La difusión de la "Hoja de ruta" después de la reciente formación del nuevo gobierno palestino apuntó a resucitar el proceso de paz y a sacar al conflicto con los palestinos de su callejón sin salida. Este es un paso positivo de por sí, pero el documento solo no posee suficiente fuerza de arranque. La intención de la "Hoja de ruta" fue delinear los caminos por los que podrían transitar ambas partes pero no puede reemplazar a la motivación que se necesita para embarcarse en ese viaje.
Para que la "Hoja de ruta" no quede moribunda antes de tener la chance de convertirse en una luz verde para el proceso de paz, ambas partes necesitan aceptarla formalmente en principio. Pueden agregar sus comentarios, desde ya. Pero bajo ningún concepto pueden estos comentarios convertirse en precondiciones —lo que equivaldría básicamente a negociar la negociación en sí—.
Por otro lado, los temas que tienen pocas posibilidades de ser resueltos —como el "derecho de retorno" de los palestinos— deben ser eliminados de la agenda de la "Hoja de ruta". La posición de Israel en este tema es inequívoca y apoyada por todo el espectro político israelí. Si millones de refugiados palestinos fueran autorizados a volver a Israel, ello pondría en peligro las propias bases de un Estado judío. Estado judío significa mayoría judía. E Israel no va a cometer un suicidio político renunciando a este derecho. El derecho de retorno palestino tendrá que hacerse realidad dentro de las fronteras de un Estado palestino. Y soy consciente de que los palestinos no van a expresar la aceptación pública de esta posición.
En este punto, debemos acordar, por ende, no estar de acuerdo, sin permitir que la ausencia de acuerdo interfiera con la "Hoja de ruta".
Deben tomarse medidas que creen confianza. El gobierno palestino debe implementar sin demoras un plan para desmantelar y desarmar a las distintas milicias armadas que operan en el terreno y consolidar cuestiones de seguridad conforme a su única autoridad. A menos que se ponga en vigencia este curso de acción, el Hamas y la Jihad Islámica van a ser quienes dicten la agenda palestina y van a arruinar los intentos para promover la paz. Un gobierno puede ser democrático o no, pero un país desarticulado por una autoridad hecha añicos no puede sobrevivir.
El gobierno israelí debe implementar los compromisos que hizo no sólo durante su reciente elección sino también durante el mandato previo, cuando estipuló que iban a cesar las actividades de los nuevos asentamientos. Esta resolución fue debatida en la Knesset (Parlamento) y aprobada, con lo que se vuelve legalmente obligatoria. El mismo compromiso se tomó con los Estados Unidos y éste debe cumplirse. Desde que se hizo este compromiso, se crearon cientos de asentamientos y puestos de avanzada. Deben ser desmantelados. La denominada promesa de "dolorosas concesiones" hecha por Sharon no puede reemplazar la verdadera prueba de los hechos.
Todas las partes —el denominado cuarteto (de países) con los Estados Unidos a la cabeza, Israel y los palestinos— deben ponerse de acuerdo sobre un camino de dos vías al inicio del renovado proceso de paz, combatir al terrorismo como si no hubiera negociaciones y embarcarse en negociaciones como si no existiera una lucha contra el terror.
Si uno es dependiente del otro, hay pocas probabilidades de que el proceso pueda levantar vuelo. Si se postergan las negociaciones hasta que la lucha contra el terrororismo arroje resultados absolutos, éstas podrían verse demoradas de forma indefinida. Fuimos testigos en el pasado de este tipo de estipulaciones (como los "seis días de quietud" como prerrequisito para el inicio de las negociaciones, que resultaron impracticables).
Resulta imperioso que la lucha contra el terrorismo comience de inmediato, pero lo importante en esta etapa es el nivel de performance en lugar de los resultados. Justificadamente, Israel pide un esfuerzo de un 100 por ciento, a pesar de que inicialmente este esfuerzo puede no rendir resultados en un 100 por ciento.
La lucha contra el terrorismo no es un regalo que los palestinos estén ofreciendo a Israel. Un Estado palestino terrorista —o semiterrorista— no tiene posibilidades de ver la luz del día. No hay necesidad de un Estado de esta naturaleza y nadie va a llegar nunca a un acuerdo con su existencia. Por consiguiente, nadie va a estar en condiciones de ayudar a establecer un Estado de este tipo a menos que quede claro, de forma manifiesta, que el gobierno palestino formal no va a funcionar como un peón a manos de una banda de milicias armadas que rechazan la paz.
Después de Irak
Por su propio bien, y el de su futuro, los palestinos deben probar no sólo que están luchando contra la ocupación territorial sino contra otra forma, también: la de la ocupación terrorista.
Las negociaciones políticas, por otro lado, son una medida necesaria no sólo para los palestinos sino para los israelíes también. Israel estará cometiendo un error si se limita a combatir a los terroristas sin combatir al terrorismo —que es la causa—. El pueblo palestino se va a comprometer por completo a combatir al terrorismo sólo cuando quede claro que el fin de éste reportará mayores dividendos que permitir que continúe. Dentro del mundo árabe, Egipto y Jordania ya se dieron cuenta de que lograron mucho más alrededor de la mesa de negociación que en el frente de batalla.
Por ende, es del interés de Israel, de forma manifiesta, la creación de un horizonte político que incluya el fin de la ocupa ción, su aceptación de las fronteras tomando como base las resoluciones 242 y 338 de la ONU y el establecimiento de un Estado palestino desmilitarizado pero sostenible e independiente.
La imagen de Yasser Arafat entre los israelíes es negativa. Ahora las esperanzas giran en torno a Abu Mazen como primer ministro palestino. El tironeo entre Arafat y Abu Mazen es mostrado en los medios como una cuestión de poder ejecutivo.
El tema es teórico, en parte, ya que Israel es quien ejerce un control sustantivo sobre la seguridad en estos momentos. En consecuencia, el verdadero enfrentamiento entre Arafat y Abu Mazen gira alrededor de la opinión pública palestina.
Arafat podría ser visto como el que está decidido a poner fin a la ocupación y a crear un Estado palestino. Por ello es que Abu Mazen necesita probar que es capaz de cumplir sin recurrir a la violencia. La causa palestina avanzará de forma mucho más veloz a través del diálogo diplomático y nosotros debemos dejar en claro que no tenemos ningún deseo de "usar" a Abu Mazen sino que queremos más bien ayudarlo en su papel de líder electo del pueblo palestino. Si Abu Mazen quedara atrapado entre dos fuegos —Arafat e Israel—, tendría sus manos atadas y le resultaría difícil liberarse de estas limitaciones.
Una oportunidad estratégica excepcional para lograr la paz surgió en Oriente Medio. El cambio fundamental creado en las fronteras este y norte de Israel, como resultado de la victoria de la coalición en Irak, combinado con el establecimiento de un nuevo gobierno palestino, aunque frágil, dio lugar a esta nueva situación.
El presidente Bush agregó una nueva dimensión económica a este rumbo al proponer que Oriente Medio se convierta en una zona de libre comercio —un Oriente Medio abierto que se convierta en un nuevo Oriente Medio—.
Sumado a todo esto está el hecho de que los palestinos tienen ahora como primer ministro a una persona seria que piensa que la Intifada pone en peligro la causa palestina. En su equipo figuran el ministro de Finanzas, Salaam Fayyad, que ya está poniendo orden en el sistema financiero palestino, y el ministro de Asuntos de Seguridad, Muhammad Dahlan, quien cuenta con la habilidad para retomar el control de la actual situación de caos creada por las desenfrenadas milicias.
La combinación de todos estos factores presagia un buen comienzo, a pesar de los obstáculos que podrían encontrarse en el futuro. Bajo ninguna circunstancia se debe permitir que las viejas tácticas repriman la nueva estrategia.
No debemos perdernos otra vez la rara oportunidad que se nos ha concedido ahora. Siempre nos resultó difícil librarnos de las complejidades de la situación y esta vez tampoco será fácil. Pero a diferencia del pasado, hoy, la potencial paz parece eclipsar al temor de la guerra.
Publicado por Clarín (Argentina).
|