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Italia: Cómo Rifondazione no pasó la prueba de la guerra
Autor: Workers Power Global, Bologna
Fuente: Workers Power Global, Bologna
Fecha: 15/05/2003

Título Original:

Traductor: Celeste Murillo.

Rifondazione Comunista (RC) es el partido (auto-denominado) comunista revolucionario más grande de Europa. Tiene decenas de miles de miembros en toda Italia, en ciudades grandes y pueblos pequeños.

En promedio recibe entre el 4 y el 8 por ciento del apoyo popular en elecciones locales, regionales y nacionales. Tiene media docena de diputados en el parlamento y centenares de concejales a través de toda Italia. En los últimos años el partido se ha dedicado a la construcción del movimiento anti-capitalista "anti-global", y el pasado noviembre en Florencia jugó un papel decisivo, tanto política y retóricamente, al dar "il movimenti dei movimenti" (italiano en versión original, N de la T) una sombra roja más enfática.

Los líderes de RC, en particular su secretario nacional, Fausto Bertinotti, han discutido largamente que la "revolución" neo-liberal del capitalismo mundial significa un ataque sostenido e inexorable a las condiciones de vida y al trabajo de los obreros y campesinos del mundo, y que el movimiento necesita abrazar a la clase obrera y al movimiento sindical. Es considerable la intervención del FIOM -el sindicato de los obreros metalúrgicos de la CGIL- gracias al trabajo de militantes de RC.

Dadas estas características prometedoras, uno podría haber anticipado resultados aún más positivos en la intervención de RC en la lucha anti-guerra. Ciertamente hubo algunos: la valiente y activa lucha, bloqueando físicamente el transporte de municiones por tren, rutas y mar; las masivas manifestaciones y protestas, las ocupaciones y sentadas, especialmente entre los jóvenes y los estudiantes; sobre todo, en los intentos de los militantes obreros de RC de lograr acciones entre los trabajadores, más allá de la "huelga general" de dos horas llamada por las tres centrales sindicales, y la huelga de un día organizada por los pequeños sindicatos COBAS. En resumen, uno no puede criticar a RC por el nivel de coraje y determinación de sus militantes.

En lugar de eso, es en la política de sus dirigentes (y, por lo tanto, de la organización como partido) donde podemos ver los graves límites de contenido y el método del "comunismo" de RC.

Como campaña “Stop the War” (parar la guerra) en general, RC abrazó incondicionalmente el pacifismo que vive en el corazón del movimiento anti-global. Después de Génova, los dirigentes del movimiento, enfrentados con la creciente brutalidad de la máquina del estado burgués, rechazaron conscientemente cualquier intento de organizar resistencia física, masiva y colectiva a estos ataques. En lugar de eso, el movimiento se dedicó a denuncias más defensivas, pasivas y moralistas del orden social, capitalista y global.

RC estuvo completamente de acuerdo con el creciente énfasis en la no-violencia, incluso teorizando, el mismo Bertinotti dijo que la característica distintiva más importante de la aparente habilidad del movimiento para crecer (a pesar de sus fracasos en lograr hasta ahora cualquiera de sus objetivos) fue su compromiso con la "no-violencia". Como veremos, la metafísica de la "no-violencia" desarmó al movimiento anti-guerra en Italia precisamente en el momento en que la guerra comenzó, esto era claro y evidente en la política y en los argumentos de RC.

En la víspera del ataque imperialista en Irak, Bertinotti se dirigió al parlamento italiano. Reconociendo que el movimiento anti-guerra había fracasado en parar el comienzo del conflicto, predijo con seguridad que "nosotros indudablemente lo pararemos." ¿Cómo? señaló el hecho de que en el día después de la agresión anglo-norteamericana habría una "huelga general" de la clase obrera italiana. No dijo, sin embargo, que sería sólo de dos horas y que los líderes de las tres centrales burocráticas no tendrían intención de ir más allá de lo que para ellos era en gran parte un gesto simbólico de protesta moral.

Esto fue en suma la perspectiva "anti-guerra" de Bertinotti que, según él, cuando la guerra continuara sería cada vez más una realidad. De hecho, aparte de la huelga de un día de los COBAS no hubo ninguna otra acción del movimiento sindical organizado de Italia. El fracaso del FIOM, cuyos líderes izquierdistas tenían, antes de la guerra, una ardiente retórica acerca de la huelga general masiva europea, pasó sin comentarios o análisis de parte de los líderes de RC.

Cuando la guerra comenzó, el ritmo de las protestas y manifestaciones, aunque todavía más grandes que en cualquier lugar de Europa occidental, disminuyó considerablemente en Italia cuando el movimiento sindical y de trabajadores se vio inmovilizado por sus líderes. RC no tuvo una alternativa concreta cuando fue necesario.

El resto del discurso de Bertinotti al parlamento italiano era un ataque al gobierno de Berlusconi por haber apoyado el lado equivocado. Según Bertinotti, "usted ha perdido la oportunidad de construir una nueva Europa... Francia, con un presidente conservador, que conoce su historia (sic!) estuvo a la altura en un momento crítico, como lo hicieron Rusia y Alemania." Acusó a Berlusconi de "no haber sabido cómo hablar en nombre de una parte de la clase gobernante italiana", de ser un sirviente del "Atlanticismo", concluyendo que "Europa hoy es incompatible con este servilismo."

Entonces, mientras las nubes de tormenta de la agresión imperialista estaban a punto de romper sobre las cabezas de las masa iraquíes, el líder de la organización “comunista revolucionaria” más grande de Europa occidental, una organización que durante años ha anunciado al movimiento "anti-global" como el precursor de "otro mundo” que es necesario y posible, podría encontrar en la crisis de Irak ninguna otra cosa que una perspectiva estratégica imperialista vulgar de pan-Europeísmo.

Sin una bala disparada el espíritu de internacionalismo que ha estado explícitamente en el centro del movimiento anti-capitalista se encontró eclipsado por una apelación oportunista a construir una "Nueva Europa" sobre el solo principio de un anti-norteamericanismo desnudo.

Pero lo peor estaba por venir cuando la guerra de hecho estalló. Si el espíritu de internacionalismo fue la primer víctima del pacifismo de RC, el segundo fue el contenido político de su principio. Mientras un programa internacionalista significa, ante todo, que en una guerra de agresión imperialista la resistencia de un pueblo debe ser apoyada incondicionalmente, más allá de las críticas que podemos hacer a las fuerzas y movimientos que pelean en la guerra. Sin vacilar, nos pronunciamos por la derrota del agresor, y la victoria de la resistencia.

A lo largo de la guerra no hubo una declaración clara en las páginas de Liberazione, el periódico de RC. De hecho, ni siquiera una declaración de simple solidaridad. Fue necesaria una entrevista en el diario liberal "La Repubblica” con el veterano stalinista Pietro Ingrao ("el padre de la izquierda italiana") para decir (imprecisa y tímidamente) que la resistencia iraquí era legítima, bienvenida y debía ser apoyada. Fue necesaria esta entrevista para que apareciera alguna chispa de debate abierto en la izquierda italiana acerca del significado político de la resistencia iraquí y qué actitud tomar.

En menos de 48 horas apareció un artículo en Liberazione, escrito por Rina Gagliardi, una vieja dirigente de RC. En el mismo reconoció que la resistencia de los iraquíes llevaría a que la guerra dure más de lo que norteamericanos habían pensado. Esto significó, continuó, que esos partidos de la oposición de centro-izquierda que creyeron que una rápida victoria norteamericana sería lo mejor y lo más bienvenido para salvar vidas iraquíes inocentes, malgastaron su aliento. Aquellos que en el movimiento anti-guerra (el verdadero objetivo del artículo) apostaban a la resistencia de los iraquíes sosteniendo que "en esencia reviven el modelo de Vietnam, el sueño de David derrotando a Goliath." Ella debió agregar, pero no lo hizo, que semejante resistencia llamaría al apoyo de la cuarta internacional, acompañando las líneas de la Campaña de Solidaridad con Vietnam. No había comparación alguna, discutió, porque Saddam no es Ho Chi Minh, los vietnamitas tenían el apoyo físico de Rusia y China, y, sobre todo, el mundo había cambiado.

Siguió: "Ahora, en la guerra infinita del Imperio, no puede haber ganadores ni perdedores, porque las consecuencias de una guerra infinita son, como dijo el Papa Juan Pablo II, “la derrota dramática de la humanidad”. En esta guerra somos todos perdedores." Por lo tanto, concluyó, "la tarea del movimiento anti-guerra y de la humanidad...va mucho más allá del problema y del papel de la solidaridad genuina con el pueblo de Irak que está sufriendo. Nada menos que parar la guerra y deshacerse de la oligarquía de terroristas que gobiernan en la Casa Blanca."

Este evasivo artículo repleto de incoherencias está destinado a justificar y defender la negativa de RC a pararse inequívocamente del lado de Irak y, como resultado, trabajar para movilizar a las masas trabajadoras italianas, la juventud y los inmigrantes por la derrota del agresor y de todo los que, como Berlusconi, lo apoyan.

Esta es la única perspectiva desde la cual un movimiento de verdadera solidaridad internacional, basado en las masas explotadas y oprimidas del mundo puede ser construido exitosamente.

Es verdad que no es fácil. Pero no porque Saddam no es Ho Chi Minh (quien finalmente también formó parte de un régimen dictatorial stalinista, que tenía las manos machadas de sangre de miles de trabajadores y campesinos trotskistas- pero Rina Gagliardi no quieren saber nada acerca de eso); no porque los ex stalinistas de la ex Unión Soviética y China ya no apoyen las luchas de liberación nacional por sus propios intereses geopolíticos; e incluso menos porque el mundo ha cambiado con el fin de la Guerra Fría (verdaderamente, la derrota del stalinismo ha resultado en una más clara y explícita muestra de la naturaleza del orden social capitalista como un todo, como muestra el movimiento anti-capitalista).

Las dificultades de construir un movimiento internacional anti-imperialista se encuentran en el hecho de que para hacerlo tendrían que reconocer y confrontarse en la acción con la institución del terror, internacional y nacional, de ese orden social.

Es por eso que el pacifismo del movimiento anti-capitalista y anti-guerra es en general un retroceso respecto a las necesidades políticas y prácticas del movimiento.

En ausencia de todo esto, no es ninguna sorpresa que desde el primer día de la guerra que el movimiento anti-guerra italiano haya seguido el paso lógico de traducir "parar la guerra" en un llamado a un cese el fuego - un lema tan utópico como ridículo. Nadie de RC o de alguna parte pudo explicar exactamente quién debía imponer esto al imperialismo inglés y estadounidense. ¿La ONU? ¿Si no pudieron prevenir esta guerra, cómo podían pararla? ¿El movimiento anti-guerra? Pero tampoco había prevenido la guerra, a pesar de que la mayoría de la humanidad estaba contra la guerra.

En realidad, debajo de la fanfarronada retórica de Bertinotti y las resbaladizas evasiones de Gagliardi, el llamado a un cese el fuego fue una admisión de la impotencia de RC y la campaña “stop the war”. Objetivamente, representó un golpe a la resistencia iraquí. Como dijo Trotsky una vez, en política, especialmente en situaciones de guerra, un rasguño puede llevar rápidamente a una gangrena. El pacifismo de RC en la guerra de Irak fue ciertamente más que un rasguño en primer lugar: de lo que no dudamos ahora es que la herida es más seria y abierta.

 

 

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