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Bush apuesta cuanto tiene
Autor: Immanuel Wallerstein
Fuente: Comentario Nro. 109
Fecha: 20/03/2003

Título Original: Bush Bets All He Has

http://fbc.binghamton.edu/109en.htm

Estados Unidos se ha metido en un buen lío. Su presidente ha hecho una apuesta muy arriesgada, y desde una posición fundamentalmente débil. Hace un año, poco más o menos, decidió que Estados Unidos atacaría Iraq, con el fin de demostrar la abrumadora superioridad militar de Estados Unidos y para alcanzar dos objetivos primordiales: 1) intimidar a todos los posibles aspirantes al poderío nuclear para hacerles abandonar sus proyectos; 2) abatir todas las ideas europeas sobre un papel político autónomo en el sistema-mundo.
Hasta ahora, Bush no ha obtenido precisamente éxitos. Corea del Norte e Irán (y quizá otros países todavía no evidenciados) han acelerado de hecho sus proyectos de proliferación. Francia y Alemania han mostrado lo que significa ser autónomo. Y Estados Unidos no ha sido capaz de convencer a ninguno de los seis países del Tercer Mundo presentes en el Consejo de Seguridad para que voten una segunda resolución sobre Iraq. Así pues, como un jugador temerario, Bush está a punto de jugarse el todo por el todo. Iniciará una guerra en un plazo muy corto, y confía en conseguir una victoria rápida y abrumadora. La apuesta es muy simple. Bush cree que si Estados Unidos logra ese tipo de resultado militar, tanto los aspirantes al club nuclear como los europeos se arrepentirán de sus desvíos y aceptarán en el futuro las decisiones de Estados Unidos.
Hay dos posibles resultados militares: el que Bush quiere (y espera), y otro diferente. ¿Cuál es la probabilidad de que Bush consiga una capitulación rápida de los iraquíes? El Pentágono asegura que cuenta con las armas necesarias y que lo logrará rápidamente. Una larga lista de generales en la reserva, tanto estadounidenses como británicos, han dado a conocer su escepticismo. A mí me parece (y para mí eso es todo) que no es muy probable una victoria rápida y total. Creo que una combinación de la determinación desesperada de los dirigentes iraquíes, más un recrudecimiento del nacionalismo iraquí, más la anunciada reluctancia de los kurdos a combatir a Saddam (no porque no lo odien, sino porque desconfían profundamente de las intenciones estadounidenses con respecto a ellos), hará extremadamente difícil a Estados Unidos acabar la guerra en cuestión de semanas. Probablemente llevará muchos meses, y en ese caso, ¿quién puede predecir de dónde soplará el viento, ante todo en la opinión pública británica, y luego en la estadounidense?
Aun así, supongamos que Estados Unidos vence rápidamente. Yo diría que en ese caso Bush sólo habría conseguido un empate: no habría perdido, pero tampoco ganado. ¿Por qué digo eso? Porque una victoria dejará la situación geopolítica más o menos como es hoy. En primer lugar, está la cuestión de qué sucederá en Iraq el día después de la victoria. Sólo cabe decir que nadie lo sabe, y no está en absoluto claro que los propios Estados Unidos tengan una perspectiva clara de lo que quieren hacer allí. Lo que sí sabemos es que los intereses en juego son múltiples, diversos y totalmente descoordinados. Se trata de un escenario de confusión anárquica, y para que Estados Unidos pudiera desempeñar un papel significativo en las decisiones de posguerra tendría que mantener allí tropas durante bastante tiempo y emplear mucho dinero (realmente mucho). Cualquiera que conozca la situación económica estadounidense y su política interna sabe que a la administración Bush le resultará muy difícil mantener allí las tropas durante mucho tiempo y más difícil aún obtener el dinero que necesitaría para intervenir en el juego político. Aparte de eso, todos los demás problemas que afronta el mundo permanecerían intactos. En primer lugar, sería aún menos probable que ahora que hubiera ningún progreso hacia la creación de un Estado palestino. El gobierno israelí consideraría la victoria estadounidense como una confirmación de su línea dura, y simplemente la endurecería aún más. El mundo árabe se sentiría aún más irritado, si eso es posible. Irán, evidentemente, no interrumpiría su impulso hacia la proliferación nuclear, y por el contrario es probable que se sintiera mucho más a sus anchas en la región una vez desaparecido Saddam Hussein. Corea del Norte incrementaría sus provocaciones, y Corea del Sur se sentiría aún más incómodo con su aliado estadounidense y la inclinación de éste hacia la acción militar. Y Francia es probable que se mantuviera en sus trece durante mucho tiempo. Así que, como digo, una rápida victoria militar estadounidense en Iraq nos dejaría en el status quo ante geopolítico, lo que no es, evidentemente, lo que pretenden los halcones estadounidenses.
Pero supongamos que la victoria militar no es tan rápida. ¿Qué pasará entonces? En ese caso, toda la operación supondrá un desastre geopolítico para Estados Unidos. Se desencadenará un pandemónium, y Estados Unidos podrá influir tan poco sobre su futuro resultado como por ejemplo Italia, esto es, bastante poco. ¿Por qué digo eso? Pensemos en lo que sucederá, en primer lugar, en el propio Iraq. La resistencia iraquí convertirá a Saddam Hussein en un héroe, y evidentemente sabe cómo explotar ese sentimiento. Irán y Turquía enviarán sus tropas al norte kurdo, y probablemente acaben por chocar entre sí. Los kurdos pueden situarse en un primer momento junto a los iraníes. Si ocurre eso, los grupos chiítas del sur de Iraq se abstendrán de participar en los esfuerzos militares estadounidenses. Los saudíes pueden ofrecerse como mediadores, pero probablemente serán rechazados por ambos bandos.
En otros puntos de la región, Hezbollah probablemente atacará a los israelíes, que responderán y probablemente tratarán de ocupar el sur de Líbano. ¿Entrarán entonces los sirios en esa guerra, para tratar de salvar a Hezbollah, y más en general su papel en el Líbano? Es muy posible, pero en ese caso los israelíes bombardearán Damasco (quizá con armas nucleares). ¿Se mantendrán callados entonces los egipcios? Y además está ese tipo, Osama bin Laden, quien sin duda estará preparando esas cosas que le gusta hacer.
¿Y Europa? En el Reino Unido probablemente habrá una importante rebelión en el partido laborista, que podría acabar en una escisión del partido. Blair podría seguir con sus fieles y formar un gobierno de emergencia nacional con los conservadores. Todavía seguiría siendo primer ministro, pero se crearía una gran presión en favor de nuevas elecciones, que Blair probablemente perdería, y con muy malos resultados. Y luego está el pequeño problema, del que le han advertido sus asesores legales, de que si los británicos lanzan la guerra contra Iraq sin un respaldo explícito de la ONU podría ser acusado ante el Tribunal Penal Internacional. Las perspectivas electorales de Aznar en España se han vuelto parecidamente dudosas, dada la oposición dentro de su propio partido a la posición española. Berlusconi y los europeos del este y del centro comenzarán entonces a poner sus barbas a remojar.
En cuanto a Latinoamérica, podemos decir adiós al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA, o en inglés FTAA). Como contrapartida, Lula tratará de revigorizar Mercosur como estructura comercial y monetaria, e incluso podría conseguir que Chile se incorporara a él; Fox se encontrará con graves problemas en México. En el sureste de Asia, los dos mayores países musulmanes (Indonesia y Malasia), que cuentan en la actualidad con gobiernos esencialmente amistosos hacia Estados Unidos, pueden tratar de emular a Europa creando una zona de acción autónoma. También el gobierno filipino se verá sometido a gran presión para que eche a los militares estadounidenses. Y es probable que China le diga a Japón que más le valdría aflojar sus lazos políticos con Estados Unidos si pretende seguir teniendo un futuro económico en la región.
A comienzos de 2004, ¿dónde dejará todo eso al régimen de Bush? Lo dejará afrontando un movimiento antiguerra rápidamente creciente en Estados Unidos, que podría incluso inclinar al partido demócrata a una oposición real a la política global de Bush. No es fácil, pero sí posible. En ese caso es probable que los demócratas ganen las elecciones.
Si sucede todo eso, Bush habrá conseguido en efecto un cambio de régimen... en Gran Bretaña, España y los propios Estados Unidos. Y Estados Unidos ya no será considerado como una superpotencia militar invencible. Así pues, para resumir, si gana Bush se enfrenta a un status quo geopolítico, que es mucho menos de lo que desea. Y si pierde, pierde de verdad. Yo diría que los auspicios no le son muy prometedores. Los historiadores confirmarán que no había necesidad de que Estados Unidos se situara tras el 11 de Septiembre en una posición tan imposible.

Immanuel Wallerstein (15 de marzo de 2003).

© Immanuel Wallerstein 1998, 1999, 2000, 2001.
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