crisis de sus viejas organizaciones (los sindicatos y la CGT que organizaba a la inmensa mayoría de la clase obrera), producto de las traiciones de la burocracia. Pero tanto en la resistencia como en la contraofensiva, desarrollando una gran espontaneidad en cada uno de sus combates, con elementos de radicalización en sectores alejados de la gran concentración proletaria urbana (en el interior del país), comenzó a mostrar su enorme potencial.

En Argentina en los últimos años y desde diversos ángulos, importantes sectores de la intelectualidad y de la izquierda han cuestionado la potencialidad revolucionaria del movimiento obrero. Con todo tipo de teorías funcionales a intereses políticos concretos, estos sectores moldean la conciencia de la vanguardia y de las capas avanzadas que han surgido en los últimos años. Indudablemente, las nuevas camadas de jóvenes obreros, estudiantes, etc. no han visto a la clase obrera en grandes acciones revolucionarias, incluso la han visto retroceder por momentos, dejando importantes conquistas en el camino. Han visto a la clase obrera más concentrada del país salir a la lucha bajo la dirección de la burocracia que aunque empantanando el ataque burgués, no logró resultados decisivos. Han visto grandes acontecimientos en pequeñas y lejanas ciudades del interior como fueron los levantamientos de pueblos enteros encabezados por los desocupados, tomando en sus manos la resolución de sus demandas en Cutral-Có y Jujuy que terminaron en "Planes Trabajar"1, y también heroicos, pero aislados combates contra la burocracia de uno de los sectores más concentrados del movimiento obrero, como la FIAT Córdoba, terminar en una derrota.

Pero esta experiencia que moldea a las nuevas generaciones es sin embargo sólo una parte de la realidad y no la realidad misma. Los límites de las luchas obreras de los últimos años, en sus resultados inmediatos, no dan cuenta por sí mismos de la dinámica de los acontecimientos en curso, de la verdadera relación de fuerzas que subyace como telón de fondo.

Mientras la burguesía, a través de sus instituciones, produce todo tipo de ideologías al servicio de que la clase obrera no tome conciencia de sus propias fuerzas, el reformismo y, hasta cierto punto el centrismo, las reproducen. Nosotros sostenemos que aunque no ha protagonizado aún acciones revolucionarias independientes, de carácter nacional, este nuevo movimiento obrero, con batallones reconcentrados en grandes empresas industriales y de servicios en las ramas más dinámicas, desde el 93 viene dando duros combates políticos y sentando jalones de subjetividad que muestran un camino en la recomposición de la unidad de sus filas y en la adopción de métodos de lucha y autoorganización avanzados, superiores a los vistos en muchos años en la Argentina. Sostenemos también que cada combate no dado y cada derrota o desvío en el seno de la clase obrera se asienta en grandes traiciones y capitulaciones de las direcciones burocráticas y reformistas. Que la desocupación, que como la espada de Damocles pende sobre el movimiento obrero al momento de salir a luchar, no impidió que, a pesar de la odiada burocracia sindical, protagonizara los paros generales de agosto y setiembre de 1996 y los transformara en grandes manifestaciones políticas contra el gobierno.

Por esto, contra toda visión facilista (que considera intactas las fuerzas de la clase obrera) o derrotista (que opina que el movimiento obrero se encuentra históricamente derrotado) sobre las vías de la recomposición de la subjetividad de la clase obrera argentina a fines del siglo XX, el objetivo de este artículo es intentar dar cuenta del surgimiento de este nuevo movimiento obrero, de sus crisis estructurales, de la impotencia de sus organizaciones en manos de la burocracia y esbozar algunas tesis centrales de los sintomáticos jalones de subjetividad y combatividad que éste ha puesto en la escena política nacional.

Porque este es un proceso abierto y no terminado es que queremos detenernos en los rasgos específicos y el lenguaje concreto que rigen en el movimiento obrero de los 90 para sacar las conclusiones que nos permitan cada vez más prever el futuro y por supuesto prepararnos para los combates por venir.

Establecer entonces una visión sensata de la realidad es el primer paso para poner en pie una estrategia proletaria independiente para triunfar, enfrentada a las organizaciones que a cada paso se adaptan a las direcciones burocráticas y reformistas.

Como demuestran los acontecimientos internacionales, la maduración de una nueva subjetividad no será gradual ni pacífica, como sostienen amplios sectores de la izquierda queriendo repetir las condiciones fundacionales del movimiento obrero en su época reformista, sino que su dinámica se dará al fragor de la guerra de clases abierta, de los combates parciales y del enfrentamiento vivo entre la revolución y la contrarrevolución y las direcciones que las encarnan.

Capítulo I
Algunas reflexiones sobre los momentos claves del movimiento obrero argentino

Hoy este nuevo movimiento obrero se enfrenta a una encrucijada histórica que deberá resolver. Durante el siglo XX, el movimiento obrero argentino pasó por momentos cruciales similares. Su experiencia de lucha demuestra que en esos momentos se vió obligado a realizar acciones históricas independientes. Sus grandes conquistas fueron subproducto de grandes combates, en los que para avanzar tuvo que enfrentar a las direcciones traidoras de turno sobrepasándolas en su acción e incluso poner en pie nuevas organizaciones de lucha independientes.

Así sucedió a principios de siglo, cuando la clase obrera entró en la escena nacional bajo las condiciones de la época revolucionaria mostrando toda su potencialidad. Construyendo organizaciones obreras independientes del Estado patronal, los sindicatos por oficio, y escribiendo páginas históricas como las heroicas jornadas de la Semana Trágica de 1919, que tuvieron su expresión política en la FORA, con fuerte influencia anarquista.

Al calor del proceso de semi-industrialización desde los años 30, comienza a surgir un nuevo proletariado que con las grandes huelgas de los sectores más concentrados y claves del desarrollo económico (como la construcción, los ferroviarios y, al inicio de los 40, la carne) marcan la impronta de las acciones y desarrollan organismos obreros independientes para su lucha (como el comité de huelga de los obreros de la construcción durante la huelga de 96 días), derrotan a la dirección sindical colaboracionista traidora y surge el primer sindicato por industria, la UOCRA. En un proceso que dura casi quince años, la clase obrera recompone su unidad superando la vieja división de sus filas que le imponían los sindicatos por oficio, conquistando los sindicatos por industria.

Este nuevo movimiento obrero, durante la segunda guerra mundial, con la dura lucha de los frigoríficos en 1943 por la garantía horaria, abre la posibilidad de la irrupción revolucionaria del proletariado en la escena nacional. La traición histórica del PC2, dirigente de este gremio y las condiciones especiales de la nación semicolonial, posibilita que el peronismo (cediendo demandas por las que se peleó durante más de 15 años) pudiera abortar este proceso de lucha independiente y se ganara a este nuevo movimiento obrero, atando cada vez más a los sindicatos al estado patronal, corrompiendo a sus dirigentes y moldeándolo en una conciencia de conciliación de clases.

Esta clase comienza a madurar, a pesar de estar atada al peronismo, protagonizando una gran gesta histórica durante la Resistencia Peronista como respuesta al golpe gorila del 55. Ante la impotencia del nacionalismo burgués frente a la ofensiva imperialista yanqui para someter a la nación semicolonial, frente al ataque de la patronal y la traición de sus dirigentes colaboracionistas, la clase obrera defendió sus conquistas y revitalizó sus comisiones internas y cuerpos de delegados con nuevas direcciones combativas, transformándolas en verdaderos comités de fábrica que unían al conjunto de los trabajadores, independientes de la patronal y el estado, con huelgas largas, piquetes de lucha, sabotaje y tomas de fábrica; surge la coordinadora de los mismos que va a dar lugar a las 62 Organizaciones. Este proceso finalizaría luego de una serie derrotas con la burocratización y cooptación de sus nuevos dirigentes.

Este mismo movimiento obrero luego protagonizaría una gran gesta revolucionaria, en el período abierto por el Cordobazo en 1969, expresión en el país de un vasto ascenso obrero y de masas mundial (Mayo francés, Otoño Caliente italiano, las grandes luchas revolucionarias de Chile, Uruguay y Bolivia, etc.).

El período que va desde el Cordobazo hasta el golpe genocida de 1976 fue un gran ensayo general revolucionario que había sido preparado por el largo proceso de lucha de clases que se remonta a la resistencia peronista y por la continuidad expresada en sectores de vanguardia y obreros avanzados que fueron madurando durante esos importantes combates; surgió y se forjó en este período una vanguardia combativa, nuevos métodos de lucha y de organización y grandes fenómenos obreros de vanguardia, con organizaciones independientes del Estado y la burocracia como el clasismo y el Sitrac-Sitram, el Villazo de 1974 y 1975 y las coordinadoras del Gran Buenos Aires. A fines del mismo, con el Rodrigrazo3, comienza la experiencia de ruptura con el peronismo en el gobierno. Estuvo planteado profundizar el camino abierto por las semi-insurrecciones del Cordobazo y el Rosariazo hacia la toma del poder por la clase obrera y la revolución en la Argentina. En este gran ensayo general revolucionario de los 70 la clase obrera argentina habló el lenguaje de las semi-insurrecciones, de la lucha callejera y violenta de masas.

La dictadura genocida instaurada en 1976 asestó entonces una seria derrota a la clase obrera, que impidió el desarrollo del proceso de enfrentamiento de la base obrera con el peronismo y que ha cortado en lo esencial la continuidad con aquella experiencia, tornando aún más tortuoso el desarrollo de los combates actuales.

Estos embates del movimiento obrero argentino demuestran que la clase obrera avanzó y logró importantes conquistas a través de grandes acciones independientes de la patronal y el estado, erigiendo nuevas organizaciones para el combate, enfrentando a sus direcciones traidoras. En ellos puso todo de sí, siendo una y otra vez traicionada por sus direcciones.

Le llevó más de quince años, de duros combates, desde el 30 al 45, resolver la división de sus filas y levantar los sindicatos por industria. Avanzó, a pesar de la estatización de sus organizaciones, de sus dirigentes traidores coptados al Estado y de su dirección política burguesa, a gestas revolucionarias que llegaron inclusive a abrir la perspectiva del desarrollo de la revolución obrera en la Argentina. Fueron necesarias la muerte y la desaparición de lo mejor de su vanguargia y una terrible dictadura genocida para doblegarla. Hoy, con una nación semicolonial sometida con dobles cadenas al imperialismo, con un ataque del gran capital que desorganiza y divide sus filas, con sus organizaciones de clase aún más estatizadas y con direcciones traidoras al frente de las mismas, la clase obrera sale a dar nuevos combates y en el fragor de la lucha deberá resolver la unidad de sus filas y la crisis de sus organizaciones. ¿De qué se extrañan entonces los que critican la inmadurez y cuestionan la potencialidad de la clase obrera argentina que surge desde el Santiagueñazo, si le ha llevado décadas a la vieja clase obrera lograr su madurez y protagonizar gestas heroicas como hemos descripto?

Por último, la falta de un partido revolucionario al frente de la clase obrera no sólo impidió que esos combates terminaran en el triunfo de la revolución obrera y socialista sino que ante las derrotas, ha impedido que esos jalones de subjetividad tengan una expresión de continuidad. En los 70s, jugaron un rol nefasto las direcciones de la izquierda peronista y la guerrilla. En los 80s, a nivel de la vanguardia, el PC traicionó abiertamientamente y el MAS, con sus capitulaciones frente a la reacción democrática tuvo una gran responsabilidad en no ser continuidad de los jalones de esos combates y pese a contar entre sus filas con miles de los mejores luchadores, por su estrategia centrista, impidió la educación de una generación de obreros revolucionarios.

Es a pesar de todo esto que este nuevo movimiento obrero ha comenzado a escribir sus propias páginas que quedarán en la historia de la clase obrera argentina de fin de siglo.

Capítulo II
Un nuevo movimiento obrero

Hoy, como ayer, creemos que lentamente comienza a emerger un nuevo movimiento obrero que tiende a retomar esta tendencia histórica en nuevas y más difíciles condiciones.

El movimiento obrero argentino que conocimos en las últimas décadas hasta comienzos de los 90, que gozaba de altos niveles de ocupación; que había logrado mantener conquistas muy importantes (vacaciones pagas, jubilación, obra social, licencias, etc.) y convenios colectivos de trabajo; con poderosas (aunque crecientemente estatizadas) organizaciones gremiales, comisiones internas y cuerpos de delegados que integraban a la mayoría de los trabajadores, hoy ya no existe más.

Ante el ataque concentrado del gran capital y el imperialismo a fines de la década de los 80, que moldeó estructuralmente a la nación semicolonial y a sus clases y donde los márgenes de concesiones por luchas económicas y de presión se agotan, las poderosas organizaciones obreras forjadas en décadas, que habían servido para negociar la participación del proletariado en la renta nacional en la vieja estructura del país semicolonial que conocimos en décadas anteriores4 fueron impotentes para dar respuesta a este ataque. Las viejas organizaciones sindicales, dirigidas por la burocracia sindical en todas sus alas, cada vez más estatizadas5, se convirtieron aún más en agentes de la explotación y la sumisión del proletariado al interior de sus filas; las comisiones internas y los cuerpos de delegados se transformaron cada vez más en "capataces" y en "negociadores" de la esclavitud y la productividad.

Existe un nuevo movimiento obrero, hijo de tres grandes derrotas. En primer lugar, la derrota por el genocidio en la última dictadura militar, que liquidó a través de desapariciones y asesinatos a lo mejor de la vanguardia obrera que se había fogueado a través de múltiples combates en décadas anteriores, lo que cortó en lo esencial la continuidad de las capas avanzadas con las mejores y más combativas tradiciones del movimiento obrero.

En segundo lugar, la derrota militar de la nación oprimida en Malvinas en 1982 a manos del imperialismo anglo yanqui (que si bien significó la derrota del partido militar y un debilitamiento estratégico de las fuerzas armadas) fue una derrota ideológica-política que permitió que se asentara el régimen reaccionario de la Constitución del 53, creando una conciencia derrotista frente al imperialismo.

Por último, el golpe económico hiperinflacionario del 89/90, que disciplinó y sometió a todas las clases al plan del imperialismo y la gran patronal (y en especial a la clase obrera, que hasta entonces venía desarrollando importantes luchas por ilusiones y que sufrió en carne propia el "terror hiperinflacionario" con un mazazo brutal a sus bolsillos y sus condiciones de vida) y abrió el camino a una importante serie de derrotas por sector expresadas en la Reforma del Estado con el despido de más de 500.000 estatales y las privatizaciones de las ex empresas del estado, que permitió un gran avance en la división del movimiento obrero6.

Sobre la base de estas derrotas objetivas, apoyado en un excepcional ciclo corto de crecimiento económico del Plan Cavallo durante el 91-94 y en la traición de las direcciones sindicales, el ataque concentrado del gran capital y el imperialismo desorganizó y dividió las filas obreras, imponiendo condiciones brutales de explotación: un enorme ejército industrial de reserva de millones de desocupados que serán "el látigo" con el cual disciplinar a los trabajadores ocupados para imponer una mayor explotación y lograr un aumento de la productividad y la baja del salario7; la creación de un enorme sector de trabajadores ultraprecarizados sin ningún beneficio social (los trabajadores en negro) y los contratados, lo que permite a la gran patronal ir avanzando en su intento de cercenar y liquidar las conquistas de la significativa minoría de trabajadores efectivos bajo convenio.8 Muchos de los sectores más explotados del nuevo movimiento obrero son centenares de miles de migrantes del interior del país, más atrasados y con menor experiencia sindical, que llegaron al Gran Buenos Aires con las ilusiones del ciclo consumista y hoy son parte de la base social del "duhaldismo".

Producto de estas derrotas y de la traición de sus dirigentes, hoy el nuevo movimiento obrero ha perdido grandes conquistas y la unidad de sus filas y ha retrocedido enormemente en su subjetividad. Sus organizaciones de clase agrupan a menos de un 20% de los trabajadores en actividad; los millones de desocupados, los millones de precarizados, contratados y en negro no tienen cabida en las organizaciones sindicales. Pero el retroceso en la conciencia sindical que esto implica, tiene como contracara el hecho que ante el menor llamado de las direcciones sindicales, la clase obrera protagoniza verdaderos parazos, importante diferencia con la situación de la mayoría de los proletariados latinoamericanos.

Signada por el peronismo, su conciencia sigue siendo de conciliación de clases, a través de la confianza de los sectores sindicalizados en pactos y negociaciones con el peronismo (CGT-MTA) o con la Alianza "opositora" (CTA) mientras los sectores más explotados y oprimidos son mantenidos dentro del peronismo a través de Planes Trabajar y la caridad de "manzaneras" y dádivas por el estilo.

Este nuevo movimiento obrero, golpeado por las derrotas, bajo el azote de la esclavitud, la explotación y la desocupación de millones, sin haber aún recompuesto la unidad de sus filas y con una subjetividad bajísima, ha entrado en la escena nacional mostrando, sin embargo, en sus primeros pasos su potencial.

Pero esta irrupción del nuevo movimiento obrero ha sido un proceso tortuoso, desigual y desincronizado. El proletariado más concentrado de las grandes industrias y los servicios esenciales (los grandes batallones de la industria siderúrgica, automotriz, alimentación, etc. y de las grandes empresas de servicios, las ramas más dinámicas donde se concentran las grandes inversiones del gran capital y el imperialismo) ha intervenido sólo en forma esporádica en estos combates ya que el gobierno y la gran patronal atacaron y fueron imponiendo duras derrotas por sector y postergaron un ataque generalizado directo a las conquistas obreras9, lo que permitió que la burocracia sindical pudiera controlarlo con la ilusión de que a través de negociaciones y pactos con el gobierno y la patronal no se le arrebatarían sus conquistas. A partir de las grandes acciones que se dieron desde el 96 en adelante no se ha desarrollado un auge proletario ni tampoco la radicalización de amplias franjas del movimiento obrero. Tampoco han perdurado las nuevas instituciones o fenómenos políticos que tendieron a surgir en los combates que se dieron.

Sin embargo, en los duros combates que el nuevo movimiento obrero viene dando desde el 93 a la fecha, va sentando jalones de subjetividad que muestran un camino en la recomposición de la unidad de sus filas y en la adopción de métodos de lucha y autorganización avanzados, superiores a los vistos en muchos años en la Argentina y que han comenzado a retomar hilos de continuidad con las experiencias más avanzadas de lucha de la clase obrera argentina.

Capítulo III
El nuevo movimiento obrero sienta nuevos jalones de subjetividad

Los combates dados en la resistencia marcaron un punto de inflexión en la situación del movimiento obrero, abriendo una primera fase de irrupción del nuevo movimiento obrero con revueltas en varias provincias (93-96), de acciones heroicas de las masas de carácter defensivo contra los ataques del gobierno y los planes imperialistas, donde se desarrolló una enorme espontaneidad pero con una bajísima subjetividad. Aunque la acción de las Multisectoriales10 y la burocracia sindical logró llevar a treguas y pactos que permitieron su desactivación (y en muchos casos que pasaran los ajustes parcialmente), sin embargo marcaban una tendencia que luego reaparecería en las oleadas ofensivas posteriores. En este proceso de revueltas, fundamentalmente de los estatales del interior, no intervino la clase obrera industrial (aunque se dieron importantes acciones parciales como la rebelión obrera de Ushuaia y en la planta de Sevel11) que cargaba sobre sus espaldas el peso de las derrotas sufridas, la acción de la burocracia dejando pasar los ataques apoyados en el terror a la hiperinflación y la desocupación y las ilusiones de las capas más altas del proletariado en el "boom consumista" del Plan Cavallo.

Con el primer Cutralcazo (junio del 96) y fundamentalmente con los grandes paros generales del 8 de agosto y del 26/27 de setiembre del 96, la resistencia obrera y de masas dio un nuevo salto, iniciando una fase ya no defensiva, sino una primera oleada ofensiva12, demostrando que no existe un muro entre las etapas defensivas y ofensivas de la clase obrera, como correctamente definimos en EI Nº 6. El "efecto Tequila" terminó con las ilusiones de progreso de las masas, socavando la reaccionaria alianza de clases en las que se asentaba el menemato. Ante el ataque que lanzan el gobierno y Cavallo, el movimiento obrero le impuso a la burocracia las grandes acciones políticas de masas que fueron los paros generales.13 La burocracia, mediante la política de "concertación" con la patronal y el gobierno y la postergación de los ataques por parte de la burguesía, impidieron que se avanzara hacia una verdadera huelga general política que derribara al gobierno de Menem. El nuevo estado de ánimo en el movimiento obrero comenzó a expresarse en una serie de luchas y fenómenos de vanguardia que iban hacia el enfrentamiento con la burocracia sindical, como el surgimiento de nuevas direcciones y de los cuales el Sitramf en la Fiat de Córdoba fue la expresión más avanzada14 (y en menor medida en telefónicos y en Siderca).

Esta contraofensiva del movimiento obrero y de masas se expresará en una nueva oleada de combates, con el segundo Cutralcazo y que se continuó en Tartagal y Jujuy, caracterizada por levantamientos obreros y populares violentos, en los que las capas más explotadas y oprimidas de la clase obrera, los desocupados, salen a la lucha y donde surgen organismos de democracia directa para la lucha que son verdaderos embriones de poder obrero. Los sectores más concentrados del proletariado estuvieron ausentes de estos procesos, encorsetados en el pacto social de la burocracia oficialista con el gobierno (CGT) mientras la burocracia "opositora" (CTA/MTA) llevaba los procesos de lucha como el de los docentes detrás de la Carpa Blanca.

La salida de la escena nacional de la clase obrera por el desvío de esta contraofensiva, si bien no hizo desaparecer los elementos más generales de la etapa, que hoy tienden a expresarse en luchas duras como la de Río Turbio, Cervecería Córdoba, Atulp y Diasa y en la predisposición a la lucha de sectores de masas como muestran el paro provincial de Córdoba y la huelga nacional de la UOCRA, abre una situación trasitoria que tenderá a definirse en el próximo período (ver artículo sobre Argentina).

Lucha política de masas y nuevos jalones de subjetividad

En todos estos combates de este nuevo movimiento obrero se evidenció la tendencia a la lucha política que cuestiona o tiende a cuestionar al gobierno y los planes imperialistas. Este carácter se puso de manifiesto con las revueltas espontáneas que se dieron desde el Santiagueñazo, se afirmó con los grandes paros generales del 96 (en donde el motor central de la movilización no fue conseguir tal o cual demanda, sino que el objetivo fue asestar un golpe al gobierno y a su plan) y en los levantamientos de Cutral-Có, Jujuy y Tartagal (donde la imposibilidad de conseguir trabajo llevó a los desocupados y al pueblo empobrecido de esas localidades a enfrentar el orden existente y a tomar en sus manos la resolución de sus propios problemas). Por las condiciones más generales de la etapa, por el aumento de la semicolonización del país, por la tendencia cada vez mayor al ataque del capital, se achica el margen de concesiones al movimiento de masas. Aunque se planteen luchas económicas, cada lucha parcial tiende a transformarse en lucha política, como se vio en la lucha docente de Neuquén o recientemente con la heroica huelga de los mineros de Río Turbio.

Es este carácter que adquieren las luchas el que empuja a este nuevo movimiento obrero a romper las trabas y divisiones que imponen los sindicatos y la burocracia: se tienden a romper las barreras entre los distintos sectores de clase; en la acción, tienden a unirse los trabajadores efectivos con los contratados y los desocupados, los de distintas profesiones, con los sectores explotados y oprimidos del pueblo empobrecido.

Las masas, cuando se levantan para tomar en sus manos sus problemas inmediatos, tienden a crear nuevos organismos de democracia directa. En la gran acción del proletariado industrial que fue la huelga de Fiat Auto surgió primero la nueva Comisión Interna y un poderoso cuerpo de delegados elegido por sección, que luego se transformaría en el Sitramf, mostrando la tendencia profunda a la autorganización que comenzaba a abrirse paso cuestionando el poder de la burocracia sindical. Los organismos que vimos en el segundo Cutralcazo, en Tartagal y en Jujuy son pasos en ese mismo sentido: las Asambleas Populares, los piquetes de fogoneros y piqueteros y la Comisión Coordinadora provincial de piqueteros en Jujuy fueron embriones de consejos obreros o soviets que mostraron los primeros pasos de organismos donde las masas legislan, toman sus propias decisiones democráticamente y participan en la resolución de sus propios asuntos. Más recientemente en Río Turbio se manifestó también esta característica de la etapa, con la tendencia a incorporar a las Mujeres en Lucha a la toma de decisiones de los mineros en huelga.

El carácter de lucha política refuerza las tendencias a la unidad obrera y popular. El segundo Cutralcazo nació al calor de una poderosa huelga de los docentes de toda la provincia de Neuquén, que enfrentaba la implementación de la Ley Federal de Educación del gobierno nacional y provincial y que concentró el apoyo de padres, alumnos, trabajadores y el pueblo en general; es a partir del apoyo a esta huelga, que surgen los cortes de ruta y la aparición de los fogoneros, que suman su reivindicación central: Trabajo para todos.

Las demandas mínimas, como "Trabajo para todos", adquieren un peso decisivo y son el motor de acciones revolucionarias. La decadencia de las fuerzas productivas del país, bajo el dominio de los grandes capitalistas y el imperialismo es tal, que incluso el derecho elemental de dejarse explotar por un salario miserable es negado a millones de trabajadores y las masas se ven empujadas a la lucha, a emplear métodos cada vez más audaces y revolucionarios, para obtener trabajo. Sin embargo, para que esta demanda no termine en reclamar subsidios o aceptar planes miserables de empleo temporario, esta consigna necesita articularse en un programa obrero que le dé una perspectiva real a la lucha obrera y popular, uniéndola a un sistema de reivindicaciones transicionales que lleven a enfrentar ofensiva de la gran patronal y el imperialismo, cuestionando la propiedad privada de los capitalistas y sus ganancias, etc.

Es así que ante la represión, las demandas democráticas adquieren un peso decisivo: en Cutral-Có y Jujuy, la masificación de la acción callejera se produjo cuando intervino la represión policial y de la gendarmería, a la que se sumó la simpatía masiva y profunda de la clase obrera de todo el país y a un masivo movimiento democrático, producto de la nueva alianza de clases, que fue un gran aliado y legitimó las acciones de autodefensa de los fogoneros y piqueteros, y se unió al cuestionamiento a la impunidad de los genocidas que le otorgaron Menem y Alfonsín, ya que los oficiales al frente de los represores eran reconocidos genocidas.

La necesidad de los trabajadores desocupados de enfrentarse a la represión dio origen a embriones de "milicia obrera" (piqueteros y fogoneros); la necesidad de resolver sus problemas y obtener trabajo dio pie al surgimiento de organismos de democracia directa (Asambleas Populares, Coordinadora Provincial de Piqueteros); la necesidad de enfrentar el convenio esclavista Fiat-Smata obligó a los obreros metalmecánicos a echar a la burocracia de la UOM y organizar el Sitramf: estos ejemplos muestran que no existe un "muro" entre las acciones defensivas y ofensivas, que la espontaneidad de los trabajadores que dio origen a estas acciones se transformó rápidamente en acciones y organismos superiores, es decir que "lo espontáneo es la forma embrionaria de lo consciente" 15

Una característica común a todos estos combates, es la tendencia a recuperar las mejores tradiciones del movimiento obrero argentino y a enfrentamientos violentos con el gobierno, los capitalistas y sus fuerzas de represión. Ya desde el Santiagueñazo la clase obrera comienza a hablar nuevamente el lenguaje de las piedras, el fuego y el combate en las calles. En los levantamientos de Cutral-Có y Jujuy nuevamente el lenguaje de los desocupados y los sectores populares es el de las piedras y el enfrentamiento físico en las calles con la gendarmería y las fuerzas de represión, a un nivel superior a lo que se había visto en las revueltas: fueron elementos embrionarios de guerra civil. A partir de estos enfrentamientos surgieron también los embriones de "milicias obreras": los fogoneros en Cutral-Có y los piqueteros en Jujuy. En las luchas más duras del proletariado industrial, aunque a una escala todavía inferior, los obreros comenzaron a retomar "viejas" tradiciones: fue en Tierra del Fuego donde el enfrentamiento al desalojo de una planta tomada engendraron los combates callejeros que terminarían con el primer obrero asesinado desde 1983; en la toma de Cervecería Córdoba (que continúa) dos veces intentó la justicia y la policía desalojar a los obreros pero debieron "retirarse" ante las barricadas, vidrios y amenaza de utilizar los tanques de solvente y volar las instalaciones de los obreros y todo el barrio que lo rodea.

Finalmente, la irrupción del nuevo movimiento obrero ha puesto de manifiesto la tendencia incipiente al enfrentamiento directo con la burocracia sindical en sus distintas alas. Durante la primera oleada ofensiva, en la lucha de Fiat Auto los obreros echaron a la interna amarilla de la UOM a trompadas y pusieron en su lugar una nueva comisión interna y un nuevo cuerpo de delegados por sección; el enfrentamiento con la burocracia del SMATA y la UOM, la necesidad de romper con las ataduras de los "cuerpos orgánicos" y los estatutos burocráticos, los llevó a erigir el Sitramf, que aunque de vida efímera, retomó los hilos de continuidad con los organismos que la clase obrera argentina desarrolló en el ensayo revolucionario de los 70. Esto "alertó" a la patronal y a la burocracia de lo que podría haber sucedido si hubieran intentado aplicar este convenio esclavista al conjunto del movimiento obrero. Otros procesos como en telefónicos, Siderca, etc. no se desarrollaron: los obreros trataron de cambiar sus viejas organizaciones como las comisiones internas o los sindicatos, poniendo al frente a "nuevas" direcciones. En la segunda oleada, durante el segundo Cutralcazo y el Jujeñazo, los dirigentes sindicales locales eran echados de las asambleas populares y los piquetes. Después del desvío de estas oleadas, el enfrentamiento con las direcciones traidoras tiende a resurgir en las luchas parciales duras; así en Río Turbio, la burocracia de ATE y el CTA fue repudiada y echada de las asambleas por la firma del acuerdo con la patronal.

Capítulo IV
Es necesaria una estrategia trotskista independiente

Tanto la crisis estructural que atraviesa este nuevo movimiento obrero como la traición abierta de la burocracia sindical, fue fundamental para que estos combates fueran desviados hacia pactos, negociaciones y treguas y en algunos casos derrotados. Sin embargo, las organizaciones que se reclaman de izquierda tuvieron una gran responsabilidad de que en estos procesos no se expresara una estrategia proletaria independiente que permita tan siquiera, algún tipo de reagrupamiento que le diera centralidad y continuidad a los jalones de subjetividad que pusieron las masas en cada uno de los combates parciales y uniendo las demandas de los distintos sectores en lucha.

Es que las acciones de sectores del movimiento obrero, en los momentos decisivos, fueron opuestas (o abiertas en determinado ángulo) a la acción de sus dirigentes.

No nos extraña que el estalinismo, en sus dos variantes (PTP y PC), pongan todo su peso al servicio de una política de conciliación de clases, cumpliendo en esta etapa su pérfido rol de quintacolumna dentro de la vanguardia obrera y juvenil.

El PTP que cobra peso en la vanguardia después de las revueltas alrededor de la figura de Santillán (Corriente Clasista y Combativa) y se convierte en la corriente nacional de vanguardia más importante de la izquierda, utiliza el prestigio de Santillán para impedir todo proceso independiente, subordinando cada lucha de la clase obrera a la burocracia sindical "opositora" del CTA y el MTA, incluso a costa de ser repudiado por los piqueteros jujeños en sus asambleas y retroceder en las concentraciones obreras como Siderca.

El PC, que en los últimos años se ha convertido en un partido marginal en la clase obrera, integrado a la mesa de conducción del CTA y conviviendo con estos burócratas en distintos sindicatos, utilizó sus puestos sindicales para traicionar abiertamente las luchas que se le "escapan" a los dirigentes del CTA: así lo hicieron por ejemplo con su dirigente Gallo, para que se aplicara la conciliación obligatoria que desarmó la huelga y finalmente para volver a "encausar" a la interna y al cuerpo de delegados dentro de los "cuerpos orgánicos" de la UOM; este mismo papel cumplirían luego en la huelga de los mineros de Río Turbio, acusando a los heroicos mineros de "anarquistas" y "boicoteadores" y firmando el acta de la traición junto a los dirigentes de ATE provincial y nacional.

Pero lo que sí puede sorprender es el rol que jugaron en estos combates las corrientes que se reclaman trotskistas (MAS, MST y PO).

El centrismo que se define por su ubicación como "consejeros de izquierda", como críticos de los grandes aparatos reformistas, en los momentos decisivos se adapta a ellos. Si no fuera por la colaboración permanente entre el centrismo y el estalinismo en sus dos variantes, éste último tendría muchas más dificultades para jugar su pérfido rol. Así el MST por ejemplo no sólo mantuvo y mantiene su acuerdo estratégico con el PC para conformar IU en momentos en que éste traicionaba la huelga de Río Turbio, sino que también lo hizo con el PTP durante la 2da oleada. Así como el MAS se supeditó en la lucha del Sitramf a la política de Gallo (dirigente del SITRAMF) del PC.

El centrismo trotskista que en los tiempos de "paz" oscila en su política a derecha e izquierda , en los momentos decisivos, cuando en cada combate concreto debe optar para enfrentar a la patronal y el gobierno entre los engaños de la burocracia opositora y las tendencias independientes de sectores obreros, optan por la primera, es decir optan por los cuerpos orgánicos, incluso para acatar las conciliaciones obligatorias. Así actuó el MAS, por ejemplo, a través de su dirigente en el proceso del Sitramf, convirtiéndose en secretario de Gallo. Así actuó el PO, por ejemplo, en Atlántida, conflicto que dirigía, supeditando su acción a la burocracia de Ongaro o en telefónicos, formando un cordón junto a la burocracia del CTA y el MTA contra los trabajadores que querían echar por la fuerza a la burocracia de la lista Marrón menemista16. Así actuó el MST durante el segundo Cutralcazo, cuando sus militantes integraban la directiva de ATEN y permitieron que esta burocracia levantara la lucha docente, abandonando a los fogoneros y al pueblo de Cutral-Có.

Frente a la lucha de los sectores desocupados y a la tendencia a poner en pie organismos de democracia directa, mientras que la tarea de los revolucionarios era luchar por fortalecerlos y generalizarlos, (por ejemplo, poniendo en pie una coordinadora de piqueteros, fogoneros y organizaciones obreras en lucha, como plantemos desde el PTS) y exigir a las direcciones del movimiento obrero la huelga general política en apoyo a los reclamos de los desocupados, el centrismo subordinó todo a la burocracia, a las multisectoriales y a la reacción democrática.

Es que el centrismo lejos de hablar en el lenguaje de los sectores más explotados de la clase obrera y de levantar un programa para unir sus filas, se adapta a los sectores más privilegiados del proletariado. Por ejemplo, el PO ha impulsado constantemente la subordinación de los organismos que surgen en estos combates a las multisectoriales o mientras se ponían en pie las asambleas populares, planteaba en su periódico que la tarea revolucionaria central era hacer campaña electoral: o el MST que se dedicó a formar listas electorales dividiendo a la vanguardia fogonera y piquetera.

Nuestra corriente tiene el mérito de haber hablado desde el comienzo el lenguaje de los elementos de autorganización y del programa revolucionario.17 La estrategia revolucionaria consiste en ayudar a desarrollar y fortalecer los procesos más avanzados de organización independiente de las masas, tomar cada moción parcial que ponen los sectores de las masas en sus luchas dentro de una perspectiva revolucionaria, haciendo conscientes las tendencias a la autorganización y autodeterminación para transformarlas en programa y organización. En luchar por recuperar la unidad de las filas obreras, frente a la división que la burocracia le impone, levantando como estrategia la pelea por una dirección revolucionaria en los sindicatos u organismos de tipo soviético aptos para la lucha política de masas.

Como plantea el Programa de Transición para las secciones de la IV Internacional: "Lanzar consignas que apoyen el esfuerzo de los obreros por una política independiente, profundicen el carácter de clase de ésta política, destruyan las ilusiones reformistas y pacifistas, fortalezcan la vinculación de la vanguardia con las masas y preparen la conquista revolucionaria del poder". Lejos de estas tareas principistas que propone Trotsky toda la práctica conciliadora del centrismo educa cuadros que en los momentos decisivos optan por una política reformista.

Este nuevo movimiento obrero tiene enormes desafíos por delante y crisis por resolver. Como hemos visto la clase obrera históricamente ha protagonizado grandes gestas y logrado una alta subjetividad, pero una y otra vez ha sido traicionada por sus direcciones. Por esto es necesario un partido trotskista revolucionario capaz de agrupar a lo más conciente de la vanguardia, sacando las lecciones de las derrotas anteriores y de los ensayos revolucionarios, para hacer de éstas las herramientas filosas de las luchas del mañana y que desde una estrategia y un programa revolucionario enfrente en lucha sin cuartel a las direcciones traidoras y las capitulaciones del centrismo. Un partido de trabajadores revolucionario capaz de concentrar la experiencia histórica de las luchas de la clase obrera para llevarlas al triunfo, a la revolución proletaria. Las características más generales de la etapa abierta con el 89 plantean que el proceso de construcción de este partido revolucionario será brusco, pegando saltos cualitativos y no evolutivo ni pacífico.

Pero este partido que la clase obrera necesita no "cae del cielo". No se conquista solo en los momentos agudos de la lucha de clases. Es una lección innegable, de casi un siglo de luchas de la clase obrera mundial, que el proletariado no puede improvisar una dirección revolucionaria bajo el fragor de la lucha si no ha heredado, del periodo anterior, sólidos cuadros revolucionarios capaces de aprovechar el colapso de los viejos partidos dirigentes. En las etapas previas, donde los obreros comienzan a templar sus músculos y a descubrir su fuerza; es donde se templa, se educa y madura el partido, en su lucha por fusionarse con lo más avanzado del movimiento de masas en cada etapa, formando sus cuadros en la intransigencia ideológica y la flexibilidad táctica, para que el trotskismo cuartainternacionalista, se haga carne y sangre en lo mejor de la vanguardia obrera. Al servicio de esta tarea ponemos todo nuestro empeño.

NOTAS:
1 Contratos temporarios de trabajo del gobierno, con salarios ultra miserables, para limpiar calles, hacer zanjas, cuidar parques, etc.
2 Partido Comunista
3 Gran huelga general política en 1975 contra el paquetazo económico proimperialista lanzado por el Ministro de Economía del gobierno peronista, Rodrigo.
4 Y que expresaban distorsionadamente el fuerte peso del proletariado en la escena nacional.
5 A través del cobro compulsivo de las cuotas sindicales, el manejo de los más de 3.100 millones de dólares de las obras sociales sindicales, la "bonificación" del 2% de los salarios básicos de los trabajadores en los nuevos convenios por empresa (como el de Fiat con Smata, el del Ansses con UPCN y ATE, etc.), el sometimiento a las leyes y decretos del estado patronal (ley de asociaciones profesionales, de conciliación y arbitraje obligatorio, de reglamentación de huelgas, etc.)
6 La burocracia sindical en todas sus alas convirtieron a las luchas obreras y populares que se sucedieron a la caída de la dictadura en luchas de presión funcionales a la democracia burguesa y ante el golpe hiperinflacionario del 89/91, las revueltas por el pan y la crisis del gobierno de Alfonsín se negaron a dar una respuesta de clase. Traicionaron abiertamente las luchas contra las privatizaciones y la reforma del estado, dividiendo al movimiento obrero industrial de los estatales y llevaron las luchas de éstos a la derrota.
7 La productividad en la industria aumento un 50% entre los años 1990 y 1997, mientras el salario promedio del obrero industrial bajó un 10% en igual período.
8 Según las últimas encuestas del INDEC, hay 1.700.000 desocupados (13,2%) y 1.600.000 subempleados (mayo 98), sobre un total de una población económicamente activa de 13.000.000 de trabajadores. De acuerdo a las informaciones del Ministerio de Trabajo, de los trabajadores en actividad 3.300.000 están "en negro" y 800.000 trabajadores están bajo contratos o en planes transitorios de empleo gubernamentales, con lo cual aproximadamente sólo 5.600.000 trabajadores (un 40% de la fuerza laboral urbana) se encuentra bajo convenio. (Clarín, 19/7/98) La burocracia sindical avaló la reforma de la Ley de Empleo (1991), los decretos de productividad (1991) y negociación por empresa (1993), la Ley de Pymes (1995), la liquidación de la jubilación estatal (1993) y la Ley de Riesgos del Trabajo (Ley de ART, 1995). Hoy sigue entregando conquistas con los convenios por empresa.
La división entre distintas alas obedece a distintas estrategias frente a la patronal y a su rol en el movimiento obrero. Los dirigentes de la CGT se proponen como dirigentes "empresarios", otros dirigentes adoptan posiciones "opositoras": la burocracia peronista del MTA-UOM (el MTA surge en el 93/94) quiere negociar con la patronal con una estrategia neo-vandorista de "pegar para negociar" mientras el CTA (surge en el 92)se postula como la central sindical amarilla de la división del movimiento obrero en sindicatos por fábrica y afiliación individual.
9 A inicio de los 90s primero atacaron a los trabajadores estatales con la reforma del estado, luego a los trabajadores industriales y de servicios con las privatizaciones de las grandes ex empresas estatales (telefónicos en primer lugar, luego petroleros, etc.) y posteriormente al corazón de las industrias siderúrgicas (privatización de la ex Somisa, que se dió conjuntamente con la reconversión, miles de despidos e imposición de condiciones de flexibilización y baja de salarios en la otra gran siderúrgica, Acindar). Luego los ataques al movimiento obrero industrial fueron pasando por partes, todos ellos negociados con la burocracia sindical y la mayoría de ellos realizados durante el ciclo del boom consumista que finalizó con el Tequila; en 1992 la gran patronal intentó introducir la flexibilización de conjunto y la liquidación de los convenios y fue obligada a sentarse a negociar con la burocracia sindical por el paro general de noviembre del 92, que fue carnereado por la recién creada CTA .
10 Eran organismos policlasistas donde se integraban los partidos políticos patronales, las cámaras patronales, las organizaciones vecinales, la Iglesia y los sindicatos.
11 En abril de 1995, en Tierra del Fuego ante el cierre y despido de miles de obreros, la lucha es contestada con una dura respresión y el asesinato del obrero Víctor Choque. En ese mismo año, los obreros metalmecánicos de Sevel (fabricante de autos Fiat por entonces), ante el intento de bajar sueldos e imponer cláusulas esclavistas, se autoconvocan en asamblea, realizan un paro por fuera de la burocracia y repudian a los dirigentes de la interna de la UOM.
12 que se combina con un profundo movimiento democrático que abarca a sectores de las clases medias y de la juventud estudiantil y de los barrios más pobres.
13 A pesar que ni los efectivos, ni los contratados ni los precarizados veían que como subproducto de los mismos se consiguiera tal o cual reivindicación, el motor de esos paros fue debilitar al gobierno, derrotar el plan hambreador, el paro fue masivo.
14 En el gremio telefónico, la burocracia menemista firma un preacuerdo de nuevo convenio con las patronales de Telefónica y Telecom y se producen asambleas telefónicos y un intento de echar a la burocracia en una asamblea, impedido por la oposición del CTA, el MTA,el MST y el PO y que constituye una lista de oposición que gana las elecciones. En Siderca surge una Comisión Interna con gran peso de la corriente estalinista del PTP y una lista antiburocrática en la seccional Campana de la UOM, que es derrotada en las elecciones con fraude ante la bronca obrera y la subordinación de esta corriente a la decisión de los "cuerpos orgánicos".
15 Lenin
16 Basta como prueba la autocrítica del PO en su Prensa Obrera No. 520, del 21/11/96
17 Como se expresó en nuestros volantes, ediciones de La Verdad Obrera, folletos de lecciones revolucionarias publicados al calor de la lucha misma -La Lucha del Sitramf y El Segundo Cutralcazo-. así como la delimitación con el centrismo alrededor de la estrategia soviética que realizamos en la Estrategia Internacional Nº 6.