Irak, Medio Oriente y Asia

Los EE.UU. Buscan las Armas de Medio Oriente

 

Fecha: 30/12/2003

Traductor: Analí T.B., especial para P.I.

Fuente: Stratfor


Síntesis

Los EE.UU. están transformando sus éxitos militares en Irak en un peso para presionar a los regímenes de la región que no están dispuestos a colaborar. Washington ha llegado a un acuerdo con Libia, tiene la colaboración de Irán -- si no es su capitulación -- y probablemente gane a Siria dentro del corto plazo.

Análisis

Estados del Medio Oriente que se han opuesto durante mucho tiempo a los Estados Unidos están reestructurando ahora su política exterior. La captura de Saddam Hussein hizo más que lograr una victoria política y posiblemente militar para los EE.UU. También le dio a Washington la libertad para seguir con el próximo ítem de su agenda para reformar Medio Oriente según sus deseos, principalmente mediante la remoción de cualquier amenaza por parte de estados no-aliados -- o sus aliados militantes -- sobre las armas de destrucción masiva.

Dentro de una semana. Irán y Libia acordaron permitir inspecciones sorpresivas por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Al mismo tiempo, se informa que el Buró Federal de Investigaciones en Estados Unidos está entrevistando a un científico nuclear pakistaní importante sobre lazos entre los programas nucleares de Irán y Pakistán. Siria -- otra amenaza, aunque menos importante -- probablemente sea su próximo blanco. Se cree que Damasco cuenta únicamente con un programa de armas químicas, pero aún esto estará en la lista de los EE.UU.

Washington necesita asegurar que ninguno de los Estados musulmanes que sigue considerando como 'Estados preocupantes' -- Irán, Libia y Siria -- podría proveerle a al Qaeda acceso a armas de destrucción masiva. Sus promesas de no ayudar a al Qaeda no significarán mucho para Washington: el presidente sirio Bashar al Assad puede jurar que colaborará, pero la casa blanca no puede estar segura de que Assad no sería derrocado por medio de un golpe, asesinato u otro tipo de cambio de régimen, y por ende no puede aceptar afirmaciones verbales. En vez de esto, los EE.UU. intentarán desmantelar todos los programas de armas de destrucción masiva dentro de estos Estados.

Libia ya ha concedido. El 19 de diciembre, Tripoli decidió evitar una ofensiva estadounidense al anunciar que abandonaría su programa de armas de destrucción masiva y que permitiría las inspecciones sorpresivas. Libia sabe lo que gran parte del resto del mundo está empezando a entender -- la próxima fase en la guerra estadounidense contra al Qaeda será asegurar que armas potenciales no están disponibles para que sean utilizadas por al Qaeda.

Libia entendió que si los EE.UU. ganaran control de Irak, el próximo objetivo sería el de perseguir a los gobiernos regionales que podrían aliarse a al Qaeda. Tripoli probablemente no se aliaría al grupo militante a riesgo de pelearse con Washington. Desde la perspectiva de Washington, sin embargo, sólo una colaboración completa y plena información sobre el programa de armas de destrucción masiva serían pruebas aceptables de que Tripoli no está conspirando con al Qaeda.

A cambio de una colaboración total, Libia probablemente recibirá muchos premios -- lo más importante sería una eliminación de las sanciones de los EE.UU.

El Acto de las Sanciones Irán-Libia no permite que las empresas de energía estadounidenses inviertan en Libia. En realidad, ninguna empresa puede hacer negocios allí. La industria de energía de Libia fue construida con tecnología americana -- ahora hace décadas que está obsoleta. Revivir los lazos con empresas de energía estadounidenses es una prioridad importante. Además, Libia ya ha tomado varios pasos más, como abandonar sus actividades maquiavélicas en África central y pagándoles a las familias de aquellos que murieron en el atentado de Lockerbie.

Irán sigue en el juego de la colaboración -- permitiendo inspecciones y 'suspendiendo' en vez de 'cesando' su programa nuclear. Teherán tiene algunas cartas buenas. Primero, su influencia en Irak -- especialmente entre los chiítas del sur -- le da peso. También tiene una economía que funciona, alimentada por el petróleo, un ejército profesional y con experiencia, dirigencia política inteligente y posiblemente inteligencia invalorable sobre la dirigencia y las operaciones de al Qaeda.

Washington no puede presionar directamente a Irán, entonces ha tomado un abordaje indirecto. Los israelíes, probablemente con apoyo de Washington, están amenazando con hacer estallar las instalaciones nucleares de irán, ya que los altos oficiales militares afirman que el programa de armas de destrucción masiva de Irán plantea la amenaza más grande a la seguridad nacional israelí.

La semana pasada, Irán acordó permitir inspecciones sorpresivas por parte de la AIEA. Surgieron informes el 22 de diciembre de que una figura clave en el desarrollo del programa nuclear de Pakistán, Abdul Qadeer Khan, está bajo arresto domiciliario. Está siendo interrogado, posiblemente por parte de agentes de investigación del Buró Federal Estadounidense, sobre lazos entre los programas nucleares de Pakistán e Irán. Se informa que Teherán ha nombrado a varios científicos pakistaníes para ayudar en el programa nuclear de Irán. Entrevistas del FBI, además de la colaboración pakistaní, podrían aportar detalles importantes que luego los EE.UU. podrían usar para contener a Irán.

Por su parte, Siria ni siquiera puede costear la apuesta. Se piensa que Damasco posee armas químicas, y posiblemente biológicas también, pero ciertamente no un programa nuclear. Con una pequeña economía, recursos limitados, un ejército decrépito y algunos pocos aliados poderosos, será imposible para Siria resistirse a la presión de los Estados Unidos. Los EE.UU. no piensan realmente que Damasco forme una alianza con al Qaeda. Pero al mismo tiempo, no podrá tomar simplemente la palabra de Siria. En vez de esto, los oficiales pedirán una colaboración completa en un número de temas, incluyendo inspecciones de las instalaciones de armas de destrucción masiva pertenecientes a Siria.

Es probable que Washington no pare hasta que tenga a los programas de los tres estados bajo llave. Lo que vendrá después será el problema clave. La contención de los programas de armas de destrucción masiva fortalecerá la posición de Israel en la región, dándole más libertad para maniobrar abiertamente en asuntos políticos regionales. También le dará más libertad a Israel para imponer acuerdos de paz -- sean formales o de facto -- sobre Siria y los palestinos.

El debilitamiento de Irán, Libia y Siria -- junto a la toma americana de Irak -- también reformarán la dinámica regional. Argelia, Moroco y hasta Egipto le tendrán menos miedo a Libia. Jordania verá a una Siria debilitada, y por ende, menos como una amenaza de largo plazo. Arabia Saudita está tan embrollada en su propio conflicto doméstico que no puede relajarse completamente, aún mientras Irán se ajusta en un alineamiento más cercano con los EE.UU.

La reconfiguración de las posturas militares de Libia, Irán y Siria, sin embargo, aún resonarán a lo largo de la región. Las ramificaciones políticas también se sentirán. El giro del líder libio, Cor. Moammar Gadafi, después de más de una década de retórica anti-americana podría caer mal en algunos círculos de Libia. Casi todos perciben ya a Bashar Assad como débil -- internamente y externamente -- y totalmente dependiente de la Vieja Guardia de su padre. No está claro si podrá sobrevivir a una escalada en el conflicto diplomático con los EE.UU. No es probable que pueda sobrevivir a una reestructuración de la posición política y militar fundamental de Siria en Medio Oriente.

Para los Estados Unidos, es imperativo reconfigurar la región para llegar a su ideal. Derrotar a al Qaeda significa, en gran parte, impedir a al Qaeda encontrar a aliados poderosos o armas poderosas en la región. Al Qaeda opera típicamente en una base de baja tecnología, y no es probable que busque armas de destrucción masiva más avanzadas que un Boeing 767. De todos modos, Washington no puede tomar ese riesgo, y no lo hará.

Publicado el 22 de diciembre, 2003


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