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¿Qué pasó con la establidad en Medio Oriente?
Autor: Editorial
Fuente: Newsweek
Fecha: 23/05/2003

Título Original:

Traductor: Partes de Guerra

Se suponía que la caída de Saddam iba a implicar un nuevo comienzo. Pero los ataques suicidas en Arabia Saudita muestran lo hostil que sigue siendo la región para los norteamericanos y la política estadounidense.
Rebobinemos la cinta unos meses atrás. A medida que la administración Bush aceleraba hacia la guerra en Irak, muchos funcionarios hablaban de lo que implicaría una victoria en Bagdad para el proceso de paz en Medio Oriente. “¿Si hubiera un cambio de régimen en Irak, esto nos ayudaría en el proceso de paz?” Paul Wolfowitz, subsecretario de defensa preguntaba retóricamente un año atrás. “Apostaría a que sí”.
Ahora que Saddam no está, ¿qué pasó con el proceso de paz? Colin Powell, en su segundo viaje a la región, está descubriendo que el camino es difícil. Los ataques suicidas del lunes en Arabia Saudita mostraron lo hostil que sigue siendo la región para los norteamericanos y la política de Estados Unidos –un mensaje que el secretario de estado escuchó en casi todas las paradas de su visita. El presidente Bush pudo haber dado a conocer la largamente retrasada hoja de ruta para un estado palestino, y pudo haber conseguido una victoria sorprendemente rápida en Irak. Pero Medio Oriente se ha retrocedido nuevamente a su pantano político con la misma sorprendente velocidad.

En el Cairo, Powell reconoció que su visita a la región –que buscaba el apoyo para la hoja de ruta- no estaba sucediendo exactamente de acuerdo a lo planeado. Cuando se le preguntó si los israelíes habían aceptado la hoja de ruta propuesta como la nueva dirección palestina, Powell trató de minimizar su obvia decepción. “La parte israelí no usó la palabra “aceptar”, dijo. “No hace ninguna diferencia usar o no la palabra “aceptar”. Lo que hace la diferencia es si ambos lados encuentran suficiente base en común en la hoja de ruta para comenzar a avanzar en este camino”.
Este forzado intento optimista no convenció al ministro de exterioros egipcio, Ahmed Maher, que estaba parado al lado de Powell en ese momento. “Me parece un poco extraña que si uno está dispuesto a hacer ciertas cosas, no esté dispuesto a dicir que quiere hacerlas”, le dijo a los periodistas con una declaración diplomática encubierta. “Pienso que la palabra “aceptar” no es muy difícil de pronunciar ... Es importante para ambos bandos indicar, al menos la intención de implementar lo que está en la hoja de ruta y lo que la palabra “aceptar” no es una palabra sucia”.

Hay un contraste obvio con lo que ocurrió después de la guerra de 1991 entre Estados Unidos e Irak. La coalición que peleó esa guerra del golfo fue excepcional, uniendo a las fuerzas árabes y norteamericanas contra Saddam Hussein. Eso en última instancia llegó a algo incluso más excepcional: una experiencia compartida entre los gobiernos árabes e israelí. Saddam bambardeó a Arabia Saudita y a Israel, y con Saddam derrotado la región podía comprender rápidamente la necesidad de una nueva estabilidad.
Esa fue precisamente la plataforma que usó Goerge Herbert Walker Bush para lanzar lo que se transformó en la conferencia de Madrid, cuando habló triunfantemente en el Congreso al final de la primer guerra del Golfo. “Todos nosotros sabemos la profundidad del encarnizamiento que ha hecho tan dolorosa e intratable la disputa de Israel con sus vecinos”, dijo una semana después del cese del fuego en Irak. “Pero en el conflicto que acaba de concluir Israel y muchos de los estados árabes se han encontrado por primera vez enfrentando el mismo agresor”.
Menos de una semana después, ocho países árabes –incluyendo Egipto y Siria- avalaron los planes del ex presidente Bush para estabilizar Medio Oriente. Entre esas propuestas estaba la expansión de las fuerzas norteamericanas en la región, el principio de paz por tierra en la negociación entre árabes e israelíes, y un plan económico para mejorar el nivel de vida de los árabes.

El actual presidente Bush no ha tenido esa suerte. De hecho, sus ambiciones para el Medio Oriente no parecen similares a las de su padre. No hubo ninguna nación que árabe que avalara el dicurso del presidente a bordo del Abraham Lincoln. Pero su discurso en el portaviones estuvo dirigido esta vez casi completamente a la audicencia doméstica, sin ninguna mención al proceso de paz en Medio Oriente pero lleno de palabras sobre la victoria en la guerra contra el terror.
Con respecto al principio de paz por tierra, tanto los funcionarios israelíes como norteamericanos miran las nociones de Madrid y Oslo con desdén. Esa fue la ruta fallida del pasado, dicen los funcionarios de la Casa Blanca y de Israel. Lo que necesitamos ahora, dicen, es primero la seguridad antes de que los israelíes comiencen a hablar de abandonar territorios.
Lo que nos lleva a los planes económicos. Notablemente estos han sobrevivido una década de conversaciones de paz y terrorismo hasta el día de hoy. La semana pasada el presidente Bush dijo que quería crear un área de libre comercia entre Estados Unidos y Medio Oriente durante la década. “Reemplazando la corrupción con mercados libres y leyes justas, los pueblos de Medio Oriente crecerán en prosperidad y libertad”, dijo.
Esas fueron palabras nobles y muchos líderes europeos comparten esos sentimientos. El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, le habló a Bush sobre las mismas ideas la semana pasada en la Casa Blanca. Rasmussen dijo que discutió la creación de un nuevo cuerpo como la Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa inspirada por la Guerra Fría- para promover los derechos humanos, la educación y el libre mercado en Medio Oriente. “Parecía estar muy interesado”, dijo Rasmussen a los periodistas sobre la reacción de Bush. “Todos esos elementos son cruciales para mantener la paz y la estabilidad”.

Pero incluso si las naciones árabes abrieran sus brazos a las reformas culturales, hay un gran obstáculo a esos planes –y es el mismo obstáculo que ha mantendio esos planes económicos en borrador durante la década pasada. Si hay algo más complejo y más emocional para negociar que las rivalidad históricas de Medio Oriente, esto es el libre comercio. Después de décadas de palabras y ninguna acción, la Unión Europea impulsó junta una de sus grandes conferencias en Barcelona para proponer un área de libre comercia con los países árabes del norte de Africa para el año 2010. Esa conferencia fue hace ocho años, y desde entonces el proceso ha sido aplastado por la burocracia. Dos años atrás, Europa finalmente acordó una negociación de libre comercio con Egipto. Sin embargo esa negociación sólo cubría las manufacturas, no la agricultura ni la industria textil que realmente exportaría algo sustancial.
Entonces, ¿cuáles son las oportunidades de que Estados Unidos pueda realmente negociar el libre comercio con Medio Oriente? En un momento en que ni siquiera puede acordar sus propias cuestiones comerciales con Europa, esas oportunidades parecen pocas. La mejor esperanza para la estrategia de postguerra de la administración Bush en Medio Oriente –ya sea la hoja de ruta o el libre comercio- es que es demasiado pronto para decir si la región ha cambiado sus características.

21 de mayo de 2003.

 

 

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