El periodista polaco Ryszard Kapuscinski, quien acaba de ser galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, está considerado como uno de los mejores reporteros del mundo.
Nacido en 1932 en una localidad polaca, que hoy pertenece a Bielorrusia, Kapuscinski ha cubierto más de una docena de revoluciones y guerras. También ha sido corresponsal de la agencia de noticias polaca en América Latina, región que ha recorrido extensamente.
Ha escrito 19 libros de los que ha vendido cerca de un millón de ejemplares, y entre los que se destacan "El imperio" (1994), acerca de la descomposición de la Unión Soviética, y "Ébano" (1998), sobre el futuro del continente africano.
Ryszard Kapuscinski habló con BBC Mundo acerca de la guerra, el papel de la prensa y el nuevo orden internacional.
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- El Premio Príncipe de Asturias es un reconocimiento sobre todo a su labor como periodista, en la cual usted ha tratado un tema recurrente: la necesidad de comprender al otro como base de la comunicación.
¿Podría considerarse la guerra como un fracaso de la comprensión humana?.
Justamente lo que pienso es que en todas las guerras y en todas las situaciones de conflicto armado hay sólo perdedores.
La guerra es el fracaso del hombre.
Muestra que la gente no puede encontrar un lenguaje de entendimiento y de comprensión.
La guerra es la última fase del fracaso en la comunicación humana.
- ¿Y en la falta de ese lenguaje común qué parte de la culpa cree que le corresponde al periodismo, a las medios de prensa, por no ayudar a una comunicación que explique y que permita el entendimiento?
Yo creo que ese papel de las grandes redes de comunicación es enorme en el mundo contemporáneo y no sólo que es enorme en este momento sino que sigue creciendo.
Nosotros nos relacionamos en nuestro planeta a través de los medios de comunicación electrónicos y otros, y entonces es muy importante qué lenguaje usamos.
Si es el de la comprensión y la amistad, o si es el que fomenta el odio y la agresión frente al otro.
La guerra empieza antes de las bombas. Empieza con el lenguaje del odio.
Por eso es muy importante el mensaje que sale de los medios de comunicación masiva.
- Además de lo que se llama la manipulación de la información estaría el hecho de que la inmediatez, según algunos, no deja pausa de reflexión entre el momento en que ocurren los hechos y el momento en que se informa de ellos.
¿Cree que esta inmediatez contribuye a la fragmentación, a la falta de una visión de conjunto que distorsiona la realidad?.
Eso depende. El mundo de los medios a escala global es tan inmenso; hay tanta prensa, está internet. Es un enorme mundo.
Dentro de ese mundo hay muy diferentes niveles de calidad. Hay muy buena prensa, tenemos muy buenas emisoras de radio y de televisión.
Simultáneamente, tenemos fuentes de información pésimas, o mejor decir, de desinformación.
No podemos hablar de este mundo como de un conjunto ideal o como de algo que no tiene matices, que no se diferencia.
Al revés, tenemos cosas que sirven, que ayudan al entendimiento, y otras que van en contra.
El problema ahora es que vivimos un fenómeno de una gran centralización de medios que en vez de diversificar la interpretación de la realidad, la reflejan en una manera muy semejante.
Usted se mueve de un lado del mundo y ve por televisión los mismos temas.
Durante la guerra de Irak, antes y después, se olvidan otros grandes problemas, dolorosos para la mayoría de la gente, problemas en África, en América Latina, situaciones muy penosas en Asia que se pueden perder de vista.
La gente puede llegar a pensar que sólo existe el problema del conflicto armado en Irak.
Dejamos de ver el mundo como un fenómeno muy variado, muy complicado, y eso es muy peligroso.
- En el periodismo actual lo preponderante parece ser lo tecnológico por encima de lo humano; la inmediatez, el sonido, la imágenes diáfanas, y se estaría dejando a un lado lo humano, el sufrimiento, pero también la preparación de los periodistas.
Se culpa demasiado a los periodistas, pero en realidad la gente, amigos míos que trabajan en el terreno, que están en los campos de batalla, hacen mucho y muy bueno, pero luego el material que ellos envían a las redacciones se les edita o manipula tanto que ellos mismos difícilmente pueden reconocer su trabajo.
Yo, después de muchos años trabajando en ese campo, no culpo tanto a los periodistas sino a los gerentes, a los editores.
- El mundo ha cambiado mucho en los ultimos años y se habla de que estamos entrando en un nuevo orden internacional.
Hay muchos elementos que se mencionan, y uno de ellos es un presunto choque de civilizaciones entre occidente y el mundo del Islam.
No creo que se pueda hablar de esa manera tan general porque ambas civilizaciones son tan grandes; dentro del mundio islámico hay tantas culturas, idiomas, que es peligrosa una generalización.
El Islam es una religión que está presente en todos los continentes. Ese tipo de confrontación entre civilizaciones no es imaginable.
No olvidemos que los mayores conflictos armados de los últimos años no fueron entre las civilizaciones sino dentro de esas civilizaciones.
La guerra más sangrienta de los últimos tiempos, una de las que define el siglo XX, fue la guerra entre Irak e Irán, en la que murió más de un millón de personas, y esa fue una guerra entre dos países islámicos.
Igual en Europa; en los Balcanes, no sólo hubo una confrontación con los musulmanes sino entre dos países cristanos: Croacia y Serbia.
- Otro elemento dentro de este orden mundial de que se habla es la visión de EE.UU como un "hiperimperio".
Usted que vivió a la sombra de lo que se ha dado en llamar "imperio soviético" y que incluso escribió un libro sobre el desmoronamiento de la URSS, ¿cree que es correcto hablar de EE.UU. en esos términos?
Sí, EE.UU. es el único imperio mundial en este momento.
Definitivamente EE.UU. es un imperio pues la definición de imperio es un Estado de gran poder humano, militar y material, y EE.UU. en este momento es un gran imperio, el único planetario.
- ¿En cuanto a América Latina cómo ve el momento que vive la región?
La región vive situaciones muy diferentes en cada país.
He estado recientemente en México, Argentina, Brasil y cada uno de esos países tiene realidades diferentes.
Hay casos estables como el de Chile; otros de crisis política y económica, como Argentina, o de tensiones internas, como Venezuela, o de larga guerra civil como en Colombia.
Pero a pesar de las diferencias, creo que América Latina se encuentra en estado de desarrollo bastante visible en las ciudades y felizmente no tenemos ya el fenómeno tan doloroso de los golpes de Estado.
El papel de las fuerzas armadas en la vida de esas sociedades disminuyó mucho, lo cual es positivo. Las universidades trabajan prácticamente en todos los países.
Hay un factor y es la emigración latinoamericana hacia EE.UU. que se va expandiendo al norte de ese país y a Canadá, lo que está unificando todo el continente bajo la lengua española y el componente cultural latinoamericano.
El elemento latinoamericano es muy dinámico. Es joven y ambicioso, con muchos planes para el futuro.
A pesar de los problemas veo a Latinoamérica como un elemento positivo en el panorama planetario, y aunque ahora se habla mucho sobre el Medio Oriente y sobre Irak y no se observa lo que pasa en América Latina, en la región acontecen cosas muy valiosas.
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