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El Imperio y los Capitalistas
Autor: Immanuel Wallerstein
Fuente: Comentario Nº 113
Fecha: 02/06/2003

Título Original:

George W. Bush piensa sin duda que se halla a la vanguardia de quienes defienden el sistema-mundo capitalista. Sin duda, gran parte de la izquierda mundial también lo piensa. ¿Pero piensan lo mismo los grandes capitalistas? Eso no es tan evidente. Morgan Stanley, una de las principales firmas financieras de inversión, ha lanzado una importante señal de alarma en su Foro Económico Global. Stephen Roach escribe que un "mundo USA-céntrico" es insostenible para la economía-mundo y malo en particular para Estados Unidos. La emprende en concreto contra Robert Kagan, un destacado intelectual neoconservador, que ha venido argumentando que la hegemonía estadounidense sólo puede aumentar, en particular frente a Europa. Roach no está en absoluto de acuerdo; considera que la actual situación mundial muestra "profundas asimetrías" en el sistema-mundo, que no pueden mantenerse.

¿En qué se basa Roach? El mundo ha sido testigo de una "gran desinflación [magnífico eufemismo] entre 1982 y 2002 [una evaluación saludablemente diferente a las acostumbradas jactancias sobre la fuerza de la posición económica estadounidense en la economía-mundo] y ahora asistimos al despliegue de un nuevo desequilibrio: el intento de establecer un mundo USA-céntrico". ¿Por qué? En primer lugar y ante todo debido a "las disparidades crecientes en las transacciones con el extranjero de los distintos países". Dice que "en la medida en que Estados Unidos siga derrochando su ahorro nacional, ya muy mermado", y que "el resto del mundo permanezca anclado en patrones de consumo inferiores a su aportación", la situación sólo puede empeorar.

Finalmente, ésta es su conclusión: "¿Puede una economía estadounidense escasa de ahorros seguir financiando una expansión cada vez mayor de su superioridad militar? Mi respuesta es un rotundo ‘no’". ¿Qué sucederá entonces? Los "precios de los activos denominados en dólares, comparados con los demás" deben caer, y lo harán, drásticamente, muy pronto. Según la estimación de Roach, "una caída del 20% en el tipo de cambio real y aproximadamente el doble en términos nominales, elevados tipos de interés reales, reducido crecimiento de la demanda interna, y un crecimiento más rápido en el extranjero". Concluye su artículo diciendo que "el mundo no funciona como una economía global" (por mucho que se empeñen los teóricos de la globalización), y que "para una economía global desequilibrada, el debilitamiento del dólar puede ser la única vía de escape".

En resumen, Roach argumenta que el militarismo macho del que alardea el régimen de Bush, el sueño de los halcones estadounidenses de remodelar el mundo a su imagen y semejanza, es no solamente imposible, sino claramente negativo desde el punto de vista de los grandes inversores estadounidenses, la audiencia para la que él escribe, los clientes de Morgan Stanley. Roach tiene por supuesto toda la razón, y es de señalar que no se trata de un intelectual de izquierdas, sino de un representante del gran capital.

Considerado en una perspectiva histórica amplia, lo que vemos aquí es la tensión existente desde hace 500 años en el sistema-mundo moderno entre quienes desean proteger los intereses de las capas capitalistas asegurando una economía-mundo que funcione bien, con un poder hegemónico pero no imperial que garantice su respaldo político, y quienes desean transformar el sistema-mundo en un imperio-mundo. Ya tuvimos tres importantes intentos en la historia del sistema-mundo moderno en el mismo sentido: el de Carlos V/Fernando II en el siglo XVI, el de Napoleón a comienzos del XIX, y el de Hitler a mediados del siglo XX. Todos ellos tuvieron al principio un gran éxito, hasta que chocaron contra el muro organizado por las potencias que acabaron convirtiéndose en hegemónicas: las Provincias Unidas, el Reino Unido y Estados Unidos.

La hegemonía no es cuestión de militarismo macho; se trata por el contrario de eficacia económica, que haga posible la creación de un orden mundial en términos que garanticen un sistema-mundo que funcione suavemente, en el que la potencia hegemónica atrae una parte desproporcionada de la acumulación de capital. Estados Unidos gozó de esa situación desde 1945 hasta 1970, aproximadamente, pero ha venido perdiendo esa ventaja desde entonces. Y cuando los halcones estadounidenses y el régimen de Bush decidieron intentar invertir el declive emprendiendo la vía del imperio-mundo, le hicieron un flaco favor a Estados Unidos y a los grandes capitalistas basados allí, si no inmediatamente, en un futuro muy próximo. Eso es lo que advierte Roach, y de lo que se queja.

¿Pero no les da el régimen de Bush a esos capitalistas todo lo que quieren, por ejemplo enormes reducciones de impuestos? ¿Es eso lo que realmente quieren? No Warren Buffett, ni George Soros, ni Bill Gates (hablando por boca de su padre). Quieren un sistema capitalista estable, y Bush no les está dando eso. Más pronto o más tarde convertirán su descontento en acción; puede que ya lo estén haciendo. Eso no significa que triunfen. Bush puede ser reelegido en 2004; puede profundizar su locura política y económica, y puede tratar de hacer irreversibles sus cambios.

Pero en un sistema capitalista también hay que contar con el mercado. El mercado no es todopoderoso, pero tampoco del todo impotente. Cuando se hunda el dólar, y se hundirá, todo cambiara geopolíticamente., ya que el colapso del dólar será mucho más significativo que el ataque de Al Qaeda contra las Torres Gemelas. Estados Unidos ha podido sobrevivir a ese ataque, pero veremos unos Estados Unidos muy diferentes una vez que se hunda el dólar. Estados Unidos no podrá seguir viviendo muy por encima de sus medios, consumiendo a expensas del resto del mundo. Los estadounidenses pueden comenzar a sentir lo que sienten los países del Tercer Mundo cuando el FMI les impone un reajuste estructural: un brusco descenso de su nivel de vida.

La casi bancarrota de los gobiernos estatales en Estados Unidos es ya un presagio de lo que vendrá. Y la historia recogerá que el régimen de Bush, enfrentado a una mala situación económica en Estados Unidos, hizo todo lo posible por empeorarla.

Immanuel Wallerstein (15 de mayo de 2003).



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© Immanuel Wallerstein 1998, 1999, 2000, 2001.

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