ENGLISH | FRANCAIS | PORTUGUES

 

Volver
México: Los giros foxistas en la política exterior
Erik Hurtado
Liga de Trabajadores por el Socialismo (FT - México)
05/03/03

 

El gobierno de Fox se encuentra en una disyuntiva que lo enfrentará ante la opinión pública internacional y nacional: arrodillarse ante la política de Bush o tratar de ganar cierto margen de "independencia" dentro de su acuerdo más estratégico con la potencia del norte.
Las últimas semanas, ha sido notorio cómo la injerencia histórica de EU en México se profundiza en el contexto de la guerra. Por ejemplo, el embajador de México "Tony" Garza advierte y amedrenta al gobierno con "los costos políticos" que causaría un no alineamiento sobre el tema. El mismo secretario de Gobernación Santiago Creel ha caído en contradicción sobre la incisiva presión de la Embajada. También, la reciente visita de Aznar fue vista como otro intento de presión norteamericana por medio del gobierno de España, que intenta protagonizar un cambio en la relación de fuerzas dentro de la Unión Europea como parte de la intensa pelea por el voto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU. El gobierno mexicano tiene un voto como miembro no permanente de este consejo y tendrá que enfrentar los costos políticos de acordar con las grandes potencias las cuestiones relevantes de la situación mundial. El Secretario de Relaciones Exteriores y representante ante el organismo internacional, Ernesto Derbéz, dijo que mantendría la posición "multilateralista", siguiendo la línea anterior de Fox, que en un hecho sin precedentes, se pronunció por una salida de consenso, alejándose de la postura norteamericana con su "¡No a la guerra, si al multilateralismo!". Este hecho que le valió una llamada telefónica inmediata desde la Casa Blanca, influyó en el reciente cambio de postura con el argumento bushiano de que "lo importante es que el tirano Hussein debe ser desarmado". Pero más allá incluso de qué posición adopte finalmente en el Consejo de Seguridad en caso de votación, ya es un hecho de extrema importancia que el gobierno, que asumió prometiendo una mayor subordinación a los EE.UU. plantee esta posición que tensa la relación entre ambos países. ¿Cuales son las razones de ello? A continuación trataremos de dar una explicación, de los elementos internos y externos que están en el fondo del asunto.

 

El contexto internacional: una tendencia a la ruptura del equilibrio capitalista mundial

Es imposible entender la postura del gobierno mexicano ante los planes de guerra de Bush sin tomar en cuenta el estado de las relaciones entre las principales potencias. "Hoy la decisión de Washington de emprender una guerra unilateral contra Irak y la brecha que ha abierto con algunos de sus principales aliados europeos, amenaza con derribar una a una las alianzas y los pilares del orden establecido en la posguerra, lo que puede tener consecuencias ominosas para el equilibrio capitalista en su conjunto" (LVO 116). Alrededor de esta situación, se evidencia la pérdida de consenso entre las grandes potencias y en el conjunto de las naciones, lo que de desarrollarse profundizaría las brechas y los roces interimperialistas (como los que se abrieron dentro de la Unión Europea o entre ésta y los EE.UU.) En este marco y como respuesta a los intensos cabildeos de presión por parte de EE.UU. para conseguir el apoyo necesario para una nueva resolución en el Consejo de Seguridad que abra el camino para la invasión inmediata sobre Irak, han surgido importantes resistencias y reticencias. En Chile el presidente Lagos, ante la visita del representante norteamericano Otto Reich, se inclina porque los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad se pongan de acuerdo para no tener que definir con su voto; la Liga Árabe intenta "evitar" la guerra proponiendo el exilio del actual gobierno irakí; y el parlamento turco acaba de rechazar la discusión sobre la entrada y establecimiento de las tropas norteamericanas a su territorio. Por otra parte Francia, Alemania y Rusia que ven alrededor de la guerra contra Irak un reposicionamiento del imperialismo norteamericano, sienten amenazados sus propios intereses en la región. Por tanto la determinación de los EEUU para atacar Irak podría no ser avalada en la ONU, bien por no reunir los nueve votos necesarios para respaldar su propuesta, o bien porque algunos de los miembros permanentes ejerzan su derecho al veto, como ya amenazó Rusia.
Las disputas políticas, tácticas y estratégicas, entre las grandes potencias no son una cosa menor. Señalan un fuerte elemento tiende hacia la ruptura del equilibrio capitalista, que se profundizaría sí se rebasa a la ONU como instancia de acuerdo entre los imperialistas. Por lo menos los efectos de estos elementos de la situación están creando mayor inestabilidad a nivel mundial.
Las diferencias estratégicas no se disiparán fácilmente si, como ahora parece probable, Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones siguen adelante con la acción militar en Irak, frente a la amplia oposición de otros aliados tradicionales y por fuera de la ONU. Además la política guerrerista de Bush ha encontrado también una fuerte reacción mundial contra la guerra con más de 30 millones movilizados en todo el mundo.

Es ante esta falta de consenso internacional que el gobierno de México busca cierto equilibrio entre las distintas posturas sobre la guerra, primero apareció más "multilateralista" y después más inclinado hacia la postura de Bush. Estos cambios se deben en gran parte a que a partir del 11 de septiembre el imperialimo yanky redefinió una política hacia México mucho más agresiva (como se mostró con la negativa hacia un acuerdo migratorio).

 

Fox y el régimen de la alternancia ante la guerra

La posición de México en el Consejo de seguridad de la ONU, junto con el voto de Chile, puede definir acerca de la nueva resolución propuesta por EEUU y Gran Bretaña. Esto plantea nuevos elementos en la relación entre el gobierno mexicano y el imperialismo.
Fox, como Lagos, no quisiera tener que externar su voto en el Consejo de Seguridad, por lo que mantiene una posición que, aunque ambigua, busca mantener un alineamiento. Cualquier decisión, cualquiera que esta sea (sin descartar incluso la posibilidad de una abstención), le acarrearía costos políticos altos, tanto externa como internamente. En parte porque el 83% de la población mexicana se opone a la guerra y también porque el descontento mostrado en el campo y el desgaste del gobierno le traerían una situación compleja donde estas luchas aunque incipientes, pueden tomar tintes más antiimperialistas y antibelicistas.
Por otra parte pesa el hecho de que EE.UU. expresó una negativa rotunda hacia el acuerdo migratorio y que la embajada de ese país anunció que ve difícil renegociar el apartado agrícola del TLCAN. Ante esto el gobierno mexicano intentaría reposicionarse para negociar en "mejores" condiciones la entrega del país, siguiendo así el consejo de intelectuales del régimen como Enrique Krauze de "cobrar lo justo por el voto afirmativo pero a cambio de resolver los problemas básicos de la relación bilateral: un acuerdo migratorio completo y un trato justo en el ámbito agropecuario" (Proceso 23/02/03).
Esto podría ser un intento de fortalecerse frente a los demás partidos del régimen en una situación marcada por los escándalos de lavado de dinero y financiamiento del extranjero a la campaña panista por medio de "Amigos de Fox". Aunque también puede tener la intención de no quemar demasiado al régimen de la alternancia como abiertamente entreguista.
El PRI y el PRD, ya le exigen "firmeza" para mantener su posición inicial llamando a la abstención o al voto en contra (como recientemente hizo Cárdenas) en el Consejo de seguridad de la ONU. Las próximas elecciones parlamentarias seguro que están en el horizonte del gobierno, quien se cuida de cualquier acción que le reste votos. Sin embargo, la campaña de proselitismo en favor de los candidatos panistas echada a andar por Fox y Marta Sahún, tiene menos marco de acción para seguir descalificando a los opositores (PRI y PRD) de "frenos para el gobierno del cambio". Si las diferencias son solo parte de un reposicionamiento de cara a las elecciones federales de julio, serían entonces diferencias tácticas frente a la relación de subordinación con el imperialismo en el marco de la batalla electoral.

 

¡Derrotemos la guerra imperialista!

Desde luego que por dictados norteamericanos se ha elevado la producción petrolera en el país para hacer frente a la reducción de las reservas. A pesar de los cantos de sirena del régimen se produce más para la guerra imperialista. Los partidos patronales mexicanos (proimperialistas irremediables) no dicen nada al respecto: PRI y PRD exigen cínicamente el voto contra la guerra pero a la vez exigen también, vía el Congreso Nacional de Gobernadores, se les participe de la derrama de la venta extra del petróleo, que servirá para invadir una nación y asesinar a su pueblo.
Así avalan la guerra de "sangre por petróleo" y se quieren beneficiar de ella. Y claro que una importante parte de lo obtenido por la derrama extra se utilizará para el pago puntual de la deuda externa (más de 15 mil millones de dólares en esta ocasión), vía por la que se mantiene económicamente atado al país a los intereses del imperialismo, y con lo que tienen perfecto acuerdo los tres principales partidos. Por esto debemos pelear en México para que ni una gota de petróleo y ni un peso de la deuda externa se entreguen como parte de la lucha internacional para derrotar a esta guerra imperialista de rapiña.


En el último mes vimos la impresionante movilización campesina que se realizó contra el apartado agrícola del TLCAN y en la que casi 100 mil campesinos confluyeron con sectores de trabajadores (como el SME o la UNT) y con diversos sectores populares. Estas muestras de descontento contra la penetración imperialista y sus efectos devastadores para el campo mexicano pueden ser un primer paso para que se desarrolle la lucha antimperialista en México.
En el marco de la amenaza belicista contra Irak, debemos señalar que la lucha contra los tratados de subordinación al imperialismo que atan a los países latinoamericanos como el nuestro (TLCAN, ALCA, PPP, Plan Colombia) debe ser también la lucha por derrotar a la guerra, junto a los millones en el mundo que han salido a luchar contra ella.
Debemos impulsar la unidad de todos los sectores que salen a protestar como los campesinos o los trabajadores y sectores populares que luchan contra las privatizaciones de la Industria Eléctrica o la contrarreforma de monseñor Abascal, para movilizarnos y pelear en la perspectiva de una Huelga Nacional contra la guerra y los planes del imperialismo para recolonizar el mundo. Los trabajadores como los de Pemex deben iniciar el boicot activo a la producción petrolera subordinada hoy a los intereses de EEUU. En este camino proponemos discutir un plan nacional de lucha en un primer encuentro de organizaciones obreras, campesinas y populares para hacer frente a los planes de Fox y el imperialismo, en apoyo a Irak y por la derrota imperialista, ya que esto favorecería la guerra antimperialista por todo el mundo y sobre todo la de países semicoloniales y oprimidos como el nuestro y los de América latina.

 

Volver