Teoría, Cultura y Género

Las revoluciones burguesas: En el camino a la salvación de toda la Humanidad

 

Autor: Neil Davidson

Fecha: 8/12/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Review, Gran Bretaña


La conferencia de entrega del premio Isaac Deutscher de este año la dio Neil Davidson. Se refirió al tema polémico del papel jugado por las revoluciones burguesas en la formación del mundo moderno.
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Tengo al menos dos deudas con Isaac Deutscher. Una, para los no académicos como yo, fue que nos brindó un modelo de cómo escribir una obra histórica políticamente comprometida pero al mismo tiempo académicamente rigurosa. La otra es más relevante al tema de mi conferencia: sus escritos sobre las revoluciones burguesas.


"Revolución burguesa" quizás sea el concepto marxista que más ha sido atacado en los últimos años. Desde la década de 1950, los 'revisionistas' anti-marxistas se han puesto la tarea de demostrar que los eventos que llamamos tradicionalmente por este nombre - la Revuelta holandesa, la Guerra Civil inglesa, la Guerra de Independencia norteamericana, la Revolución francesa, etcétera - no eran nada por el estilo. Por el contrario, decían los revisionistas, estos conflictos no eran más que lo que aparentaban ser: en otras palabras, expresiones de competencia entre las élites, de diferendos religiosos o de autonomía regional. Bajo ningún punto de vista eran conflictos entre una burguesía capitalista urbana y una aristocracia feudal rural, como supuestamente creían los marxistas.


Revolución desde arriba y desde abajo


Afortunadamente, el revisionismo, presentado de esta forma, está llegando al fin de su vida literaria. Sin embargo, hay una tendencia más seria, y que crece cada día más entre los marxistas, y la izquierda anti-capitalista más en general, de negar el papel que las revoluciones burguesas - o quizás deba decir "los eventos conocidos anteriormente como Revoluciones Burguesas" - han jugado en el establecimiento del sistema capitalista. Este rechazo asume varias formas diferentes. De hecho, las razones que se nos presentan en las obras de escritores muy diferentes entre sí como Arno Mayer, Immanuel Wallerstein y Robert Brenner se incompatibilizan mutuamente, pero su efecto global ha sido el de apadrinar un clima de escepticismo. Contra esto, Ia obra de Isaac Deutscher demuestra que el concepto que atacan los dos campos del revisionismo es una caricatura de la verdadera posición marxista. En esencia, Deutscher hace dos discusiones.


Primero, en su biografía de Stalin - que se publicó en 1949, antes de que aparecieran los primeros trabajos de los revisionistas - Deutscher dio cuenta que las revoluciones burguesas podían hacerse desde arriba así como desde abajo. Esto podía ocurrir de dos maneras. Por un lado, un estado fundado por una revolución desde abajo podría llegar a extender la revolución por la conquista militar, como el Nuevo Ejército Modelo en Escocia durante la década de 1650 o los ejércitos revolucionarios franceses en la península italiana durante la década de 1790. Por el otro lado - y esto realmente sólo se aplica después de la Revolución francesa - un sector de las antiguas clases dominantes mismas podrían reestructurar el estado y la economía, a menudo para competir militarmente con aquellos estados que ya habían hecho la transición. Esto hace pensar en un segundo punto, que Deutscher explicitó en La Revolución Incompleta (1967). Las revoluciones burguesas no son burguesas porque las dirija la burguesía, sino porque posibilitan el desarrollo de la sociedad burguesa sobre la base del modo de producción capitalista. En otras palabras, lo que importa es el resultado, no el proceso ni el personal.


Estas posiciones las compartían otras figuras en el movimiento trotskista, como Max Shachtman y Tony Cliff, quienes en otros temas eran de los críticos más severos de Deutscher. Su acuerdo es menos sorprendente de lo que podría parecer en un principio, ya que su posición no era para nada una innovación. Por el contrario, por lo menos en este punto, Deutscher simplemente estaba planteando la posición marxista clásica. Tomemos los escritos de Marx y Engels sobre la Guerra Civil inglesa y la Gran Revolución francesa. Estos no son completamente consistentes, pero el principal hilo conductor de su punto de vista en ambos casos era que la burguesía, lejos de dirigir el proceso revolucionario, tuvo que ser empujada por clases que se encontraban por debajo de ella en la estructura social. Engels argumentó luego que la realización de la Revolución alemana durante la década de 1860 vino desde el extremo opuesto de la estructura de clases: Bismarck y un sector de los Junkers prusianos -esto es, los grandes hacendados feudales. Georg Lukács extendió este análisis a Europa Central y Oriental en su conjunto en su gran obra Historia y Conciencia de Clase (1923). Escribiendo desde la cárcel fascista durante los años treinta, Antonio Gramsci planteó que el Risorgimento italiano de las décadas de 1850 y 1860 eran igualmente una forma de 'revolución pasiva' desde arriba. Antes que comenzara la Primera Guerra Mundial, Lenin sostuvo que la era de la revolución burguesa en Rusia había empezado con las reformas agrarias zaristas de 1861 y sólo sería completada por la clase obrera. Debería ser obvio, por consiguiente, que la tradición clásica no sostiene una versión de la revolución burguesa en la que una clase burguesa totalmente consciente anuncia la abolición del feudalismo, ejecuta al rey y proclama la república ante la aclamación estruendosa de la asamblea o su equivalente local.


Esto no es para decir que la burguesía nunca haya sido revolucionaria en su propio nombre. Al contrario, en ciertas situaciones, lo ha sido claramente - la Revuelta holandesa, las fases tempranas de la Revolución francesa, Escocia después de 1746 y, sobre todo, la Guerra Civil norteamericana. Pero no es necesario que deba comportarse de esta manera. ¿De dónde provino entonces la caricatura de la revolución burguesa, si no es del pensamiento marxista clásico? Yo creo que hay dos fuentes.


Una es la obra de los historiadores burgueses liberales de la primero mitad del siglo XIX: por ejemplo Thomas Macaulay, al escribir sobre 1688 en Gran Bretaña o François Guizot sobre 1789 en Francia. La visión del burgués heroico y conquistador deriva esencialmente de estas fuentes. Hubo peculiaridades nacionales, por supuesto - es notorio que los británicos son mucho menos entusiastas con la violencia revolucionaria que los franceses, de allí el énfasis en 1688 en lugar de 1649, pero las similitudes son lo bastante obvias.


Contrariamente a lo que plantean escritores como George Comninel, Marx no adoptó sin más esta posición. De hecho, su admiración por la burguesía, como la expresó en el Manifiesto Comunista, fue mucho más por sus logros económicos e intelectuales que por su audacia en levantar barricadas.


La otra fuente, y esto no puede ser tan sorprendente, es el stalinismo. A comienzos de la década de 1920 la Internacional Comunista - que en ese momento todavía era una organización revolucionaria, por supuesto - adoptó el término 'democrático-burguesa', para aquellas revoluciones en el mundo colonial o semi-colonial donde el socialismo no estaba planteado inmediatamente, sino que los derechos democráticos eran un requisito previo necesario para la organización de movimientos por la liberación nacional y el socialismo. Esta era una estrategia seria en ese momento, ya que ni siquiera Trotsky creía que la revolución permanente estuviera planteada más allá de Rusia en esa etapa.


Sin embargo, a medida que la Internacional Comunista degeneraba junto con la Revolución rusa que la hizo nacer, el concepto empezó a cambiar, de plantear aliarse con fuerzas burguesas (o incluso pre-burguesas) sólo donde estas se involucraran genuinamente en la lucha contra el imperialismo, a una teoría de las etapas donde había que darle el apoyo a la burguesía supuestamente 'revolucionaria' sí o sí en línea con la política exterior de Stalin. Esto fue muy desastroso en política, sobre todo en la Revolución china de fines de la década de 1920, pero también afectó la manera en que se escribía la historia. Desde el comienzo del período del Frente Popular en 1935, hubo efectivamente una fusión de las nociones del desarrollo histórico entre los stalinistas y los burgueses liberales.


Repensando el capitalismo


Una consecuencia fue que se releyó la historia desde la noción de la revolución 'democrático-burguesa' y se aplicó a Inglaterra, Francia, y los otros países donde se habían identificado revoluciones burguesas. El principal problema es que, aunque una minoría de las revoluciones burguesas incluyó episodios de democracia, ninguna produjo el establecimiento de instituciones representativas permanentes, y en la mayoría no tuvieron lugar insurrecciones populares de ningún tipo. De hecho, las 'revoluciones desde arriba' en Alemania, Italia, Japón, etc, se hicieron, por lo menos en parte, precisamente para evitar llegar a la revuelta popular. Igualmente esta no fue la única distorsión.


El modelo stalinista estableció una 'lista de tareas' tomadas de la Revolución francesa –esto es, democracia, cuestión agraria, unificación nacional - que había que ir completando antes de que pudiera declararse que la revolución burguesa se había consumado. Si realmente tomáramos esto en serio, entonces la Revolución japonesa estaba incompleta hasta las reformas agrarias impuestas por los ocupantes norteamericanos luego de 1945, la propia Revolución norteamericana estuvo inacabada hasta la legislación de los derechos civiles de los negros de mediados de la década de 1960 y la Revolución escocesa presumiblemente todavía está por consumarse, debido a la ausencia de un estado escocés independiente.


Lo absurdo de tales concepciones debe quedar patente. Todavía hay importantes problemas democráticos irresueltos en la mayoría de los países del mundo, pero no tienen nada que ver con el grado de consolidación del capitalismo. De hecho, la única meta real que pueden asignarse las revoluciones burguesas es el establecimiento de centros independientes de acumulación de capital. (En el caso de Escocia, este centro independiente de acumulación de capital se llamó Gran Bretaña.)


Una reacción frente a la celebración stalinoide de la revolución burguesa fue el intento entre gente de izquierda de encontrar fuerzas más revolucionarias con las que pudieran identificarse los radicales contemporáneos. De allí emanan, en el contexto inglés, los intentos por disminuir el papel de Oliver Cromwell en favor de los Niveladores [Levellers] y de disminuir a los Niveladores en favor de las Enterradores [Diggers], y así sucesivamente. (Los últimos dos grupos, a los cuales se los suele poner juntos, por supuesto eran completamente diferentes en su ideología, su composición de clase, el número de sus partidarios y prácticamente en todo.) Esto me parece totalmente erróneo y totalmente innecesario. En mi libro, Descubriendo la Revolución Escocesa, planteo que tenemos que distinguir entre dos conjuntos diferentes de actores históricos en las revoluciones burguesas.


Un conjunto está formado por nuestros antecesores socialistas - es decir, aquellos que tendían hacia soluciones colectivistas que eran inalcanzables en su propio tiempo, como los Enterradores en Inglaterra o la Conspiración de los Iguales en Francia. El otro conjunto lo forman nuestros equivalentes burgueses - es decir, aquellos que efectivamente llevaron a cabo las únicas revoluciones posibles en su tiempo, que eran, más allá de sus metas formales, establecer la dominación del capital. Es claro que nuestra actitud hacia estos dos grupos es muy diferente. Pero, debido a que un aspecto de las revoluciones burguesas fue el de establecer el sistema de explotación más exitoso que se haya visto, apenas sorprende que la gente que las llevaron a cabo, como Cromwell, hayan dejado un legado complejo y contradictorio.


Finalmente, tenemos que preguntarnos por qué hay tantos marxistas que están ansiosos por desechar las revoluciones burguesas, esos eventos que influyeron tanto en la fomulación del mundo contemporáneo. Probablemente no haya una única respuesta a esta pregunta, pero una parece ser cierta renuencia a adjudicarle al capitalismo, y por extensión a la burguesía, cualquier contribución positiva al desarrollo humano. Con lo entendible que es esta posición, viendo los horrores de los que el capitalismo sigue siendo responsable, de todas formas los marxistas deben rechazarla. Sin capitalismo, no tendríamos ninguna posibilidad de desarrollo de las fuerzas productivas en la magnitud que podría permitirle al conjunto de la población mundial disfrutar lo que actualmente se le niega a la mayoría de ella - una vida totalmente humana.


De hecho, y en primer lugar, sin capitalismo no habría ningún 'nosotros' - me refiero a la clase obrera - como para pensar seriamente en acometer una tarea así. Lo que me parece completamente inadmisible es la opinión de que si el capitalismo nunca hubiera existido todos podríamos estar viviendo en una alegre comuna de campesinos libres y pequeños productores independientes. De hecho, el mundo probablemente se hubiera dividido entre estados absolutistas y tributarios eternamente en guerra sin siquiera la posibilidad de escape que proporciona el capitalismo.


Sin embargo, yo quiero terminar con un reconocimiento al hecho de que la burguesía, en la hora de su grandeza, hizo más por la posibilidad de la liberación humana que simplemente proporcionar la base material para el desarrollo socialista futuro. Aquí estoy pensando en el universalismo del pensamiento de la Ilustración en su mejor momento. En el contexto de mi propio país, los pensadores de la burguesía escocesa estaban dedicados a cambiar su mundo y no simplemente a interpretarlo - La Riqueza de las Naciones es un programa de transformación de la sociedad escocesa en la misma medida en que es una historia de la economía mundial. Pero lo que querían Adam Smith y sus colegas - la 'sociedad comercial', según su terminología - no era lo mismo que la sociedad capitalista que ellos eventualmente contribuyeron a parir.


Lukács escribió una vez sobre la esperanza de la Ilustración de que 'la libertad democrático-burguesa y la supremacía de la economía llevarían algún día a la salvación de toda la humanidad'. Como todos sabemos sobradamente, esto no fue así. Pienso que los más perspicaces de los pensadores de la Ilustración escocesa - el propio Smith, Adam Ferguson, John Millar - eran conscientes de esto, y esa consciencia es la responsable de su deliberada ambigüedad hacia el 'capitalismo realmente existente' tal como surgió hacia fines del siglo XVIII. Parafraseando a William Morris, aquello por lo que lucharon no resultó ser lo que ellos quisieron decir, por eso desde ese momento otras personas han tenido que luchar por lo que ellos quisieron decir bajo otro nombre.


Nosotros, en los movimientos contra la globalización y la guerra imperialista somos esas 'otras personas'. Pero nosotros no luchamos por alcanzar los 'objetivos de la revolución burguesa' en el sentido que ya rechacé, sino aquellos principios universales de libertad y justicia que las revoluciones burguesas introdujeron en la agenda histórica pero que, por toda su importancia epocal, fueron incapaces de lograr.

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ARTÍCULO RELACIONADO:

"La formación del estado británico en la visión de un historiador marxista", entrevista a Neil Davidson, en Panorama Internacional:

http://www.ft.org.ar/Notasft.asp?ID=3383




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Neil Davidson es historiador y militante del Partido Socialista Escocés (SSP). La versión completa de la conferencia de Neil se publicará en la revista inglesa Historical Materialism durante 2005, incluyendo una discusión sobre los orígenes y la transición al capitalismo. Neil recibió el premio Isaac Deutscher por su libro Discovering the Scottish Revolution, 1692-1746 (Pluto Press).


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