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Bombardea antes de comprar (“Reconstrucción” en Irak: robo disfrazado de caridad)
Autor: Naomi Klein
Fuente: Masiosare/Rebelion
Fecha: 15/04/2003

Título Original:

El debate en la prensa sobre la reconstrucción de Irak se ha enfocado en que sea un juego limpio: es "excepcionalmente torpe" -según el comisionado para Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Chris Patten- que Estados Unidos se quede con todos los jugosos contratos. Pero, ¿a quién le importa qué multinacionales se quedan con los mejores negocios en la venta de liquidación post-Saddam? El punto es que el pueblo iraquí está ausente en este debate. A Irak le van a deber reparaciones masivas al término del bombardeo, pero, en ausencia de un proceso democrático, lo que se planea no son reparaciones o reconstrucciones, sino un robo masivo disfrazado de caridad; una privatización sin representación. Un pueblo, muerto de hambre y enfermo debido a las sanciones, luego pulverizado por la guerra, va a emerger de este trauma para encontrar que su país fue rematado. También descubrirá que su recién hallada "libertad" ya viene con grilletes, debido a las irreversibles decisiones económicas que se tomaron mientras las bombas aún caían. Luego le dirán al pueblo iraquí que vote por sus nuevos líderes y le darán la bienvenida al maravilloso mundo de la democracias.

EL PASADO 6 DE ABRIL, el subsecretario de Defensa estadunidense Paul Wolfowitz lo dijo: no habrá ningún papel para la ONU en el establecimiento de un gobierno interino en Irak. El régimen dirigido por Estados Unidos durará al menos seis meses, "probablemente más".

Y cuando los iraquíes puedan tener palabra para escoger un gobierno, las decisiones económicas clave sobre el futuro de su país habrán sido tomadas por sus ocupantes. "Tiene que haber una administración efectiva desde el día uno", dijo Wolfowitz. "La gente necesita agua y alimentos y medicinas, y las alcantarillas tienen que funcionar, la luz eléctrica tiene que funcionar. Y esa es una responsabilidad de la coalición".

El proceso a través del cual harán funcionar toda esta infraestructura normalmente se llama "reconstrucción". Pero los planes de Estados Unidos para la futura economía de Irak van más allá de esto. Más que reconstruir, el país es tratado como una pizarra en blanco sobre la cual los más ideológicos neoliberales de Washington pueden diseñar su economía de ensueño: totalmente privatizada, propiedad de extranjeros y abierta a hacer negocios.

Algunos puntos a resaltar: el contrato por 4.8 millones de dólares para administrar el puerto de Umm Qasr ya pasó a manos de la compañía estadunidense Stevedoring Services, y en el piso de subasta hay acuerdos similares para la administración de los aeropuertos. La Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (US-AID, por sus siglas en inglés) invitó a multinacionales a licitar por todo, desde reconstruir carreteras y puentes hasta distribuir libros de texto. No se especifica la duración de estos contratos. ¿Cuánto falta para que se fusionen en contratos a largo plazo para servicios de agua potable, sistemas de transporte, carreteras, escuelas y teléfonos? ¿ En qué momento se convierte la reconstrucción en privatización disfrazada?

El congresista republicano (por California), Darrel Issa, presentó un proyecto de ley que demanda del Departamento de Defensa la construcción de un sistema de telefonía celular CDMA [Code Division Multiple Access, Acceso Múltiple por División de Código] en el Irak de posguerra, con el fin de beneficiar a los "estadunidenses dueños de la patente". Como especificó Farhad Manjoo en Salon, el CDMA es un sistema que se usa en Estados Unidos, no en Europa, y fue desarrollado por Qualcomm, uno de los donadores más generosos de Issa.

Y luego está el petróleo. La administración de Bush sabe que no puede hablar abiertamente acerca de vender los recursos petroleros iraquíes a ExxonMobil y Shell. Se lo deja a gente como Fadhil Chalabi, ex ministro de Petróleo iraquí y director ejecutivo del Center for Global Energy Studies [Centro de Estudios sobre la Energía Global]. "Necesitamos que ingrese al país una enorme cantidad de dinero. La única manera para obtenerlo es privatizar parcialmente la industria", dice Chalabi.

El forma parte de un grupo de exiliados iraquíes que aconseja al Departamento de Estado estadunidense sobre cómo llevar a cabo esa privatización, de manera tal que no parezca que proviene de Estados Unidos. Para ayudar, el pasado 6 de abril, el grupo sostuvo una conferencia en Londres y llamó a Irak a abrirse a las multinacionales petroleras tras la guerra. La administración de Bush mostró su gratitud al prometer que habrá suficientes puestos para los exiliados iraquíes en el gobierno interino.

Hay quienes argumentan que es demasiado simplista decir que esta guerra es por petróleo. Tienen razón. Se trata de petróleo, agua, carreteras, trenes, teléfonos, puertos y drogas. Y si no se pone un alto a este proceso, el "Irak libre" será el país más vendido en la Tierra.

No nos puede sorprender el hecho de que tantas multinacionales anhelan el mercado sin explotar de Irak. No sólo es el hecho de que la reconstrucción tendrá un valor de hasta 100 mil millones de dólares; también está el factor de que últimamente "el libre comercio" a través de medios menos violentos no ha funcionado muy bien. Cada vez más países en desarrollo rechazan la privatización, mientras que el Area de Libre Comercio de las Américas, la prioridad comercial número uno de Bush, es ferozmente impopular en toda América Latina. Las pláticas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre propiedad intelectual, agricultura y servicios están empantanadas, entre acusaciones de que Estados Unidos y Europa aún tienen que hacer buenas las promesas del pasado.

Así que, ¿qué va a hacer un superpoder en recesión, adicto al crecimiento? ¿Qué tal ascender, de un Libre Comercio Lite, que lucha por el acceso al mercado a través del acoso en el cuarto trasero de la OMC, a un Libre Comercio Sobrecargado, que arrebata nuevos mercados en los campos de batalla de guerras preventivas? Después de todo, las negociaciones con países soberanos pueden ser duras. Es mucho más sencillo destrozar un país, ocuparlo y después reconstruirlo a tú manera. Bush no ha abandonado el libre comercio, como algunos aseguran, simplemente tiene una nueva doctrina: "bombardea antes de comprar".

Y esto va más allá de un país desafortunado. Los inversionistas abiertamente predicen que una vez que la privatización se enraice en Irak, otros países como Irán, Arabia Saudita y Kuwait se verán forzados a privatizar su petróleo para poder competir. "En Irán, simplemente se propagaría como el fuego", le dijo S. Rob Sobhani, un consultor en energía, a The Wall Street Journal. Muy pronto, Estados Unidos puede haberse bombardeado el camino hacia una nueva zona de libre comercio.

Hasta ahora, el debate en la prensa sobre la reconstrucción de Irak se ha enfocado en un juego limpio: es "excepcionalmente torpe" -fueron las palabras del comisionado para Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Chris Patten- que Estados Unidos se quede con todos los jugosos contratos. Tiene que aprender a compartir: Exxon debería de invitar a la francesa TotalFinaElf a los campos petroleros más lucrativos; Bechtel debería de darle a la británica Thames Water una oportunidad en los contratos de las alcantarillas.

Patten podrá pensar que el unilateralismo estadunidense es exasperante, y Tony Blair podrá pedir la vigilancia de la ONU en esta materia, pero ese no es el punto. ¿A quién le importa qué multinacionales se queden con los mejores acuerdos en la venta de liquidación post-Saddam, predemocracia? ¿Qué importa si la privatización es unilateral, por parte de Estados Unidos, o multilateral, por parte de Estados Unidos, Europa, Rusia y China?

En este debate, el pueblo iraquí está totalmente ausente, y aspiraría -quién sabe- a mantener algunos de sus bienes. A Irak le van a deber masivas reparaciones cuando termine el bombardeo, pero en ausencia de cualquier tipo de proceso democrático, lo que se planea no son reparaciones, reconstrucciones o rehabilitaciones. De lo que se trata es de un robo: un robo masivo disfrazado de caridad; una privatización sin representación.

Un pueblo, muerto de hambre y enfermo debido a las sanciones, luego pulverizado por la guerra, va a emerger de este trauma para encontrar que su país fue rematado de debajo de sus pies. También descubrirá que su recién hallada "libertad" -por la cual muchos de sus seres amados perdieron la vida- viene ya con grilletes, debido a las irreversibles decisiones económicas que se tomaron mientras las bombas aún caían.

Luego se le dirá al pueblo iraquí que vote por sus nuevos líderes, y se le dará la bienvenida al maravilloso mundo de la democracia.

* Naomi Klein es autora de No Logo y Vallas y ventanas (Una versión de este artículo fue publicada en The Nation. Copyright 2003 Naomi Klein. Traducción Tania Molina Ramírez)

 

 

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