Teoría, Cultura y Género

Entrevista a Charlotte Bunch

 

Autor: Ana Elena Obando - WHRnet

Fecha: 8/3/2004

Fuente: RIMA - Red Informativa de Mujeres d


¿Cuáles han sido las implicaciones de enmarcar la lucha contra la
violencia hacia las mujeres como un asunto de derechos humanos?

Charlotte Bunch es la fundadora y directora ejecutiva del Centro para
el Liderazgo Global de las Mujeres. Ha sido activista, autora y
organizadora en los movimientos de las mujeres y de los derechos humanos durante más de tres décadas. En 1999 fue seleccionada por el presidente Clinton como receptora del Premio Eleanor Roosevelt a los Derechos Humanos y en el 2002 Women's eNews la galardonó como una de las "21 Lideresas del Siglo 21". www.cwgl.rutgers.edu


WHRnet: ¿Cuáles han sido para el movimiento de mujeres y para los
gobiernos las implicaciones (negativas y positivas) de enmarcar la lucha contra la violencia hacia las mujeres como un asunto de derechos humanos?

Charlotte Bunch: Para las mujeres esto ha sido una fuente de
empoderamiento, ya que ha sacado esa violencia de la categoría de la desafortunada ocurrencia individual, o "parte de la vida", y la ha convertido en algo que es político y que la sociedad, en una forma potente, dice que no debería suceder, denominándola una violación a los derechos humanos básicos. El Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres acaba de completar una encuesta electrónica sobre este asunto (todos los resultados se encuentran -en inglés- en el sitio www.cwgl.rutgers.edu/globalcenter/vienna10/surveyindex.html ) y muchas mujeres mencionaron cuánto les había fortalecido a ellas mismas o a otras con quienes trabajan saber que la ONU y/o los gobiernos han declarado que este tipo de violencia es inaceptable. Ello ha sido parte de que las mujeres se vean a sí mismas no sólo como víctimas, sino también sujetas de derechos que pueden ser exigidos, incluido el derecho a una vida libre de violencia.

Enmarcar la violencia contra las mujeres como un asunto de derechos
humanos ha ayudado a hacer más visibles varias formas de esa violencia y aumentado la percepción acerca de la gravedad del problema. Por ejemplo, mostrar las maneras en que a menudo la violencia doméstica es paralela a otras formas de violaciones consideradas inaceptables, entre ellas la tortura, y que la violación sexual en el conflicto armado puede constituir un crimen de guerra, ha incrementado la presión para que estos temas sean colocados
en las agendas locales, nacionales y globales.

Como un asunto de derechos humanos, el esfuerzo por poner fin a la
Violencia contra las mujeres se convierte en una obligación gubernamental y no sólo en una buena idea. Ello significa que las mujeres podemos trabajar por exigir cuentas a los gobiernos, en todos los niveles, cuando incumplen tal obligación. En ese esfuerzo, hemos creado y conseguido acceso a una variedad de mecanismos (nacionales, regionales e internacionales) utilizados por la comunidad de derechos humanos con el propósito de exponer los abusos a los derechos humanos y exigir cuentas a los gobiernos por sus obligaciones.
Estos logros incluyen el nombramiento de una Relatora Especial de las
Naciones Unidas sobre la Violencia contra las Mujeres, la adopción de
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer, el Protocolo de las Mujeres a la Carta Africana de Derechos Humanos, la inclusión de la violencia sexual y la persecución basada en género en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, etc. Tales logros regionales y globales se construyen en la presión que las mujeres ejercen localmente y a la vez han impulsado sus esfuerzos a nivel nacional para encontrar maneras de exigir cuentas a los gobiernos. Quizás el incremento más significativo en el uso de los instrumentos de derechos humanos por las mujeres a nivel nacional se ha dado a través de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y los informes gubernamentales al órgano de vigilancia de este tratado (y en el futuro su Protocolo Facultativo) como un medio para aplicar presión sobre los gobiernos nacionales. Las mujeres también están haciendo un mayor uso de los cuerpos de derechos humanos no específicos para mujeres, entre éstos el Relator Especial para Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, quien ha enfocado asuntos como los crímenes de honor, y otros cuerpos de tratados, entre ellos el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, para examinar las dimensiones de género de dichas violaciones.

Todo ello se suma a la gama de estrategias que las mujeres pueden utilizar a fin de buscar resarcimiento por la violencia contra ellas y trabajar para prevenirla en el futuro.

También creo que enmarcar la violencia contra las mujeres como un
asunto de derechos humanos ha desafiado profundamente al movimiento de derechos humanos y le ha imbuido dinamismo. En el esfuerzo por responder a numerosos asuntos que salen a luz al examinar con minuciosidad dicha violencia, desde la dicotomía público-privado hasta las cuestiones del debido proceso y los actores no estatales, el movimiento de derechos humanos ha aprendido del discurso feminista, ha expandido su alcance y aumentado su base de apoyo.

La única implicación negativa que veo de todo esto ha sido la tendencia
de algunas personas a depender demasiado de las normas legales y/o
construir expectativas irrealistas sobre lo que los gobiernos pueden hacer y harán en relación con la violencia contra las mujeres, lo cual podría contribuir a que algunas mujeres se sientan escépticas acerca de las quejas por abusos a los derechos humanos. Sin embargo, desde mi perspectiva, al enmarcar la violencia como un asunto de derechos humanos nunca se tuvo la intención de eliminar otras estrategias encaminadas a enfocarla, y tampoco esperé que ello traería un rápido fin al problema. Éste es, y lo será por algún tiempo, un asunto que tiene raíces muy profundas y opera a muchos niveles, por lo cual necesita múltiples estrategias. Enmarcar la violencia contra las mujeres como un asunto de derechos humanos es un potente giro que constituye un aporte a nuestras herramientas orientadas al cambio, pero no es un
atajo para la dura lucha político-cultural que requiere un desafío tan grande al poder patriarcal.

WHRnet: ¿Cómo ha influido este marco de los derechos humanos de las mujeres en otras luchas del movimiento de mujeres, como la lucha por los derechos sexuales y reproductivos?

Charlotte Bunch: Enmarcar los derechos de las mujeres como derechos humanos va mucho más allá del tema de la violencia contra ellas, por muy importante que éste sea. Esto nos ha motivado a las mujeres a plantear muchas de nuestras luchas o asuntos como cuestiones de "derechos" y no sólo de "necesidades" o "deseos". Ello involucra ver a las mujeres como ciudadanas plenas que tienen el derecho a participar en dar forma a todos los asuntos sociales, incluido lo que se entiende y trata como "derechos humanos" fundamentales.

Cuando nos percatamos de que numerosas experiencias de las mujeres han estado muy ausentes de las discusiones sobre asuntos de derechos humanos (y de muchos otros), queda claro que nosotras (al igual que otros grupos excluidos) debemos expandir el alcance de los derechos humanos si éstos han de realizar su meta de ser universales. Es decir que si las luchas por los derechos humanos han de tratarse sobre los derechos de todos los seres humanos, entonces todos los grupos deben definir aquéllas cuestiones particulares que impiden la expresión de su humanidad plena.

Esta comprensión nos ha permitido a las mujeres examinar los obstáculos específicos a nuestros derechos socioeconómicos, civiles y políticos, así como articular asuntos tales como los derechos a la tierra y a la herencia y la feminización de la pobreza en términos de derechos humanos. De esta manera nos hemos unido al creciente movimiento por los derechos sociales y económicos que busca exigir cuentas a los gobiernos por el bienestar de sus ciudadanas y ciudadanos, así como encontrar formas para exigir cuentas a actores internacionales, entre éstos el Fondo Monetario Internacional y las corporaciones multinacionales, por las implicaciones que sus políticas tienen para los derechos humanos.

El marco de los derechos humanos también ha sido acogido por muchas personas que trabajan a favor de los derechos sexuales y reproductivos como un potente lenguaje para articular la centralidad del control sobre el propio cuerpo como un punto de partida crucial en el ejercicio de los derechos humanos. Asuntos de derechos humanos como la tortura se centran en lo que ocurre con el cuerpo, y así también la afirmación de los derechos sexuales obliga a reconocer que la negación del control sobre el propio cuerpo y la sexualidad propia debe ser considerada central a los derechos humanos.

WHRnet: En tu opinión, ¿por qué se ha centrado tanto el movimiento de mujeres en las estrategias legales a nivel local y global, en vez de enfocar las conexiones sociales, políticas y económicas subyacentes que mantienen tan vivo al patriarcado capitalista?

Charlotte Bunch: En primer lugar, no estoy enteramente de acuerdo con la premisa subyacente en esta pregunta, que implica que el movimiento de mujeres se ha centrado en estrategias legales a expensas de enfocar al patriarcado capitalista. Veo esto como una falsa dicotomía. En mis más de 30 años como feminista he visto muchísimos esfuerzos locales y globales de las mujeres para enfocar las causas sociales, políticas y económicas subyacentes en la opresión de las mujeres alrededor del mundo. Pero nosotras, al igual que otros movimientos sociales, no hemos tenido mucho éxito en encontrar formas de modificar estos factores subyacentes. Aun así, el hecho de que todavía no hayamos tenido más éxito en generar cambios en esos difíciles asuntos no significa que no los hemos enfocado, o que hemos fallado en esto porque nos centramos en estrategias legales. Por el contrario, nos indica lo difícil que es dicho cambio.

Más aún, las estrategias legales son importantes, ya que pueden traer muchas posibilidades inmediatas concretas para el mejoramiento de las vidas cotidianas de las mujeres. Sí importa que la violencia doméstica esté legalmente prohibida o que la violación conyugal sea considerada un crimen cuando una mujer trata de poner fin a estas violaciones. En el esfuerzo por desafiar al patriarcado capitalista, los pequeños pasos orientados a mejorar legalmente la situación de las mujeres pueden ser útiles y a menudo generan expectativas que las alientan a trabajar en pro de mayores cambios.

Aun cuando las mujeres no pudieran acceder a esos derechos legales, es más fácil desafiar el contexto socioeconómico que les impide dicho acceso si tales derechos son definidos como derechos que, para empezar, ellas deberían tener. Entonces, no veo que los cambios legales o el trabajo para establecer normas de derechos humanos dificulten otros desafíos al poder o que les resten probabilidades de ser logrados. Por el contrario, cuando las mujeres saben que algo está definido legalmente como un derecho suyo y aun así no tienen acceso a tal derecho, ello puede alimentar su determinación de desafiar las condiciones que les impiden el ejercicio del mismo. Esto podría y debería ayudarnos a enfocar más efectivamente, con el paso del tiempo, las conexiones sociales, políticas y económicas subyacentes.

WHRnet: Dada la militarización del planeta y todos los diferentes fundamentalismos a los que nos enfrentamos en la actualidad, incluido el económico, ¿cuáles podrían ser nuevas estrategias del movimiento de mujeres para generar cambios clave en nuestras sociedades?

Charlotte Bunch: Si yo realmente supiera la respuesta a esta pregunta, ¡¡la estaría gritando desde la cima de una montaña!! Entonces, aquí estoy explorando formas en las que necesitamos movernos, en vez de diseñar "nuevas estrategias".

Las feministas debemos encontrar maneras más efectivas de asumir los debates en nuestras sociedades. Algo que vemos en los fundamentalismos es un rebote en reacción a los éxitos feministas de asegurar los derechos de las mujeres y colocar en las agendas nacionales y globales nuevos temas, como los derechos reproductivos y la violencia contra las mujeres. Este rebote nos ha puesto a la defensiva, pero tenemos que encontrar una forma de ser más proactivas, de reafirmar nuestras visiones y recuperar el diálogo. Una de las cosas más importantes que esto requiere es involucrarnos más con la gente joven (mujeres y hombres) en torno a sus esperanzas para el futuro, de manera que los mensajes feministas reflejen las realidades de sus vidas y hablan de éstas. Creo que en ese esfuerzo también necesitamos utilizar mejor los medios de comunicación, la cultura popular e Internet, ya que éstos son centrales en las vidas de las y los jóvenes.

Es crucial, para esta tarea, una mejor articulación de nuestras visiones y nuestros valores, en formas que convenzan a más personas de que apoyen los derechos humanos de las mujeres. Una parte de los derechos humanos es la protección y defensa de los derechos de las minorías, o de aquellas personas cuyos puntos de vista difieren de la norma en sus comunidades, y a este respecto los derechos humanos de las mujeres pueden y deberían ayudar a las mujeres a afirmarse a sí mismas cuando no están de acuerdo con sus culturas. Sin embargo, para que nuestras visiones prevalezcan, debemos convencer a más personas de que las sociedades necesitan cambiar, y para hacerlo requerimos encontrar formas más efectivas de discutir los asuntos críticos de las mujeres, la cultura y los derechos humanos.

La violencia sexual y racial, la basada en género y otras formas de discriminación y violencia en una cultura no pueden ser eliminadas sin cambiar esa cultura. Los movimientos sociales son y deberían ser para forjar cambios culturales además de políticos y económicos. Debemos enfocar directamente el tema del cambio cultural y no temer afirmar que eso es lo que queremos. Sin embargo, también debemos tener claro que esto no significa cambiar algunas culturas "retrógradas" para que sean más "occidentales", sino transformar aquellos aspectos de todas nuestras culturas que oprimen a las mujeres. En los Estados Unidos, por ejemplo, lejos de haber logrado un mundo feminista, nos hemos involucrado en lo que aquí se denomina "guerras culturales", que están siendo libradas por asuntos que las feministas hemos llevado a la palestra. No obstante, las discusiones internacionales sobre la "cultura" tienden a ser una palabra código para "tradición" - como si en la
cultura "moderna" u occidental no hubiera también tantos problemas de violencia contra las mujeres y discriminación. Tenemos que remoldear la discusión sobre la cultura y los derechos humanos a fin de abrirnos paso en este debate.

En cuanto al militarismo y la explotación económica, por supuesto debemos desafiarlos en forma directa y muchas mujeres lo están haciendo. También creo que necesitamos mostrar claramente las maneras en que el militarismo y la explotación económica se vinculan a problemas como la violencia contra las mujeres (el continuo de la violencia en el hogar y en el mundo, etc.) y en qué formas dependen de mantener las jerarquías sexuales y raciales.

Finalmente, las feministas debemos crear nuevas estrategias, explorar nuevas direcciones y hablar acerca de los valores sobre los cuales queremos construir nuestras culturas - en síntesis, proyectar una visión de lo que podría ser, así como hacer una crítica de lo que es.


     

 

   
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