Izquierda Marxista

Georgia: ¿Puede abrir el levantamiento el camino hacia un cambio real?

 

Autor: Chris Harman

Fecha: 27/11/2003

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Worker, GB



Un levantamiento popular volteó al presidente georgiano el fin de semana pasado. Pero el gobierno norteamericano ya está haciendo todo lo posible para asegurarse de que sea reemplazado por alguien con políticas muy similares

Imágenes sorprendentes en la TV desde la capital georgiana, Tbilisi, mostraban a los manifestantes atacando el edificio del parlamento, mientras estallaba el enojo popular contra el régimen la semana pasada. El presidente, Eduard Shevardnadze, fue obligado a huir. Las consignas del levantamiento estaban dirigidas contra la corrupción gubernamental y el fraude electoral.

Pero algo mucho más fundamental fue lo que lo motivó -la pobreza extrema de un gran sector de la población. Hasta hace 12 años Georgia fue parte de la URSS, de la que Shevardnadze fue ministro de relaciones exteriores. La profundización de la crisis económica en los años ochenta bajo Brezhnev y luego Gorbachov llevó a una explosión de descontento popular. En 1991 la URSS se despedazó después de un golpe militar infructuoso.

Los gobernantes de todas las nuevas repúblicas que surgieron después de la disolución de la URSS decían que un giro rápido hacia el mercado llevaría a grandes mejoras en sus estándares de vida. La áspera realidad en Georgia, como en las demás repúblicas, fue muy diferente. Hoy, el 60 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, y casi un tercio de los habitantes de Tbilisi está desocupado.

Los trabajadores pueden pasar meses sin cobrar, mientras los sindicatos oficiales se comportan, al igual que en tiempos de la URSS, como una rama de las empresas. Se supone que la atención médica es gratis, pero en la práctica sólo existe para quienes pueden permitirse el lujo de pagarla.

Shevardnadze tomó el control de Georgia hace diez años, luego de que una guerra civil derrocó al primer presidente de la república independiente. La victoria de Shevardnadze fue saludada por casi todos los grandes medios occidentales como la salvación de Georgia. Cuando fue re-electo como presidente en 1999, los medios estaban nuevamente extasiados.

The Guardian informaba, "Eduard Shevardnadze, el presidente de Georgia, festejó una fuerte victoria electoral ayer, como vindicación de su política pro-occidental y pro-OTAN."

En la práctica, sin embargo, sus políticas se resumieron en dividirse la propiedad de la industria entre los antiguos jerarcas estatales y la mafia. El nivel de corrupción se evidenció cuando el hermano de Hilary Clinton intentó montar un negocio de exportación con una de las figuras más conocidas de la mafia, Aslan Abishidze. La única razón por la que el proyecto no prosiguió fue que Abishidze era un opositor político de Shevardnadze en ese momento -aunque intentó ayudar a Shevardnadze el fin de semana pasado.

Lo realmente importante para EE.UU., tanto bajo Clinton como bajo Bush, fue trabajar para atraer a Georgia a la esfera de influencia norteamericana. En particular el objetivo era proteger un conducto que se está construyendo a lo largo del país para exportar petróleo desde el Mar Caspio hacia Occidente vía Turquía. Temían que, de no prosperar esto, el petróleo pasara por rutas más baratas, en países gobernados por régimenes que tienen relaciones menos amistosas con EE.UU. -Irán o Rusia.

Así, EE.UU entrena a las fuerzas armadas, despliega 200 soldados en el país, y le entrega al gobierno más ayuda externa per cápita que a cualquier otro en el mundo, aparte de Israel. La asistencia aumenta la corrupción en el país, y ayudó al régimen opresivo de Shevardnadze a mantenerse en el poder durante una década.

Sin embargo, cuando quedó claro cuán inestable era el gobierno de Shevardnadze, EE.UU. empezó a fomentar sectores de la oposición. Espera que tres personas que estaban cerca de Shevardnadze antes pasarse a la oposición puedan lograr el control.

El trío está compuesto por Mijaíl Saakashvili, un abogado educado en EE.UU. que fue ministro de justicia, Nino Burdzhanadze, vocero del parlamento, y Tedo Japaridze, jefe de las fuerzas de seguridad. Con fortuna, mucha de la gente que tomó las calles el fin de semana pasado tendrán otras ideas.


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Contexto

Georgia está en la mente de George Bush

Georgia es un país pobre con sólo cuatro millones de habitantes. Pero, al ubicarse frente al Mar Negro entre Rusia, Turquía, Armenia y Azerbaiján, tiene una importancia estratégica clave para toda potencia extranjera que intente ejercer su influencia sobre el conjunto de la región desde Medio Oriente hasta la frontera china. Gran Bretaña ocupó el país por poco tiempo, como parte de sus esfuerzos por destruir la Revolución Rusa en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial.

Y, con BP (British Petroleum) jugando un papel importante en el oleoducto, el New Labour extendió la política norteamericana de enamoramiento con Shevardnadze. Pero las potencias que realmente importan hoy son EE.UU. y Rusia. Ambas tienen bases en el país actualmente. Rusia también recibe apoyo de las minorías nacionales del norte del país, los abjasianos y los osetios.

Desde los levantamientos a comienzos de los noventa, los gobernantes de ambas regiones se han apoyado en Rusia para que los mantenga virtualmente independientes del gobierno georgiano. El gobierno del presidente ruso Vladimir Putin ve a estas minorías como peones que pueden ayudar a sus intentos por dominar a las minorías nacionales dentro de Rusia misma.

En particular, Putin quiere manos libres para utilizar tropas rusas en Georgia para atacar a los combatientes chechenos que se han refugiado en la Garganta de Pankisi. EE.UU. también quiere atacar a los combatientes que se refugian allí, alegando que algunos pertenecen a Al Qaida, pero se opone a que los rusos lo hagan. Algunos formadores de opinión temen que el resultado final de estas rivalidades sea una nueva guerra civil, entre tropas georgianas apoyadas por EE.UU. y los abjasianos y osetios apoyados por Rusia.

Entretanto, mientras el gran imperialismo de EE.UU., ayudado por Gran Bretaña, pelea con el imperialismo menor de Rusia, los obreros y los campesinos pueden esperar que su pobreza empeore -a menos que sean ellos los que construyan a partir del levantamiento del último fin de semana.


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