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Por el triunfo de la Intifada! ¡Derrotemos la agresión sionista!
Fracción Trotskista-Estrategia Internacional: Partido de Trabajadores por el Socialismo (Argentina), Liga de Trabajadores por el Socialismo-ContraCorriente (unificada) (México), Estrategia Revolucionaria (Brasil), Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (Bolivia), Clase contra Clase (Chile), Revolutionary Socialist Tendency (Ucrania).
Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria: Workers Power (Gran Bretaña), Pouvoir Ouvrière (Francia), Arbetarmakt (Suecia), Arbeitermacht (Alemania), ArbeiterInnen Standpunkt (Austria), Workers Power (Australia), Socialistická organizace pracujících (trockisté) (República Checa), Young Revolutionary Marxists - MRM (Ucrania)
30/4/02
 

El ejército israelí ha transformado a las ciudades palestinas en un matadero. Durante semanas ha bombardeado, perseguido y asesinado a la población palestina. En el campo de refugiados de Jenín, los perros asesinos de Sharon repitieron el trabajo que su amo había hecho en 1982 en Sabra y Shatilla. Centenares han sido masacrados a pesar de la heroica resistencia de los luchadores palestinos. Miles han sido detenidos, incluyendo al dirigente de la milicia Tanzim en Cisjordania, Marwan Barghouti. Sharon mantuvo su promesa de una "nueva" política de "golpear duro a los palestinos [hasta que] sea muy doloroso. Debemos provocarles bajas, víctimas, de modo tal que sientan que pagan un precio alto." Estas nuevas bajas se suman a los más de 1.200 palestinos asesinados y a los más de 18.000 heridos desde que comenzara la Intifada en septiembre de 2000.
La nueva ofensiva genocida del estado sionista ha despertado la solidaridad masiva con el pueblo palestino en todo el mundo. Millones se han lanzado a las calles en Medio Oriente. Centenares de miles tomaron las calles de las capitales de occidente, e incluso miles se movilizan dentro de Israel.
El terrorismo de estado de Israel y la Intifada se han transformado en una cuestión candente de la situación mundial en su conjunto. El imperialismo y el estado sionista están haciendo todo lo posible para liquidar el levantamiento palestino, una justa lucha de liberación nacional que se ha transformado en un símbolo para los trabajadores y la juventud combativa a nivel internacional.
¡Ha llegado la hora de una acción de solidaridad decisiva! En todo el mundo, los trabajadores y la juventud -particularmente el movimiento anticapitalista en el centro del imperialismo en Europa y Estados Unidos - deben dar su apoyo incondicional a la justa lucha del pueblo palestino. La clase obrera internacional debe golpear a Israel donde le duele, organizando un boicot contra los productos israelíes. Debe brindar ayuda material, incluyendo medios sanitarios y también armas y voluntarios para la defensa del pueblo palestino que lucha desesperadamente como David contra Goliat.

 

¿Por qué ahora?

No es accidental que la reciente ofensiva sionista se haya lanzado justo en este momento. Hasta ahora la clase dominante de Israel no ha podido derrotar la Intifada comenzada en septiembre de 2000, aunque recientemente le infligió serios golpes como en Jenin. La heroica juventud palestina, junto con los trabajadores y los campesinos continuaron con su lucha por la liberación nacional a pesar de la política de ocupación asesina implementada por el ejército israelí que ha creado más de 1.000 mártires.
Pero la ofensiva reaccionaria de Sharon ha provocado una imprevista respuesta y ha creado problemas enormes para sus amos en Washington. Millones se están movilizando en las calles del mundo árabe, denunciando a sus gobiernos por su falta de acciones decisivas contra la agresión sionista. En El Cairo, ya se han alistado los primeros voluntarios para apoyar a la Intifada. Si continúa la actual crisis, los gobiernos árabes, muchos de ellos títeres fieles del imperialismo norteamericano, podrían verse amenazados por rebeliones populares.
Los ataques militares lanzados por Hezbollah contra Israel en apoyo de la Intifada indican el potencial para una extensión del conflicto. La negativa del gobierno libanés a detenerla muestra el profundo odio popular contra Israel. No se puede descartar el peligro de una guerra regional.
La reciente escalada es particularmente preocupante para la administración Bush, que planea lanzar una nueva guerra contra Irak. En un momento en que el movimiento de solidaridad internacional con la Intifada ha llegado a su punto más alto, ésta podría provocar una explosión regional incontrolable contra el imperialismo y sus aliados. Por lo tanto el imperialismo norteamericano busca imponer una solución reaccionaria para la cuestión palestina, para así tener las manos libres contra Irak.
En consecuencia, la reciente escalada de la agresión militar ha ido acompañada de una frenética actividad diplomática: las giras de Cheney y Powell por Medio Oriente y el retorno de Anthony Zinni como enviado de Bush a la región, el "plan de paz" saudí que propone una "normalización" de las relaciones con Israel a cambio de su retirada de los territorios ocupados, mientras Sharon plantea la posible realización de una "conferencia de paz". A esto hay que añadir la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, que contó con el apoyo de Estados Unidos, que por vez primera respalda la idea de un estado palestino.
Estas actividades diplomáticas se combinan con las críticas crecientes hacia la iniciativa guerrerista de Sharon por parte de Kofi Annan, el secretario general de Naciones Unidas, y de la Unión Europea, que acusa al ejército de violaciones a los derechos humanos. Naturalmente, esta crítica no es más que hipocresía ya que la ONU es la que ha instrumentado el bloqueo que está matando por hambre al pueblo iraquí desde hace más de una década. Y las potencias imperialistas también se "olvidaron" de sus preocupaciones sobre los derechos humanos cuando apoyaron a Estados Unidos en cada una de las guerras lanzadas por ellos en los últimos 11 años (Irak, Serbia, Afganistán). De hecho, el motivo para estas críticas se encuentra en las rivalidad inter-imperialistas de los oponentes de Estados Unidos.
La escalada de violencia y la iniciativa diplomática no se excluyen entre sí necesariamente. La brutal represión desatada por el estado sionista es un intento de fortalecer su posición negociadora anticipándose a cualquier reinicio de las conversaciones para llegar a algún acuerdo político, destruyendo la infraestructura de la resistencia, y utilizando las detenciones en masa como prenda de negociación.
Sin embargo, los intereses contradictorios de las partes involucradas en este conflicto podría llevar a una escalda todavía mayor. Fracciones importantes de la clase dominante israelí buscan una destrucción implacable de cualquier forma de estructura independiente palestina, y están evaluando realizar una "limpieza étnica" de sectores de la población palestina. Los regímenes árabes están dispuestos a cerrar un acuerdo con el imperialismo pero están bajo una presión enorme de su propia población que ya los obligó a distanciarse de la "cruzada" guerrerista de Bush. La clase dominante norteamericana también está dividida entre lo que serían las versiones "duras" y "moderadas" de la agresión sionista.
Pero hasta ahora, la nueva ofensiva israelí no ha quebrado a la Intifada. Todo lo contrario, ha provocado un polarización en el seno de la población judía de Israel nunca vista antes. El movimiento anti-ocupación de los reservistas ha proliferado en los últimos meses. Desde septiembre de 2000 casi un millar de soldados y de potenciales reclutas se han negado a participar en las operaciones militares. Además, se vienen realizando en Israel movilizaciones por la paz, una de ellas particularmente importante. No obstante, la mayoría de la población apoya la reaccionaria campaña de guerra de Sharon.
La reciente escalada en Medio Oriente es una expresión de las contradicciones explosivas contenidas en el nuevo periodo abierto por la ofensiva imperialista de alcance mundial luego del 11 de septiembre. Como los revolucionarios marxistas ya habíamos planteado en su momento, en este nuevo periodo se agudizan las contradicciones fundamentales de la época imperialista: guerras, revoluciones, y contrarrevoluciones. Claramente, la victoria imperialista en Afganistán ha abierto una coyuntura reaccionaria en la cual Estados Unidos y sus aliados están a la ofensiva. Bush y su "guerra contra el terrorismo", es decir, contra cualquiera que no se arrodille ante los dictados de Washington, ha alentado a las fuerzas más reaccionarias en todo el mundo a pasar a la ofensiva. Sharon, el reaccionario intento golpista en Venezuela, el gobierno de derecha de Berlusconi: todos ellos son el rostro visible del "nuevo orden mundial" que la clase dominante norteamericana quiere establecer.
Pero su agresiva campaña beligerante, sus reaccionarias maniobras y sus programas neoliberales provocan resistencia y odio en todo el mundo, como vemos en los millones que se movilizan contra el genocidio desatado por Sharon, en las movilizaciones y la huelga general en Italia, en el medio millón de manifestantes contra la cumbre de Unión Europea reunida en Barcelona, o los pueblos que estallaron en expresiones de júbilo por el abortado golpe pro-yanqui en Venezuela.
En verdad, la clase obrera mundial y los sectores oprimidos tienen un interés inmenso en ver al imperialismo norteamericano y sus lacayos derrotados dondequiera que esto sea posible.

 

La bancarrota de la política conciliadora de Arafat

La política de Yasser Arafat ha puesto al pueblo palestino al borde de la catástrofe. Su nacionalismo burgués que combina una mezcla de guerrillerismo, diplomacia burguesa, corrupción clientelar y una represión brutal contra sus oponentes ha conducido a un fracaso completo al pueblo palestino en su intento por reasegurar su autodeterminación. Las raíces de la segunda Intifada yacen en su desastrosa decisión de firmar la Declaración de Principios de Oslo en 1993 junto con Israel, y los acuerdos posteriores (por ejemplo, el de El Cairo en 1994), que establecieron el alcance de los poderes de la Autoridad Nacional Palestina y los compromisos de seguridad ante Israel.
Al aceptar negociar el establecimiento de un estado "independiente" basado sólo en Jerusalén oriental, Cisjordania y la Franja de Gaza, la dirección palestina entregó por adelantado el 78% del territorio conquistado por Israel en 1948, que pertenecía en su totalidad a los palestinos, con excepción de una pequeña fracción, y donde eran la mayoría aplastante de la población. Peor aún, en los términos de los acuerdos de Oslo, apenas el 18% del territorio fue puesto bajo control de la Autoridad Nacional Palestina. En la Franja de Gaza, las áreas y los asentamientos de colonos bajo control de Israel ocupan cerca del 40% de la tierra, esto es para "proteger" a los 6.900 colonos judíos que viven entre más de un millón de palestinos.
En los últimos años Arafat mostró su subordinación al imperialismo y al sionismo, arrestando en repetidas ocasiones a militantes palestinos que se oponían a los acuerdos de Oslo y continuaban la lucha de liberación nacional. A pesar de la ofensiva genocida de Israel, hay un peligro real de que Arafat acepte expatriar militantes palestinos, perseguidos por el ejército israelí.
Sin embargo, la política de Arafat no es sencillamente fruto de un error de cálculo o de ansias de poder. Representa los intereses de la reducida burguesía palestina y sus aliados árabes que la respaldan que buscan un acuerdo con Israel. Pero un acuerdo semejante no puede nunca satisfacer los intereses de las masas palestinas.

 

El nacionalismo radical y el Islamismo: un callejón sin salida

Los revolucionarios apoyamos en forma incondicional la resistencia militar del pueblo palestino. Pero planteamos claramente que tanto la política capituladora de Arafat como la de las direcciones que se postulan como alternativa llevan al pueblo palestino a un callejón sin salida. La política de sus oponentes dentro de Fatah y también la del Frente Popular para la Liberación de Palestina es de hecho una repetición de la vieja política nacionalista pequeño burguesa de la OLP en los '70 y principios de los '80. Ésta fracasó porque nunca levantó una política para organizar a las masas en comités de democracia directa como hicieron espontáneamente los obreros y la juventud palestina durante la Intifada, y porque colaboraban con las reaccionarios gobiernos árabes, en lugar de implementar un estrategia de movilización de masas para su derrocamiento revolucionario.
El islamismo es igualmente incapaz de aportar una solución justa a las masas palestinas. Su objetivo es establecer el dominio reaccionario de una elite teocrática que continúe la explotación de los trabajadores y la opresión de las mujeres. Esto supone la persecución de todos los judíos; el nuestro es en cambio un futuro común, socialista tanto para los árabes como para los judíos.
Los trabajadores y la juventud palestina deben liderar la guerra por su liberación nacional. Ninguna elite autoproclamada, sea ésta el Hamas o Arafat, debe dictarles su destino, sino que, organizándose en los campos de refugiados, en comités de aldeas y en los lugares de trabajo la resistencia de masas puede tomar la lucha en sus manos. Igualmente milicias como Tanzim deben ser puestas bajo el control de los comités de los campamentos y las ciudades. Las milicias populares organizadas, no los atentados suicidas que empujan a la población israelí a los brazos de Sharon, son el camino a seguir.
Las masas palestinas no pueden esperar nada de lacayos del imperialismo como Mubarak. Pero tampoco pueden hallar aliados en los demagogos falsamente anti-imperialistas como Saddam Hussein o Khamenei. No, el único aliado real de la Intifada es la clase obrera de Medio Oriente que tiene el poder de parar la industria petrolera y afectar seriamente los interses del imperialismo. Sólo esta clase junto a las masas oprimidas tiene la fuerza para derrocar a estos gobiernos proimperialistas y corruptos y establecer gobiernos obreros y campesinos.
Es necesario construir en forma urgente un partido obrero revolucionario en Palestina y en el conjunto de la región para luchar por esta estrategia. Un partido que pelee por la liberación nacional y contra cualquier forma de explotación. Un partido que luche contra cualquier subordinación de la clase obrera a las fracciones de la burguesía (como sucede con la alianza de colaboración de clases de la OLP), y por una estrategia independiente del proletariado. Un partido que sea fundamentalmente internacionalista y que agrupe a todos los obreros y jóvenes revolucionarios palestinos, árabes y judíos.

 

¡Dos estados no son solución! Por una república obrera en todo el territorio histórico palestino donde puedan convivir en paz árabes y judíos

La ofensiva militar sionista ha volcado indudablemente la relación de fuerzas a favor del estado de Israel. En las próximas semanas, Sharon buscará usar esto para llegar a un "acuerdo" que debilite aún más la idea de un estado palestino, incluso comparado con el ofrecido en Camp David en 2000. De máxima, Sharon espera que los líderes árabes "hablen" y negocien por los palestinos pero esto es imposible. Exigirá que la OLP/ANP acepte explícitamente el mantenimiento de los asentamientos judíos, abandone el reclamo del derecho al retorno de los refugiados y el reclamo de que Jerusalén oriental sea la capital de Palestina. Sharon espera que el pueblo palestino apaleado y desmoralizado, presionado por Estados Unidos, acepte estas demandas.
Israel podría presionar para imponer estas exigencias en el contexto del plan de paz saudita y de la resolución de las Naciones Unidas que apoya la idea de un estado palestino. Este plan tiene el apoyo explícito de Bush, Egipto y los estados del área del Golfo Pérsico. El atractivo que tiene para Israel radica en que éste pone fin a su aislamiento económico y diplomático en la región, y resalta la perspectiva de obtener jugosos contratos que le permitirían rescatar su alicaída economía en el mediano o largo plazo.
Varios líderes árabes han apoyado las propuestas de la ONU y de Arabia Saudita. Pero éstas son una trampa igual a la de Oslo. El plan saudita plantea la retirada "negociada" con el estado sionista a las fronteras anteriores a 1967, a cambio de la "normalización" de las relaciones de los países árabes con Israel. Teóricamente implicaría el desmantelamiento de los asentamientos de colonos o ponerlos bajo jurisdicción de la Autoridad Palestina, lo que hasta ahora es inaceptable para el estado sionista. Pero incluso si este plan tuviera éxito, su resultado sería el mantenimiento o la ampliación del conjunto inconexo de bantustanes controlados por la Autoridad Nacional Palestina, a los que la "comunidad internacional" e Israel les pondrían el rótulo de "estado". Esta "solución" no haría más que perpetuar las condiciones de opresión nacional de las masas palestinas.
Cualquier ilusión alrededor del desplazamiento de tropas de paz de la ONU no tiene ninguna base. De hecho es una trampa para el pueblo palestino. Éstas no irían allí para defender al pueblo oprimido sino a sus amos en el Consejo de Seguridad de la ONU: las grandes potencias imperialistas, y estarían dotadas de armas ligeras, lo que significa que no podrían defender a los palestinos. ¡Recordemos lo que pasó en la ciudad de Srbenica en Bosnia en 1995! O bien estarían fuertemente armadas, lo cual no podría más que significar que intervendrían contra cualquier justa lucha de liberación nacional de los palestinos por su derecho a retornar debido a larga historia de apoyo imperialista hacia Israel.
La "solución" de dos estados viviendo en armonía y justicia es una quimera. El estado de Israel no sólo es una entidad racista, basada en el carácter exclusivamente judío de su población, que oprime también a un millón de árbes que viven como ciudadanos de segunda en Israel. También es agente y gendarme del imperialismo norteamericano contra las masas árabes. Es un enclave y un estado artificial fundado por las Naciones Unidas en 1948. Esto llevó a la expulsión de más de 750.000 palestinos de sus tierras ancestrales. Hoy hay más de cuatro millones de refugiados que viven en campamentos, a los que se les niega su derecho al retorno.
La existencia de un estado judío-israelí, incluso a la par de un estado palestino, dependería del mantenimiento de la opresión, de las leyes racistas de ciudadanía y de la exclusión de millones de palestinos del territorio. Lejos de sentar las bases de una paz duradera, esto no haría más que condenar a la región a renovados ciclos de represión y guerra.
Además, un estado palestino coexistiendo al lado de Israel sería como la Autoridad Nacional Palestina hoy en día: un semiestado que reprimiría a todos aquellos que continuaran la lucha por su verdadera autodeterminación nacional, que dependería del dinero y la buena voluntad del imperialismo norteamericano y europeo. Los términos de su reconocimiento dejarían todo el control y el poderío real en manos de Israel, junto al derecho a invadir, a limitar la naturaleza del poder armado del estado palestino, y circunscribir sus lazos diplomáticos y sus acuerdos internacionales. En pocas palabras, éste no sería ni soberano ni independiente, y sería un estado sólo en palabras.
Por estas razones, la destrucción del estado de Israel y la expulsión del imperialismo de la región, es la única solución "justa" para la cuestión nacional palestina. Sólo una república obrera, laica y no racista en todo el territorio palestino -que la que todos tengan iguales derechos y nadie tenga privilegios, donde los árabes y los judíos puedan vivir en paz - en síntesis una Palestina Obrera y Socialista traerá la paz y la justicia porque no podrá haber paz mientras continúe la opresión. Este sería un primer paso en la lucha por la creación de una Federación Socialista en todo Medio Oriente.


¡Solidaridad con el pueblo palestino! ¡Por el triunfo de la Intifada! ¡Fuera el ejército israelí de los territorios ocupados! ¡Expulsión de los colonos sionistas, las tropas de choque del expansionismo sionista! Libertad a Marwan Barghouti y a todos los palestinos detenidos!
Por el fin de la colaboración de la ANP con la CIA. Por la libertad de todos los militantes palestinos detenidos por Arafat!
¡No a la nueva "iniciativa de paz" saudita! Abajos los Acuerdos de Oslo y de Wye Plantation. No al retorno al "proceso de paz". ¡No al desplazamiento de las "tropas de paz de la ONU"!
No al plan sionista imperialista de establecer bantustanes palestinos! No al plan de "conferencia de paz" de Sharon! No a la exigencia de poner fin a la resistencia!
¡Por el derecho de autodeterminación nacional del pueblo palestino! ¡Abajo el estado racista y sionista de Israel! ¡Por el derecho al retorno de todos los palestinos a sus hogares y sus propiedades!
Por ayuda inmediata e incondicional, incluyendo armas y voluntarios, de los estados árabes vecinos para la Intifada. Bloqueo de todas las ventas de petróleo a Israel y a Estados Unidos. Ruptura de todos los lazos diplomáticos y comerciales con Israel.
¡Por un movimiento de solidaridad internacional con la Intifada! Obliguemos a todos los gobiernos, particularmente aquellos que son aliados cercanos de Israel, a romper relaciones con éste. Paremos todo envío de armas y ayuda militar al estado sionista! ¡Por el boicot obrero de todos los productos provenientes y destinados a Israel! Por brigadas internacionales de apoyo a la resistencia palestina!
Fuerzas fascistas y extremadamente reaccionarias querrán explotar la bronca actual contra Israel para sus objetivos siniestros. ¡No a cualquier forma de anti-semitismo! ¡No a los ataques contra la sinagogas!
¡Paremos la campaña belicista contra Irak! En caso de guerra, llamamos a la defensa militar de Irak y a la derrota de las fuerzas imperialistas.
La única solución a décadas de opresión y de guerra es el establecimiento de una república palestina laica, obrera y socialista en todo su territorio histórico, con derechos iguales para los árabes y los judíos, que sea una palanca para la lucha contra los gobiernos proimperialistas de la región y para la creación de una Federación Socialista de Medio Oriente.
Por un nuevo partido de la revolución social, una Internacional que levante el patrimonio programático de Internacional Comunista de Lenin y la Cuarta Internacional de León Trotsky.

 

 

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Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria: Workers Power (Gran Bretaña), Pouvoir Ouvrière (Francia), Arbetarmakt (Suecia), Arbeitermacht (Alemania), ArbeiterInnen Standpunkt (Austria), Workers Power (Australia), Socialistická organizace pracujících (trockisté) (República Checa), Young Revolutionary Marxists - MRM (Ucrania)

 

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