1920/1943 - Expansión Industrial y predominio del Sindicalismo
"Reformista"
Desde el punto de vista del movimiento obrero el
período se caracterizó, en un primer momento, por
la prevalencia numérica del sindicalismo "puro",
tendencia cuya máxima expansión se registró entre
la gran etapa de declinación del anarquismo y mediados
de la década del ‘30, en que el control de la mayor
parte del Movimiento
(8) - Documento de
la F.O.R.A. en ROTANDARO, Rubén. Op. Cit.
(9) - FERNANDEZ ,
Arturo Op. Cit.
Obrero pasó entonces a manos socialistas y comunistas.
Esta última corriente había surgido en 1921, con la
escisión del ala izquierdista del Partido Socialista,
como reflejo y consecuencia del impacto, producido
a nivel mundial, por la reciente Revolución Rusa.
El contexto político social en que estas corrientes
desarrollaron su accionar, estuvo signado, en una
primera etapa, por la irrupción del radicalismo, que,
tal como lo señaláramos en el punto anterior, a partir
de 1916 permitió ampliar las bases de representación
política. El gobierno de Yrigoyen practicó un nacionalismo
de corte popular y democrático, pero, las contradicciones
no resueltas dentro de su propio partido, en donde
gravitaba el cuño oligárquico representado por el
"alvearismo" y el hostigamiento de los conservadores,
del "nacionalismo" oligárquico y aún de
las propias fuerzas de izquierda, que no comprendían
este "nacionalismo popular", llevó a que,
cuando asumiera la segunda presidencia (1928), sus
días estuvieran prácticamente contados. El golpe protagonizado
por el General Uriburo, el 6 de setiembre de 1930,
representó la intervención directa, por vez primera,
de las fuerzas armadas en el escenario nacional, interrumpiendo
un gobierno surgido de la voluntad popular.
Entre 1930 y 1932 el poder fue pasando del "nacionalismo"
oligárquico (dictadura de Uriburo) a la oligarquía
propiamente dicha (dictadura de Justo). Este período,
abierto en 1930 y conocido con el nombre de "Década
infame", se prolongará hasta 1943, cuando, a
partir de otro levantamiento militar se generará la
posibilidad de romper el viejo esquema en que se hallaba
encerrado el país.
La "Década infame" delimitó un ciclo en
cuyo transcurso se materializaron las formas mas escandalosas
del fraude (que los conservadores llamaron patriótico)
y la entrega del país a los monopolios extranjeros.
Se fundó el Banco Central controlado por la banca
internacional, se entregaron nuestras carnes en forma
ruinosa con el Tratado "Roca - Runciman",
que establecía que el 85% de la cuota exportable de
carne argentina sería distribuido por el gobierno
inglés. La interpelación sobre las carnes que se suscitó
en el Senado, mostró el sometimiento de la acción
gubernativa a los intereses concordantes de los grandes
ganaderos y el trust frigorífico inglés y norteamericano:
se expropió el transporte colectivo porteño en poder
de pequeños empresarios particulares, pasándolos a
manos de los intereses británicos. Empresas de electricidad,
ferrocarriles, flota mercante, seguros y reaseguros,
todo era extranjero.
Por otra parte, este período se inscribió en el marco
de la crisis mundial de 1929. Para esa época, toda
la región pampeana se encontraba en explotación, no
quedaban tierras por ocupar y la producción entró
en un "impasse", a la vez, la demanda de
productos agropecuarios en el mercado mundial se vio
disminuida por efectos de la crisis; desde entonces
a 1932, las exportaciones, al igual que las importaciones,
se redujeron a la mitad. Argentina perdió, en los
años de la crisis, casi mil millones de dólares anuales,
ya que la baja de los productos agropecuarios en el
mercado mundial era mayor que la de los productos
manufacturados. (1)
Los factores que señaláramos, tanto internos como
externos, contribuyeron, pues, a marcar el delineamiento
de la economía agroexportadora e impusieron la necesidad
de orientaciones distintas a la producción. La oligarquía
vióse obligada a ahorrar divisas y a impulsar, contra
sus intereses, un limitado desarrollo industrial,
orientado al establecimiento de una industria de tipo
manufacturero, que procediera a la sustitución de
lo que antes se importaba, dedicada, especialmente,
a la fabricación de productos de uso final dependiente
de los países altamente desarrollados para la obtención
(1) - BORTNIK, Rubén
- "Historia Argentina y Dinámica Social".
Editorial Precursora.Buenos Aires, 1972.
de maquinarias, equipos y hasta combustibles.
El panorama de la actividad industrial muestra que
si durante la década del ‘20 en número de establecimientos
industriales había aumentado a razón de 2.800 y de
5.000 entre 1940/1945.
n 1935, el 25% de los establecimientos industriales
censados se habían fundado después de 1931. Las ramas
que se desarrollaron mas rápidamente fueron las maquinarias,
artefactos eléctricos y la de derivados del caucho,
casi inexistentes hasta 1930. Pero las mas importantes
par la sustitución de importaciones fueron la textil,
la de alimentación y la de bebidas (2).
Se debe también señalar que a este proceso de desarrollo
industrial se incorporó, desde un primer momento,
la inversión extranjera. En 1930, fundaron filiales
Good Year y Pirelli; un año mas tarde, Firestone;
en 1935, se instaló Phillips y la empresa, de origen
alemán, Osram; en 1936, Eveready. Las sucursales de
firmas norteamericanas y europeas, encontraban así
"la forma de emplear su capital en máquinas,
funcionarios ejecutivos y técnicos sin trabajar por
la depresión en sus respectivos países, resolviendo
sus problemas de estructura económica".(3)
Por otra parte, este procedimiento permitía a esos
capitales, especialmente a los norteamericanos, no
perder su influencia en el mercado interno argentino,
jugando, además un papel orientador en la producción
industrial de acuerdo a sus intereses.
En 1935, las empresas extranjeras representaban el
50% de la producción del país, el resto correspondía
a una multitud de pequeñas y medianas empresas de
capital nacional. Pese a que aún proliferaban pequeños
talleres, el avance de la gran industria era también
considerable. Entre 1935 y 1945, la producción industrial
se triplicó, mientras que el índice de la producción
agropecuaria no llego a duplicarse. En 1942, la industria
representaba ya un sector de fundamental importancia
con el 44,7% del valor de la producción nacional (4).
Sin embargo, este crecimiento industrial, por no
responder a un panorama coherente y deliberado de
planificación, dio como resultado un crecimiento dispar
del sector. Por una parte, las industrias de bienes
de consumo se multiplicaron sin orden t las industrias
de base fueron olvidadas o malogrados los intentos
de expansión. Por lo tanto, las formas que adquiría
el proceso industrialista: coyuntural, sustitutivo,
con incorporación importante de capital extranjero,
estaba fijando, desde el inicio, los límites de su
posterior desenvolvimiento.
Por otra parte, se debe también considerar que este
desarrollo industrial se centralizó en la denominada
"costa industrial argentina, una franja de unión
de los puertos de Santa Fe y La Plata, concentrando
su núcleo fundamental en el Área Metropolitana (Capital
Federal y los 19 partidos conurbanos), contribuyendo
a acentuar las desigualdades regionales en la Argentina.
El siguiente cuadro es ilustrativo al respecto.
(2) - DEL CAMPO, Hugo
- "Sindicalismo y Peronismo - Los comienzos de
un vínculo perdurable".CLACSO, Buenos Aires,
1983
(3) - SUAREZ, Carlos
- "Apuntes sobre industrialización en la Argentina,
artículos del libro "Estudios sobre la Sociedad
y el Estado"(compilador H. ROUDIL).EUDEBA, Buenos
Aires, 1985.
(4) - DEL CAMPO, Hugo
- Op. Cit.
·
Evolución de los Establecimientos
Concentrados en Capital Federal y Provincias Litorales
1914 |
1935 |
1939 |
70 |
76,4 |
76,3 |
FUENTE:SUAREZ, CarlosOp.
Cit.
El proceso de industrialización estuvo acompañado
por un crecimiento extraordinario de los saldos migratorios,
reduciéndose la inmigración europea, desde 1930, a
cifras insignificantes. Las poblaciones provincianas,
tanto de las zonas tradicionalmente "estancadas"
como aquellas que sufrían los efectos de la crisis,
se volcaron hacia los centros urbanos del litoral,
principalmente Buenos Aires y zonas circunvecinas.
Se estimaba que, en 1936, el saldo migratorio se había
mantenido en 8.000 anuales, aumentando en forma rápida
en el lapso de los años 1936/1943 a 72.000 anuales
(5). Esto indica, hasta que punto, las migraciones
internas habían reemplazado a las inmigraciones como
proveedora de mano de obra.
La afluencia de cantidad tan grande de población
de origen rural o de pueblos chicos y la incorporación
de su mayor parte a la industria, implicaba una profunda
transformación de la clase obrera. Sin tradición sindical,
la mayoría quedó al margen de las organizaciones obreras
que, en general, se mostraron incapaces de atraerlas.
Recién después de 1946, comenzaron a ingresar, masivamente,
en los sindicatos. (6)
Las condiciones sociales y laborales en que se desarrollaba
la vida de la clase obrera, no se había modificado
mayormente, en relación al período precedente.
Durante la crisis aumentó la desocupación, retornando,
recién en 1934, a niveles anteriores. Según datos
oficiales, el número de desocupados llegaba, en 1932
a 334.000; de los cuales 264.000 lo estaban en forma
total y 70.000 en forma parcial. Por esa misma fecha,
el salario medio de un obrero industrial descendió
a $ 105,50 en relación a los $ 130,- de 1929 (7).
En 1937, el 59% de las familias obreras de Buenos
Aires, vivía en una sola pieza, habitualmente de conventillo.
Eran muchas las que carecían de las condiciones mas
elementales: baño exclusivo 62%; agua corriente 38%;
cocinas independientes 19% (8).
(5) - ROTANDARO, Rubén
- Op. Cit.
(6) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
(7) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
(8) - DEL CAMPO, Hugo - Op.Cit.
En cuanto a la jornada de trabajo, fue reduciéndose
a lo largo de la década, gracias a la paulatina imposición
del "sábado ingles", de un promedio de 48
horas semanales, al principio, o uno de 44 al final.
En 1935, los obreros se repartían aproximadamente
por mitades entre ambos tipos de jornadas y eran muy
pocos los gremios que gozaban de vacaciones pagas.
Aunque la práctica de los convenios colectivos
se fue extendiendo lentamente durante la segunda
mitad de la década, la mayoría de los trabajadores
no llegó a gozar de sus beneficios; la falta de convenios
dejaba un amplio margen para la arbitrariedad de los
patrones, ya que, eran ellos quienes fijaban, unilateralmente,
en la mayoría de los casos, las condiciones laborales
(9).
Con respecto a la protección y seguridad del trabajador,
solo unos pocos gremios, como los ferroviarios y municipales,
contaban con Cajas de Jubilaciones y Pensiones; las
indemnizaciones por accidentes de trabajo eran insuficientes
y su cobro dificultoso. La Federación de Empleados
de Comercio había logrado la inclusión del derecho
a indemnización por despido y a licencia por enfermedad
en la forma del Código de Comercio, obteniendo su
sanción parlamentaria, pero la ley fue vetada por
Justo en 1932 y promulgada recién dos años después
(10).
En este marco histórico social se abrió para el sindicalismo
un nuevo ciclo. El año 1920 señaló el pico de la organización
sindical en el período; las luchas intestinas atomizaron
el movimiento sindical en la década del ‘20 y luego
de 1930 el clima general de represión y el impacto
de los cambios que experimentó el país, se convirtieron
en obstáculos para el desarrollo sindical.
Desaparecida la preeminencia combativa del anarquismo,
tomó auge la orientación sindicalista reformista y
legalista, la que, al concentrarse en la lucha por
las reivindicaciones inmediatas, fue dejando de lado,
paulatinamente, los fines revolucionarios que postulaba
su ideología original, desembocando en un reformismo
que solo se diferenciaba del que practicaban los socialistas,
por le hecho de que, en lugar de fundarse sobre una
posición doctrinaria, emergía de consideraciones puramente
pragmáticas. La ideología del "sindicalismo puro",
menos definida y , por lo tanto, mas flexibles que
la de las tendencias rivales, permitiría a sus dirigentes
moverse con mayor holgadura en un medio saturado de
discusiones doctrinarias y de actitudes sectarias,
aspirando a encontrar formas mas prácticas y eficaces
de organización y de lucha (11).
En 1922, se llevó a cabo un Congreso de Unificación
Sindical del cual solo estuvo ausente la F.O.R.A.
anarquista. De este Congreso nació la Unión Argentina
(U.S.A.), con predominio de los sindicalistas "puros"
y con participación socialista y comunista. Por su
parte, la F.O.R.A. anarquista (F.O.R.A. del V Congreso)
, prosiguió sus actividades, quedando, desde la fundación
de la U.S.A., como la única F.O.R.A.
De la acción de varios sindicatos descontentos con
la política llevada a cabo por las centrales sindicales
existentes, surgió, en 1926, una nueva entidad: la
Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), producto
de una nueva alianza entre el sector del sindicalismo
"puro" y socialistas. La C.O.A. agrupaba
a Sindicatos como la Unión Ferroviaria y la Federación
de Empleados de Comercio, llegando a sumar, en 1930,
130.000 afiliados.
La U.S.A., de tendencia sindicalista, experimentó
una sensible disminución, reduciéndose a unos 15.000
miembros. Por su parte, los comunistas formaron, en
1929, una pequeña central: el Comité Nacional de Unidad
Sindical Clasista.
(9) - DEL CAMPO, Hugo
- Op. Cit.
(10) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
(11) - DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
El golpe militar de 1930 encontró al sindicalismo
atomizado en cuatro centrales: la U.S.A., la C.O.A.,
el Comité Nacional de Unidad Clasista y la F.O.R.A.
Esta fue puesta fuera de la ley y sus fuerzas en la
clandestinidad fueron disminuyendo sus efectivos.
"Esta división perjudicaba los intereses de
la clase trabajadora, contribuía a disminuir al aún
débil poder de negociación de los sindicatos y hasta
se manifestaba en la pérdida de representación del
socialismo parlamentario, la que quedó reducida a
un solo legislador, en 1930"(12)
Tratando de detener la división del movimientos obrero,
los sectores del sindicalismo "puro" y del
socialismo, impulsaron el proyecto de unificación.
Las gestiones, que habían comenzado en 1928, se concentraron
en 1930, a poco tiempo de haber asumido el
gobierno militar, fusionándose la U.S.A. y la C.O.A.;
dando lugar a la creación de la Confederación General
del Trabajo (C.G.T.), con preeminencia de la tendencia
sindicalista sobre la socialista.
El programa mínimo planteado en 1931 por la C.G.T.,
fue expresión de las principales necesidades y aspiraciones,
de la clase obrera para el período. En estas reivindicaciones
se encontraba planteado un cambio táctico en el accionar
del movimiento sindical, introduciendo al factor gobierno
en las relaciones laborales, en una dimensión mucho
mas amplia que la que se había dado hasta ese momento.
"1) Reconociendo los sindicatos. Por el mero
hecho de existir, los sindicatos serán considerados
como instituciones de bien público, con facultades
para vigilar la aplicación de la legislación social."
"2) Jornada de trabajo y vacaciones. Ocho horas
de trabajo para adultos en trabajos diurnos y seis
en trabajos nocturnos y en las industrias insalubres.
El ciclo semanal será se cinco días como máximo. Vacaciones
anuales con goce de sueldo."
"3) Derecho de vida y seguro social. Salario
mínimo fijado periódicamente por comisiones integradas
por representantes de los sindicatos obreros y de
organizaciones patronales de industria o región. Establecimiento
del seguro nacional sobre desocupación, enfermedad,
vejez y maternidad."
"4) Intervención obrera. Intervención y contralor
de la organización obrera en diversos organismos del
Estado."
"5) Oficinas de colocación. Supresión de las
agencias particulares; las oficinas de colocación
serán establecidas por las municipalidades y en su
administración tendrán intervención directa los sindicatos."
"6) Protección a la maternidad. Pensión proporcional
al número de hijos menores de 14 años a toda mujer
sin marido y sin recursos."
"7) Defensa de la infancia. Instrucción pública
y obligatoria, laica y gratuita, hasta los 14 años,
debiendo el Estado proveer también gratuitamente,
alimentos, vestidos y los útiles necesarios a la enseñanza."
"8) Ley 9.688 (Accidentes de Trabajo). Reforma
de la ley en estos aspectos: las incapacidades se
contarán desde que se produce el accidente. Extensión
de la ley a todos los asalariados indistintamente.
Aumentar los beneficios de la indemnización parcial
al 100% del salario. Elevar las indemnizaciones máximas
a $ 15.000,-. Supresión del límite de salario para
tener derecho a los beneficios de la ley. Los seguros
por accidentes de trabajo estarán a cargo del Estado."
"9) Estabilidad y escalafón para los trabajadores
del Estado y demás entidades de carácter público."
"10) Carestía de la vida. Fijación de los alquileres
rústicos y urbanos con arreglo al valor; construcción
de casas económicas para obreros por cuenta del Estado
y las municipalidades."
"11) Derogación de la Ley 4.144."
FUENTE: DEL CAMPO,
Hugo - Op. Cit.
Es también de destacar que, a partir de 1931, el
número de huelgas se redujo al mínimo, comparándolo,
sobre todo, con los períodos precedentes y llegando
a los niveles mas bajos en 1934, debido a varios factores:
la incidencia de la desocupación y la represión de
que fue objeto el movimiento obrero y el cambio de
las tendencias predominantes: declinación del anarquismo,
creciente moderación del sindicalismo y la consiguiente
propensión de no concurrir a la huelga antes de haber
agotado las posibilidades de negación.
·
Actividad Sindical 1930/1940
Número índice 1929 = 100
AÑO |
HUELGAS |
1930 |
111 |
1931 |
38 |
1932 |
93 |
1933 |
46 |
1934 |
37 |
1935 |
61 |
1936 |
96 |
1937 |
73 |
1938 |
39 |
1939 |
43 |
1940 |
47 |
FUENTE:DEL CAMPO,
Hugo - Op. Cit.
·
Movimientos Huelguistas 1907/1939
Promedio anual
PERIODO |
HUELGAS |
1907/1909 |
162 |
1910/1914 |
132 |
1915/1919 |
169 |
1920/1924 |
116 |
1925/1929 |
92 |
1930/1934 |
73 |
1935/1939 |
71 |
FUENTE:DEL CAMPO,
Hugo - Op. Cit.
Por otra parte, si bien la restauración oligárquica
abrigaba pocas simpatías por las reivindicaciones
obreras, se mostraba cada vez mas inclinada a intervenir
en los conflictos laborales y a controlar el movimiento
sindical. La inclinación a buscar apoyo en el poder
político para lograr concretar las reivindicaciones
gremiales, que se había iniciado durante los gobiernos
radicales, no dejó de acentuarse durante esta época,
pero, acompañada por una creciente burocratización
de las organizaciones sindicales; apareció, entonces,
una capa de dirigentes para quienes la vinculación
con los factores de poder no era solo un medio para
obtener mejoras en sus representados, sino también
para conservar su propia posición. El enfrentamiento
violento y frontal de los trabajadores del estado,
pasó a ser cosa del pasado, junto con la influencia
anarquista, la intervención de éste en el campo social,
no solo fue universalmente aceptada, sino también
insistentemente reclamada (13).
En diciembre de 1935, se produjo una nueva escisión
en el movimiento sindical, que llevó a la fractura
de la C.G.T.. La Unión ferroviaria, sindicato de orientación
socialista y de importante influencia dentro de la
C.G.T. por el peso numérico de sus afiliados, se enfrentó,
junto con otros gremios, a la Junta Ejecutiva de la
C.G.T., quedando concentrada una nueva división sindical,
que esta vez asumió, además, características geográficas.
El núcleo, que había realizado un verdadero "golpe",
desconociendo a las autoridades de la C.G.T., representadas
en la Junta Ejecutiva, se distinguió como C.G.T. calle
Independencia; el otro sector, de orientación sindicalista
pura, se organizó como C.G.T. de la calle Catamarca,
retomando, en 1937, el nombre de Unión Sindical Argentina
(U.S.A.).
La mayoría del movimiento obrero, mas de doscientos
mil afiliados, se agruparon en la C.G.T. Independencia,
convertida luego en la única C.G.T., orientada por
los socialistas que recibieron el apoyo de los comunistas,
quienes pasaron también a integrar la entidad. Estos
últimos, ante el avance del nazismo en Alemania y
la consolidación del fascismo en Italia, se planteaba
un cambio táctico en su accionar: "el frente
popular". La teoría frentista establecía la necesidad
de trabajar unidas con otros sectores políticos y
gremiales contra las fuerzas nazi-fascistas.
(13) DEL CAMPO,
HugoOp. Cit.
Por su parte, el sindicalismo "puro", marginado
del escenario que tanto tiempo había dominado, no
volvería a jugar un papel relevante como tendencia.
Sin embargo, la herencia que dejaba no era nada desdeñable:
sus constantes esfuerzos por mantener la independencia
del movimiento sindical frente a los partidos políticos,
que se había transformado, de hecho, en abierta hostilidad
hacia socialistas y comunistas, había contribuido
a que la inserción de estos en el movimiento obrero,
solo se logrará en forma tardía y superficial, y ello
fue uno de los factores que facilitaría la tarea del
peronismo. Por otra parte, muchas de sus actitudes
fueron retomadas por dirigentes de filiación o simpatías
socialistas. Finalmente, la idea de una acción política,
basada exclusivamente en las organizaciones sindicales
será la idea encontrada, en 1945, en la base del Partido
Laborista, cuyo Presidente, Luís Gay, fue el último
Secretario General de la U.S.A. (14).
La C.G.T., que había comenzado un lento proceso de
fortalecimiento, no pudo evitar un nuevo enfrentamiento
que llevó a una nueva división. El conflicto surgió
en las propias filas socialistas que se dividieron
en dos bandos: uno encabezado por el Secretario General
de la C.G.T., José Domenech y el otro dirigido por
Ángel Borlenghi, Secretario General de los Empleados
de Comercio y Francisco Pérez Leirós, Secretario General
de lo Obreros Municipales.
En marzo de 1943, la C.G.T. quedó dividida en dos
entidades: la C.G.T. N° 1 (Secretario General Domenech)
y la C.G.T. N° 2 (Secretario General Pérez Leirós,
con el apoyo comunista).
La Principal diferencia radicaba en que los integrantes
de la C.G.T. N° 2 aspiraban a que la Central tuviera
una participación mas activa en las cuestiones de
política nacional e internacional, en forma coordinada
con los partidos políticos, mientras que la C.G.T.
N° 1 sostenía una actitud "neo-sindicalista"
de presidencia política, limitación a las reivindicaciones
específicamente gremiales y buena relación con el
gobierno, cualquiera que éste fuera.
La revolución militar de 1943 encontrará al movimiento
sindical escindido en dos centrales principales (C.G.T.
N° 1 y 2), la U.S.A. y grupos de gremios autónomos
de varias fuerzas.
Queda en el haber de este período, el hecho que,
a pesar de las dificultades que el movimiento obrero
tuvo que afrontar (desocupación, represión, divisiones),
mostró una tendencia al crecimiento en lo que a organización
sindical se refiere.
(14) DEL CAMPO, Hugo
Op. Cit.
·
Numero de Afiliados a Organizaciones
Sindicales
|
1936 |
1937 |
1939 |
1940 |
1941 |
C.G.T. |
262.630 |
289.393 |
270.320 |
311.076 |
330.581 |
U.S.A. |
25.095 |
32.111 |
26.980 |
23.039 |
14.543 |
F.A.C.E.* |
8.012 |
8.079 |
18.500 |
18.675 |
13.550 |
AUTÓNOMOS |
72.834 |
68.105 |
120.809 |
120.038 |
82.638 |
INDEFINIDOS
(sin ninguna tendencia) |
1.398 |
21.214 |
-- |
-- |
-- |
TOTALES |
369.969
100 |
418.902
113,23 |
436.609
118,01 |
472.609
127,80 |
441.412
119,31 |
*
Federación de Asociaciones católicas
de Empleados (no desarrollaba actividades
propiamente sindicales, sino de carácter exclusivamente
mutual y agrupaba sobre todo a empleados de
Comercio y del Estado). |
FUENTE: D.N.T. - Organización
Sindical, Asociaciones Obrerasy Patronales,
1941, Buenos Aires, incluido en DEL CAMPO, Hugo - Op. Cit.
Por otra parte, la clase obrera que, en cuanto a
tal, crecía numéricamente y en importancia en la estructura
productiva, no había encontrado, todavía, una identidad
política que le permitiera unificarse y hacer valer
su peso como sector social.
Esta entidad la hallaría recién a través del peronismo, |
LA
CULTURA OBRERA ARGENTINA COMO BASE DE LA TRANSFORMACION
SOCIAL
(1890-1940)
Por Emilio J. Corbière
(*)
"No es cierto
que el socialismo surgirá automáticamente
de la lucha diaria de la clase obrera. El socialismo será
consecuencia de las crecientes contradicciones de la
economía capitalista y la comprensión por parte de la
clase obrera de la inevitabilidad de la supresión de
dichas contradicciones a través de la transformación
social".
Rosa Luxemburgo
("Reforma y Revolución")
RESUMEN: La cultura
obrera entre fines del siglo XIX y la mitad del siglo XX
constituyó un elemento sustancial de la lucha de clases.
Impulsada por anarquistas y socialistas contribuyó a desarrollar
la conciencia de los trabajadores, no solo en lo pedagógico
sino en la determinación de su propia liberación y del conjunto
de los explotados. Sobre las razones de la desaparición
de esa cultura popular se han ensayado varias tesis que
se expondrán, pero lo cierto es que los partidos revolucionarios
y los reformistas abandonaron esa práctica social. En los
años sesenta menospreciaron y consideraron anacrónico las
redes de universidades obreras, escuelas, sociedades filarmónicas,
coros, conjuntos artísticos. El cielo estaba por ser tomado
por asalto. Pero ese asalto no se produjo. En cambio, la
derrota político-ideológica ha producido consecuencias nefastas.
Conocer esa historia, o parte de ella, nos ayudará a refundar
el socialismo en la Argentina.
Al perfilarse el
siglo XXI resulta de importancia interrogarnos sobre porqué
el pensamiento socialista y revolucionario argentino se
encuentra en crisis y en una búsqueda política e ideológica
que le permita ganar a las grandes masas populares para
la transformación de la sociedad.
No solo perdimos
batallas políticas y militares en el último cuarto de siglo.
También se encuentra en una encrucijada la cultura socialista.
Utilizo el término para englobar a todo el pensamiento revolucionario,
no reformista ni socialdemócrata. El auge del pensamiento
reaccionario, la posmodernidad como ideología del pensamiento
único, el desafío oscurantista y el auge de corrientes
irracionalistas que acompañan a la globalización capitalista
no solo se debe a la fuerza de los enemigos de la clase
trabajadora y del pensamiento realmente progresista, sino
a falencias notorias de las propias organizaciones y partidos
que han heredado las tradiciones socialistas, comunistas
y en general, de la izquierda revolucionaria. Estas fuerzas
parecen ser incapaces para generar un nuevo proyecto, una
nueva fuerza política.
Hay, ante todo, un
agotamiento de las organizaciones existentes y urge contribuir
a la formación de un nuevo partido revolucionario: la refundación
socialista que mire hacia el siglo XXI y no al siglo
XIX. Del legado leninista lo que está vigente es la construcción
del partido revolucionario, no un movimiento o frente. Para
ello, como decía Lenin en el Qué hacer, deberemos
unir "la imaginación con la vida". Esto no está
en la cartilla del dogmatismo pero es revolucionario.
¿Porqué la cultura
obrera, en todos sus matices, se quebró en nuestro país?
¿Triunfó el ideal o la ideología de la burguesía? Se han
ensayado diversas interpretaciones. Para algunos, la crisis
de la cultura obrera se produjo por el hecho social del
peronismo. Otros explican el fenómeno por el desarrollo,
a nivel mundial, del keynesianismo, es decir por las reformas
internas del propio capitalismo tras la crisis mundial de
1929, que habría destruido la conciencia en sí de
los trabajadores. Hay quienes, también, piensan que el fenómeno
estalinista, desarrollado a nivel mundial por la Unión Soviética,
cristalizó o paralizó el entramado revolucionario de las
fuerzas obreras y del trabajo. También hay quienes consideran
que el distribucionismo de las reformas parciales que no
afectaron el poder político capitalista, habrían también
contribuido a deteriorar y detener la conciencia revolucionaria.
No sería científico
buscar solo en elementos externos a la propia izquierda
la crisis de la cultura obrera en la Argentina. Hay motivos
propios de sobra en materia de sectarismo, aventurerismo,
reformismos y voluntarismos varios y no pocas capitulaciones
que abonaron el camino de la crisis. Pero el método marxista
también exige estudiar todos los elementos de la estructura
económico-social y política que sirvieron de marco, algunos
de los cuales ya apunté. El debate está abierto. En este
trabajo solo señalaré algunos hitos históricos de aquella
tradición perdida, que con sus logros y límites, cubrió
una época que se remonta a fines del siglo XIX y cuyos lejanos
ecos todavía resuenan a fines del XX.
LA EDUCACION Y LA
CULTURA POPULAR
Con el auge de la
escuela pública y su organización a través de la Ley 1420,
una porción de la población pudo acceder a la educación
primaria. Sin embargo, los grandes sectores populares -criollos
y extranjeros- quedaron marginados de ese proceso o lo vieron
acotado. La dura lucha por la vida de los asalariados en
los centros urbanos, y muchos más en el interior del país,
impidió a los sectores de menores recursos insertarse en
el proyecto cultural del patriciado oligárquico
Por eso, hacia fines
de siglo, otras formas de educación popular –paralelas a
las oficiales- adquirieron especial relevancia en la integración
del país: las escuelas y los cursos de los sindicatos obreros
y sociedades de resistencia, los centros socialistas y anarquistas,
los recreos infantiles, las sociedades y fraternidades,
los periódicos y revistas político-ideológicas. Por la doble
acción de la escuela pública y de la cultura popular de
las clases subalternas, generadas desde la base de la sociedad
y alentadas por nuevas concepciones liberadoras, la aluvión
inmigratorio se fue integrando al país y el pueblo trabajador
adquirió conciencia de sus derechos cívicos y sociales.
Sin embargo, los
límites del proyecto cultural de los hombres del 80, se
fueron patentizando con el transcurso del tiempo. Ello también
alcanzó a lo pedagógico-educativo. Era el resultado de las
contradicciones sociales que el proyecto de "popularización"
de la educación sufrió al confrontarse con la realidad.
Los hombres de esa
generación, literatos como Miguel Cané y Wilde; sociólogos
como José María y Francisco Ramos Mejía, Ernesto Quesada
y Carlos Octavio Bunge, escritores como Santiago de Estrada
y Bartolomé Mitre y Vedia; narradores como Lucio V. Mansilla;
políticos como Avellaneda; críticos como Paul Groussac,
pertenecían casi todos, por su nacimiento y por sus ideales
sociales, a los sectores de la oligarquía y de la burguesía
vinculada a ella.
Todos ellos, habían
llevado el cultivo de las letras e impulsado el desarrollo
de las llamas "ciencias morales", de las ciencias
del hombre, a los más elevados niveles alcanzados en el
país, pero sus gestos, sus tendencias y sus ideas no tenían
nada de popular.
El desarrollo cultural
a fines del siglo XIX y comienzos del XX estaba impregnado
del humanismo liberal de la época, pero poseía características
propias de nuestro distorsionado desarrollo nacional.
La mayoría de esos
hombres eran liberales y laicistas, aun profesando la religión
católica, pero muy pocos habían logrado sobrepasar a Sarmiento,
cuyo pensamiento los había precedido, y quien, en gran medida,
con su fuerza moral e intelectual, y a pesar de sus limitaciones,
había abierto el camino de la laicización de la sociedad
argentina.
A veces pensaban
como librepensadores, pero actuaban casi todos como verdaderos
conservadores de ideas antidemocráticas en la política nacional.
No todos ellos, sin
embargo, pueden ser calificados de la misma manera. El gran
pedagogo Jacques se había acercado a las corrientes democráticas
del París revolucionario de 1848, como lo hizo Carlos Guido
Spano, en 1871, peleando en las barricadas parisinas. Jacques
editó en Buenos Aires, junto a Alejo Peyret, Francisco Bilbao,
y Victory y Suárez un periódico socializante denominado
El Artesano. Tampoco puede contarse entre esos hombres
a José S. Alvarez (Fray Mocho), cuyos cuentos y relatos
estaban impregnados de una intensa simpatía por el pueblo
oprimido. Ni el Agustín Alvarez de los últimos años, que
avizoraba el porvenir de una sociedad igualitaria. Pero
eran las excepciones.
Los hombres del 80
reflejaban en la superestructura científica, artística y
política los sentimientos y las ideas de la oligarquía liberal
muy distintos, sin embargo, de los que poseerá y alentará
la clase dirigente pocos años después, cuando renieguen
del liberalismo filosófico. Eran contradictorios y representaban
el grado de desarrollo de los grupos dominantes, que no
constituían de ninguna manera un bloque, sino una unión
de sectores diferenciados.
El laicismo forma
parte integrante de la tradición democrática argentina pero
sus herederos no fueron los que lo generaron, sino los que
a través de las clases medias y los trabajadores, lo desarrollarán
en un escenario más vasto en el siglo XX.
LOS ANARQUISTAS
Desde mediados del
siglo pasado, caras extrañas llegaban a las pampas, uniéndose
al contingente de criollos y españoles. En 1854 los inmigrantes
extranjeros se distribuían de la siguiente forma: británicos
22.800 (norteamericanos 4000 incluidos); franceses 25.000;
italianos 15.000 (incluyendo austríacos y alemanes) y españoles
20.000 (incluyendo vascos, canarios y otros). Hacia 1869
los judíos empiezan a desarrollar su comunidad. De ese año
data la primera sinagoga. Las sociedades extranjeras cumplirían
un importante papel en la difusión de la cultura popular,
y a su amparo nacieron numerosos círculos, centros y escuelas.
En este sentido cumplieron
un notable papel algunas organizaciones obreras inmigrantes:
el Vorwarts, que nació en 1886, bajo la dirección de A.
Uhle; el grupo francés Les Egaux, dirigido por Aquiles Gambier
y el de los italianos, llamado Fascio dei laboratorio. Todos
esos grupos, paralelamente a la acción política, cumplieron
una notable actividad cultural. Los tres publicaron periódicos
esmeradamente escritos en sus idiomas nativos: el de los
alemanes tomó el nombre de la organización; el de los franceses
se llamó L’Avenir Social y el de los italianos La
Rivendicazione.
En el campo político,
el grupo alemán pasó rápidamente a auspiciar un periódico
socialista en castellano: El Obrero. Si bien éste
periódico apareció como órgano de la Federación Obrera –tras
celebrarse por primera vez en la Argentina, el 1º de Mayo,
en 1890- es indudable que el grupo alemán, en esos años
dirigido por un núcleo de socialdemócratas emigrados, tuvo
un papel fundamental. Entre ellos se destacaron Germán Ave
Lallemant, José Winiger, Gustavo Nocke, Guillermo Schulze,
Marcelo Jackel, Guillermo Müller y Augusto Kühn. La prédica
de El Obrero rindió sus frutos y pocos años después,
núcleos socialistas locales publicarían sus órganos de prensa
El Socialista (1893) y La Vanguardia (1894).
En la última década
del siglo, las publicaciones anarquistas, socialistas y
de otras tendencias afines especialmente en el campo sindical-
eran más de un centenar y se editaban casi todas en castellano,
abarcando distintas zonas del país.
En estas publicaciones
millares de trabajadores criollos y extranjeros aprendieron
a conocer el mundo, las grandes doctrinas sociales y las
distintas corrientes filosóficas, literarias y políticas.
Con la llegada de
Enrique Malatesta a Buenos Aires, los dispersos anarquistas
se polarizaron a su alrededor creciendo rápidamente. El
18 de mayo de 1890 nacía El Perseguido, principal
publicación del anarquismo individualista durante muchos
años. El título reflejaba las persecuciones policiales que
sufrían los elementos libertarios. Periódico de combate
y de agitación, El Perseguido, a pesar de ser poco
afecto a la cohesión y organización de las fuerzas libertarias
–según dice Abad de Santillán-, su obra de siembra y esfuerzos
dio sus frutos. Al editarse el Nº 26 se imprimieron 1700
ejemplares y a partir del Nº 60, 4000.
Posteriormente, los
ácratas individualistas serían superados por los partidarios
de Bakunin, llamados anarquistas "organizadores o colectivistas".
Su órgano de prensa sería el legendario periódico La
Protesta Humana. Apareció el 13 de junio de 1897, dirigido
por el obrero ebanista catalán Inglán Lafarga, y en sus
páginas colaborarían plumas talentosas como las de Mariano
Cortés, Eduardo G. Gilimón, Pedro Gori, Antonio Pellicer
Paraire, Juan Creaghe, Alberto Ghiraldo, Florencio Sánchez,
José de Maturana, Diego Abad de Santillán y Rodolfo González
Pacheco.
La Protesta Humana,
poco después La Protesta, editó a partir de 1908 un suplemento especial con
material literario y político-ideológico elegido. El alto
nivel intelectual del suplemento lo destaca especialmente
en esta valoración de los distintos órganos culturales de
difusión popular.
LOS GRUPOS SOCIALISTAS
Pero serían los socialistas
quienes iban a protagonizar desde los últimos años del siglo
XIX el más importante proyecto de cultura popular en el
país. Por eso resulta de interés apreciar su desarrollo
en los años finiseculares para comprender las características
de su aporte a la política y la educación nacional.
El Comité Internacional
Obrero, organizador del acto del 1º de Mayo de 1890,
se transformó en Federación Obrera en enero de 1891.
Al realizarse el primer Congreso de la Federación el 14
de agosto del mismo año, las tendencias socialistas y anarquistas
de la sociedad de panaderos se retiraron del congreso.
A pesar de que los
socialistas marxistas mantuvieron los dos primeros años
el control de la Federación y de la dirección de El Obrero,
la actividad de los anarco-individualistas, contrarios a
toda organización y política de las clases trabajadoras,
minó poco a poco la entidad. Los anarquistas sabotearon
las reuniones y sus organizaciones dejaron de cotizar desconociendo
la dirección de la Federación. Otro intento de agrupamiento
de los trabajadores, ensayado por los años 1894 y 1895,
también fracasó. Las luchas de tendencias fueron un escollo
insalvable para la incipiente organización de los obreros
como movimiento independiente de clase.
Esta situación hizo
que los socialistas comenzaran a trabajar como fracción
política autónoma. El 14 de diciembre de 1892, en el Café
de la Cruz Blanca, calle Cuyo (hoy Sarmiento) entre Montevideo
y Rodríguez Peña, fundaron la Agrupación Socialista, que
llevó el nombre de "Partido Obrero, sección Buenos
Aires."
El grupo comenzó
a editar El Socialista -que llegó a seis números-
y sus afiliados aumentaron a cincuenta. Al año siguiente
recibieron las adhesiones de personalidades como Juan B.
Justo, José Prat, Domingo y Santiago Risso, y Adrián Patroni.
El 14 de julio de
1894 la Agrupaci6n inauguró su primer local en la calle
Chile 959, resolviéndose cambiar el nombre por el de Centro
Socialista Obrero. Ese año ingresaron Roberto J. Payró,
Ernesto de la Cárcova, Eduardo Schiaffino, Gabriel Abad,
Salvador Lotito, Ricardo y Francisco Cardala, José A. Lebrón
y Emilio Roqué.
En agosto de 1894
el Centro se dio una Carta Orgánica en cuyos "Principios"
estableció "difundirla verdad económica y social"
por medio de la labor propagandística y favorecer por todos
los medios la organización gremial de la clase trabajadora.
Tres años después -el 29 de agosto de 1897- fundado el Partido
Socialista, el Centro se trasladó a la calle México 2070
casa construida especialmente por el socialista alemán Cristián
Haupt. Durante la inauguración hablaron Juan B. Justo, Carlos
Malagarriga, José Ingenieros, Alejandro Mantecón y Leopoldo
Lugones. Actualmente esa casa existe y es sede de la Unión
Obrera Molinera.
Poco a poco se fueron
constituyendo otros grupos socialistas y marxistas alentados
por la prédica constante de la prensa socialista. En 1893,
Juan B. Justo junto a Esteban Jiménez, Kuhn, Salomó y Juan
Fernández fundaron La Vanguardia, cuyo primer número
apareció el 7 de abril de 1894. Dos años después, Julián
Nicolás comenzó a editar en Rosario El Porvenir Social.
Los centros socialistas
se extendieron por los barrios porteños y el interior del
país. En 1894 son fundados el Centro Socialista Universitario
y el de Bahía Blanca; en la popular barriada de Barracas
nace el precursor Centro Socialista Revolucionario de Barracas
al Norte (lo de junio de 1895) y en el mismo año se organizan
los centros socialistas de Balvanera, Quilmes, Tucumán,
Tolosa, el Centro Socialista "Carlos Marx" de
los Corrales, el Centro Socialista Obrero Internacional
de Córdoba y el Club Alemán "Vorwarts" de Rosario.
Al año siguiente
se establecieron los centros socialistas de la Parroquia
del Pilar, San Antonio de Areco, San Bernardo, Junín, San
Fernando y Tigre, el Centro Unión Gremial 0brera Socialista
de Paraná y el Centro Socialista de Estudios. Sobre este
último corresponde hablar ahora.
EL CENTRO SOCIALISTA
DE ESTUDIOS
El grupo de intelectuales
afiliado al Partido Socialista -Ingenieros, Payró, Lugones,
Malagarriga, de la Cárcova, Schiaffino- cumpliría un papel
fundamental en la organización de los primeros centros culturales
obreros.
El 18 de mayo de
1896, un grupo de socialistas se reunió en la casa de Roberto
J. Payró -Sarmiento 1044- para organizar el Centro Socialista
de Estudios. La comisión directiva quedó constituida de
la siguiente forma: secretario, Roberto J. Payró; bibliotecario,
Leopoldo Lugones; cajero Antonino Piñeiro. Como contribución
para sufragar los gastos se estableció una cuota mensual
de 5 pesos.
Poco tiempo después,
el centro se instaló en una salita confortable y bien amueblada,
en San Martín 119. En junio se iniciaron las conferencias,
cuyo sugestivo programa inicial publicó La Vanguardia:
"Del método científico", por Juan B. Justo;
"De las relaciones de la biología con la sociología",
también por Justo; "Las relaciones de la psicología",
por Payró; "De la concepción económica de la historia",
por Justo; "Teoría de las religiones y de la moral",
por Emilio Roqué; "Estudio de lo escrito hasta ahora
en el país sobre sociología científica", por José A.
Lebrón.
LA BIBLIOTECA OBRERA
Y LA ESCUELA LIBRE PARA TRABAJADORES
El 25 de setiembre
de 1897 se reunió un grupo de socialistas en México 2070
y constituyeron la Biblioteca Obrera. Estuvieron presentes
Juan B. Justo, Payr6, Lugones, Carlos Malagarriga, Ingenieros
y Enrique Dickmann. Designaron como responsables de la institución
a Emilio Roqué, Mauricio Klimann y N. Chertkoff.
Instalada en una
de las salas del local de la calle México, pas6 más tarde,
a fin de hacer ampliaciones, al piso alto, en donde adquirió
mayor desarrollo, mejoró su caudal bibliográfico y ordenó
sus catálogos, gracias a la paciente labor de Fernando Lanzola.
Cuando la biblioteca pas6 a funcionar en la Casa del Pueblo,
a fines de los años 20, contaba con más de 25.000 volúmenes.
En 1953, al ser incendiada la Casa del Pueblo -que se encontraba
ubicada en Rivadavia 2150- se perdió la mayor parte de su
fondo bibliográfico y con él, una parte considerable de
la historia del movimiento obrero argentino y latinoamericano.
Reconstruida sobre la base de algunos libros que se salvaron
de las llamas y donaciones de particulares, la institución
se encuentra instalada actualmente en avenida La Plata 85,
en Buenos Aires.
Pero no se trataba
sólo de acumular libros. El proyecto cultural socialista
tenía una concepción dinámica. Por eso, a comienzos de 1897
se concreta la idea de constituir la Escuela Libre para
Trabajadores. Fue organizada por el Centro Socialista Obrero
y sus estatutos redactados por Juan B. Justo. Los dos primeros
artículos del estatuto decían que la Escuela Libre para
Trabajadores tenía por objeto difundir las doctrinas y métodos
científicos elementales que dieran amplitud y vigor a la
inteligencia y los procedimientos artísticos (literatura,
educación, música, etc.) más eficaces para expresar los
sentimientos y las ideas y señalaba que la enseñanza que
en ella se diera debía ser gratuita y abierta para todos.
En la escuela dieron clases Justo, Emilio Roqué (padre e
hijo), Malagarriga, Marouillier Raven, Mariana y Fenia Chertkoff,
Klimann, Lebrón y otros.
LA "SOCIEDAD
LUZ"
A comienzos de 1899
el estudiante de ingeniería Mauricio Klimann inició los
trabajos para organizar una institución cultural destinada
a la enseñanza con proyecciones luminosas, que por aquella
época comenzaban a estar en boga en Europa.
El doctor Juan B.
Justo acogió con simpatía la idea que se concretó durante
una reunión celebrada en el Centro Socialista de la calle
México, a la que concurrieron cuatro personas: Justo, Piñeiro,
Klimann y Angel M. Giménez. Este último sería el motor de
la nueva institución. Provenía de una familia burguesa y
parte de su fortuna personal la dedicaría a las obras culturales
del Partido Socialista y a la propia "Sociedad Luz".
Giménez era un positivista y racionalista darwiniano. De
formación científica, en su profesión de médico se dedicó
a los grandes temas sociales. A él se debe el impulso racionalista
de la "Sociedad Luz" y también algunas de las
que hoy parecen extravagantes actitudes del socialismo argentino
en esta materia.
El darwinismo social
-que predicaba Giménez- era una concepción totalizadora
que comprendía la explicación del hombre y de la historia
como la lucha entre las razas, entre las naciones, entre
las clases y entre los individuos. Para el darwinismo, la
economía política era una aplicación a la especie humana
de las leyes biológicas que regían la lucha por la vida
en todas las sociedades animales. Es decir, que las sociedades
humanas evolucionan dentro de leyes biológicas especiales,
que son las leyes económicas.
Unido a esa concepción
darwinista y al positivismo, el socialismo de Angel M. Giménez
concluía con una visión iluminista y abstracta de la sociedad.
Por cierto que ese positivismo nada tenía que ve e socialismo
de Marx y Engels. Para Giménez, la fórmula de "educar
al soberano" adquiría un aspecto militante, desvinculado
de la lucha social concreta. En ese sentido, Juan Carlos
Portantiero señala con acierto: "Por cierto que esta
notable -diría inspirada, como realización 'desde abajo'-
capacidad organizativa de los socialistas por penetrar en
la cultura popular estaba viciada por una concepción 'pedagógica'
que habría de limitar su eficacia; al despreciar -a diferencia
del anarquismo y del radicalismo- los resortes emocionales,
maniqueos, de la comunicación, su mensaje no pudo ser sino
finalmente elitista".
Con todo, la obra
desarrollada por Giménez en el campo de la cultura popular
fue notable. Los grandes sectores populares -inmigrantes
y criollos- fueron saturados por campañas antialcohólicas
y de educación sexual, con obras de la literatura universal,
científicas, políticas, por pocas monedas. Hoy, todo aquello
parece extravagante, pero fue notable el impacto de esa
actividad destinada a la educación sanitaria. Los bajos
índices de alcoholismo y de otras enfermedades sociales
en los grandes centros urbanos de nuestro país parecerían
indicar que aquella prédica rindió sus frutos.
EL ATENEO POPULAR
Otro centro cultural
de alta jerarquía científica y política fue el Ateneo Popular,
dirigido por Enrique del Valle lberlucea y en cuya secretaría
se desempeñaba Alicia Moreau.
La institución -en
una primera etapa- estuvo vinculada al Partido Socialista
y publicaba la Revista Socialista Internacional. Allí
se incluyeron, entre 1908 y 1915, importantes trabajos doctrinarios,
filosóficos, políticos y económicos sobre el pensamiento
socialista. En sus primeros números, la revista se hizo
eco de la polémica que habían sostenido el italiano Enrique
Ferri y el líder del socialismo argentino, Juan B - Justo.
Del Valle Iberlucea y otros pensadores socialistas terciaron
en la discusión -un debate clave para la comprensión del
desarrollo económico-social argentino- y se fueron publicando
en sucesivos números las distintas interpretaciones.
El italiano Ferri
había sostenido que el socialismo argentino era un trasplante
de la social democracia europea a nuestro país. Le parecía
a Ferri que los socialistas habían importado el movimiento
político desde Europa, ya que no existían a su juicio condiciones
económico-sociales de tipo industrial y una clase trabajadora
que diera vida a un Partido Socialista.
Para Ferri, el socialismo
sólo correspondía a un estadio en la evolución de las sociedades
humanas y por lo tanto se producía en los países capitalistas
más avanzados.
Esto era el ABC que
predicaban algunos marxistas ortodoxos como Carlos Kautzky.
Sin gran desarrollo capitalista, sin gran industria y una
numerosa clase obrera no se podría realizar el socialismo.
En nombre de la ortodoxia doctrinaria se negaba la existencia
del socialismo argentino, que era la "planta exótica"
en el Río de la Plata.
Si en nombre de un
socialismo dogmatizado Ferri negaba existencia al socialismo
en la Argentina, tanto Justo como del Valle lberlucea lo
refutaron. Porque la democracia dejaba de ser un régimen
que debía durar décadas, para surgir entonces las consignas
socialistas. Esas consignas irían a la par. El socialismo
rioplatense advirtió el proceso y de allí su razón de ser
y su justificación histórica para Justo y sus seguidores.
El Ateneo Popular
liderado por Enrique del Valle lberlucea y Alicia Moreau
cumplió un inteligente papel de gestor de cultura popular:
conferencias, reuniones de divulgación debates. El núcleo
fue ampliando sus colaboradores y se acercaron algunos intelectuales
no socialistas: Joaquín V. González y Agustín Alvarez, entre
otros. La revista cambió su nombre, denominándose Humanidad
Nueva. Pero su espíritu fue el mismo: un socialismo
abierto y creador, en donde se incluían trabajos de otros
intelectuales progresistas.
LAS BIBLIOTECAS OBRERAS
La preocupación de
los dirigentes y militantes socialistas por la cultura popular
fue permanente y cada vez que un centro socialista se constituía
la biblioteca era uno de los primeros aspectos en cubrir.
Algunas alcanzaron,
por el número y calidad de obras reunidas, así como por
el movimiento de lectores -en su mayoría obreros y empleados-
especial importancia. Deben destacarse la Biblioteca Edmundo
de Amicis, del Centro Socialista de la sección 4ª.; la Alberto
de Diego, de la 8a., y la Mariana Chertkoff, de la 6a. En
el interior, en localidades pequeñas, los socialistas tenían
en ese terreno un campo grande de actividad y fue así como
los Centros Socialistas de Resistencia (Chaco), Santiago
del Estero y el de Junín (provincia de Buenos Aires) poseían
espléndidas bibliotecas con millares de volúmenes confortablemente
instaladas en las Casas del Pueblo. Todavía existe la de
Junín, actualmente denominada Juan Bautista Alberdi. Está
ubicada en el centro de la ciudad bonaerense y reúne numerosas
obras dedicadas al pensamiento social y obrero.
Resulta de interés
consignar un cuadro completo de las bibliotecas obreras
del Partido Socialista, al 31 de marzo de 1932. El dato
fue publicado en el libro Nuestras bibliotecas obreras
de Angel M. Giménez, que su vez lo extrajo de los boletines
internos del Partido Socialista. Cabe consignar que esas
bibliotecas reunían entre 3000 y 6000 volúmenes cada una.
Bibliotecas
Capital Federal ..................................................
56
Provincia de Buenos Aires..................................180
Catamarca...........................................................
4
Córdoba.............................................................
26
Corrientes............................................................
5
Entre Ríos...........................................................
10
Jujuy...................................................................
1
La Rioja ...................................................
4
Mendoza.............................................................
23
Salta ..................................................................
23
San Juan...........................................................
. 14
San Luis............................................................
3
Santa Fe.............................................................
29
Santiago del Estero. ............................... 7
Tucumán............................................................
12
En los entonces Territorios
Nacionales:
Chaco.................................................................
3
La Pampa...........................................................
14
Misiones.............................................................
1
Neuquén.............................................................
1
Santa Cruz..........................................................
1
Río Negro...........................................................
1
Total 397
Si tenemos en cuenta
que las 397 bibliotecas, en la mayoría de los casos, reflejaban
los centros socialistas (no se cuentan las agrupaciones
colaterales, juveniles, de mujeres, de oficios y los centros
socialistas que no poseían biblioteca) se demuestra, además,
que el Partido Socialista estaba extendido a lo largo y
ancho del país, y que no era un mero fenómeno urbano y porteño,
como se ha sostenido. Hay que tener en cuenta que tampoco
cuento aquí los centros, bibliotecas y escuelas libres de
los anarquistas y sindicalistas revolucionarios.
EL MOVIMIENTO FEMINISTA.
LOS RECREOS INFANTILES
En 1931, a
iniciativa de Fenia Chertkoff de Repetto y María C. de Spada
se constituyó una asociación denominada Bibliotecas y Recreos
Infantiles. Sus propósitos eran claros y precisos y llenaron
una necesidad social.
En sus principios
liminares la institución establecía la necesidad de "sustraer
a los niños de los barrios populosos de la capital de la
calle y sus peligros físicos y morales, ofreciéndoles, en
cambio bajo la dirección de una persona competente, una
ocupación inteligentemente escogida, por medio de libros,
láminas, juguetes, juegos racionales y ejercicios físicos,
cantos, paseos de estudios y labores manuales."
La propuesta, autónoma
en su acción, recibió el estímulo y el calor del Partido
Socialista. El primer recreo fue abierto en la Biblioteca
Mariana Chertkoff de la 6a., el segundo en la Sociedad Luz.
Cooperaban, entre otras, Adela Chertkoff de Dickmann, Rosa
B. de Mouchet, Victoria Gucovsky, Amelia Testa, Teresa Raquel
Varela, Angela J. Santa Cruz y María Cervini. Para esa época
contaban con 9 recreos infantiles: un anexo al Centro Socialista
de la Sección 19a., en Austria 2156, el de la "Sociedad
Luz" (denominado "Bichitos de Luz"), y otros
seis, llamados Bernardino Rivadavia, Florentino Ameghino,
Domingo Faustino Sarmiento, A. Arienti, Mariana Chertkoff
y Aurora.
Luego fue creada
la Biblioteca y Hogar de Vacaciones Carlos Spada (hijo)
que era un recreo infantil en Justo Daract (Provincia de
Buenos Aires).
Fenia Chertkoff fue
una destacada feminista que en 1902 abrió el Centro Socialista
Femenino. Desde allí batalló contra la explotación legal,
social y sexual de la mujer, especialmente de las trabajadoras.
Sirvió de base esa organización para que otras luchadoras
comenzaran en nuestro medio la agitación feminista.
Pionera, en esa actividad,
fue la doctora Alicia Moreau de Justo. Tras militar en el
primer centro feminista, contribuyó a fundar en 1907 el
Comité Pro-sufragio Femenino. Con ella figuraron Elvira
Rawson de Dellepiane, Sara Justo y Julieta Lanteri.
LA CULTURA ARTÍSTICA:
MÚSICA, COROS Y TEATRO
En el anhelo de realizar
obras prácticas, los socialistas trataron de desarrollar
aspectos de la cultura artística, abarcando la música, los
coros y el teatro. El l° de Mayo de 1896 se cantó por primera
vez en Buenos Aires el "Himno de los Trabajadores"
de Felipe Turati y la canción proletaria "Hijo del
Pueblo" de Carratalá Ramos.
Ese día, en una quinta
abandonada de la calle Arena, en los mataderos viejos (hoy
Parque de los Patricíos), fue celebrada la fecha obrera
con un asado con cuero y a voz en cuello, con bastante desafinación,
pero con mucho entusiasmo, fueron entonados los himnos proletarios,
con acompañamiento musical improvisado.
A la noche, en el
Club Vorwarts, la primera banda-orquestilla, dirigida por
el estudiante socialista Adolfo Fernández que tocaba el
piano, los hermanos Curet y otros iniciaron el acto con
los primeros compases y el coro ya fogueado, entusiasmado
por el éxito de la tarde, entonó los himnos en medio de
grandes admiraciones.
Desde esa fecha,
las bandas y orquestas socialistas se hicieron presentes
en todas las grandes reuniones, especialmente al conmemorarse
el Día del Trabajo. Todavía en los años cincuenta, las orquestas
populares socialistas acudían a esas festividades. Y con
esas orquestas, también los guitarristas y payadores socialistas.
Algunos ya han entrado en la leyenda, como el guitarrista
y payador de San Nicolás de los Arroyos, Pedro González
Porcel.
Con el paso del tiempo
los coros y orquestas se fueron dando una organizaci6n,
como también los conjuntos teatrales. Así nació la Agrupación
Artística Socialista "Juan B. Justo", y posteriormente,
el Teatro Libre "Florencio Sánchez". Este último
estuvo ubicado, hasta hace pocos años, en el viejo Centro
Socialista de la sección 8a., Loria 1194. Esa casona había
sido el cuartel general de los huelguistas durante la Semana
Trágica de 1919 y fue incendiada durante la última dictadura
militar.
Muchos grandes artistas
de los teatros nacionales iniciaron sus primeros pasos en
los conjuntos dramáticos organizados por los teatros socialistas.
Después de 1917,
el sector encabezado por José F. Penelón, Juan Ferlini y
Rodolfo Ghioldi se separó del P.S. y constituyó el Partido
Socialista Internacional, que tres años más tarde se transformó
en Partido Comunista. A ese sector, y a su líder indiscutido
entre 1917 y 1926, el obrero tipógrafo José F. Penelón,
se deben algunas publicaciones de importancia: el semanario
La Internacional y La Correspondencia Sudamericana de
las cuales fue director por varios años. Paralelamente,
Simón Scheimberg y Aldo Pechini editaron Documentos del
Progreso, con toda la información posible procedente
de la Rusia soviética.
Los comunistas se
dedicaron fundamentalmente a la propaganda política, desentendiéndose
de la faena que el P.S. realizaba en torno a la cultura
popular. Pero en 1921 editaron una revista infantil, denominada
Compañerito que significó una competencia para el
liberal Billiken de Constancio C. Vigil. La censura
cayó rápidamente sobre la publicación que desapareció.
Paralelamente, José
Ingenieros fundó en 1915 la ya mencionada editorial "La
Cultura Argentina", formidable esfuerzo por poner al
alcance de amplios sectores de la población los clásicos
argentinos. En 1922, Antonio Zamora dio vida a su Editorial
"Claridad." -durante medio siglo- y a la revista
homónima. Con ella, la literatura nacional y universal,
pudo difundirse con carácter masivo a través de ediciones
de libros a precios económicos.
Estos fueron algunos
de los momentos de la cultura obrera entre 1890 y 1940.
No entro a considerar la cultura peronista y la que generaron
otras corrientes en el país. El abandono o la falta de actualización
por parte de los partidos de izquierda de estas tradiciones
culturales sumados al fenómeno de masas del peronismo, debilitó
la conciencia de clase y la concepción de una nueva sociedad.
Ya no se luchaba por un nuevo sistema socialista sino por
las reformas sociales dentro del capitalismo, como diría
con ironía Federico Engels, por un "capitalismo sin
sus defectos". Aun los sectores reformistas, en la
primera mitad del siglo, mantuvieron aquella visión teleológica
que pugnaba "por una nueva sociedad socialista"
Los partidos de izquierda no supieron conservar aquella
lucha cultural y desarrollarla en los nuevos escenarios
o la rechazaron por considerarla anacrónica. Olvidaron o
ignoraron las premisas de Antonio Gramsci sobre la lucha
cultural. Los resultados de esa política errónea están a
la vista.
(*) Periodista, escritor,
Director de la Fundación Juan B. Justo.
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EL
ANARQUISMO ARGENTINO
En
América latina, donde mayor influencia y peso político adquirió
el anarquismo fue aquí en Argentina. Nació la única organización
obrera que se calificó a sí misma de anarquista, la FORA
Floreció también un diario anarquista, órgano de la FORA,
"La Protesta", que además constituyó una de las
mejores bibliotecas de ediciones existente en el mundo a
fines y principios de siglo. Max Nettlau publicó en La Protesta
diferentes obras de historia y empezaron a editarse las
obras completas de Bakunin en español. También deberemos
recordar las huelgas patagónicas producidas entre 1921 y
1923, por los sindicatos de resistencia y de oficios varios
al sur de nuestro país. Mencionaremos a la FACA (Federación
Anarco-Comunista Argentina), de 1935 y a Resistencia Libertaria
como experiencia política más cercana en los años ´70.
Pero, decíamos al principio, los inicios del anarquismo
argentino, se deberían situar con la llegada del italiano
Errico Malatesta a Buenos Aires, entre los meses de febrero
y marzo de 1885. Después de una fuga novelesca, perseguido
por las autoridades italianas y la policía de todo el continente
europeo, el anarquista más representativo durante varias
décadas en Italia y Argentina, había dejado atrás sus 32
años y reeditaba La Questione Sociale, en versión
bilingüe.
Tan pronto se radicó en Buenos Aires, instala una imprenta,
donde se publican folletos y manifiestos de propaganda,
y se apura a reanudar la publicación de una nueva serie
de este semanario que había iniciado en Florencia entre
diciembre de 1883 y agosto de 1884. Luis Fabbri, su biógrafo,
noticia así: La emigración de Malatesta a América del Sur
tuvo que ser concertada con algunos otros compañeros, entre
ellos Agerone Natta. Él y Malatesta instalaron un taller
mecánico, y Malatesta reinició el trabajo de propaganda,
ya en medio de los numerosos obreros emigrados, ya entre
el elemento nativo con cuyo idioma se familiarizó pronto.
El primer periódico libertario del país, del cual no salieron
más de diez o doce números que se publicaron en las semanas
de agosto de 1885 y en las pocas precedentes y siguientes,
estaba lleno se cuestionamientos y discusiones locales,
y no adquirió la importancia de su homónimo florentino,
del cual reprodujo algunos de sus artículos más destacados.
Habrá que convenir que la llegada de Malatesta al país y
su estadía de tres años y medio aproximadamente, marca la
iniciación de una activa difusión, por primera vez, de las
ideas anarquistas en el ambiente obrero. Organizando el
primer sindicato de resistencia; el de panaderos, divulgó
por medio de conferencias y escritos, que él mismo editaba,
los textos fundamentales de la problemática socialista,
tan conocidos en Europa. Errico Malatesta inicia así, las
primeras jugadas de una partida que tendría resonancia y
repercusión creciente durante medio siglo.
Centenares de publicaciones libertarias harán su aparición.
Hasta las mujeres anarquistas tendrán su voz: Hastiadas
ya de tanto llanto, hastiadas del eterno y desconsolador
cuadro que nos ofrecen nuestros hijos, los tiernos pedazos
de nuestro corazón, hastiadas de pedir y suplicar, de ser
juguetes, el objeto de los placeres de nuestros infames
explotadores o de viles esposos, hemos decidido levantar
nuestra voz en el concierto social y exigir, nuestra parte
de placeres en el banquete de la vida. Así La Voz de
la Mujer, periódico Comunista-Anárquico, aparece
cuando puede y por suscripción voluntaria, primer número:
8 de enero de 1896. Insistencia: Nosotras creemos que en
la actual sociedad nada ni nadie es más desgraciada que
la infeliz mujer. El primero de enero, acaso último número,
celebra su año de apariciones aproximadamente mensuales:
... el único periódico de América y tal vez del mundo entero
que hace propaganda de nuestros ideales por mujeres y especialmente
para ellas.
El proceso de asentamiento en cuanto a la difusión de las
ideas libertarias, tendrá su máximo auge el 13 de junio
de 1897 con el nacimiento de una publicación que hasta el
día de hoy sigue existiendo; La Protesta Humana (actualmente
La Protesta).
El ambiente político de la Argentina al nacer el siglo XX
es muy diferente al de los años anteriores. Las asociaciones
obreras se han multiplicado, las huelgas involucran a miles
de trabajadores, las dos tendencias fundamentales que militan
en el ambiente obrero, anarquistas y socialistas (de partido),
experimentan un notable crecimiento. Contrapuesto a este
despertar, la clase dirigente continúa en su postura intransigente,
antidemocrática y despreciativa de la cuestión social, no
sabe utilizar una política que aminore los conflictos sociales:
el radicalismo, luego de su fracaso en 1893, se ha llamado
a un largo silencio que sólo romperá, súbitamente, en 1905.
El anarquismo durante toda la década del ´90 es víctima
de sus tendencias a la dispersión. Proliferan las publicaciones
y los grupos, pero no se supera la atomización organizativa.
Sin embargo hacia fines de siglo Pietro Gori y Pellicer
Paraire, dos destacados anarquistas, plantearán la necesidad
de militar en el seno de las organizaciones obreras y, a
la vez, la necesidad de estas asociaciones de conectarse
y trabajar unificadamente. Producto de este empuje es que
se constituirá la Federación Obrera Argentina en 1091(después
cambiará de nombre: F.O.R.A. (Federación Obrera regional
Argentina).
LA FORA:
ORIGEN Y DESARROLLO
El 25 de mayo de 1901 se reunieron en Congreso Obrero 15
Sociedades de Resistencia de Capital Federal y 12 del interior
para fundar la FOA (Federación Obrera Argentina), primer
Central del Movimiento Obrero Organizado en la Argentina.
Por un momento, socialistas y anarquistas se unieron y conciliaron
sus diferencias para confluir en una federación obrera que
unificara y coordinara las diversas y fragmentadas luchas
que, desde 20 años, se venían desarrollando contra la avanzada
oligárquica patronal.
No fue fácil conciliar posiciones entre los anarquistas,
partidarios de la acción directa y con una radical crítica
al Capitalismo y sus instituciones; con los socialistas,
que avalaban y participaban en la lucha electoral democrático
burguesa con un tono mucho más moderado y reformista. Al
convocarse el II Congreso de 1902 estalló la crisis, y la
fracción socialista (minoritaria) se separa de la FOA y
funda la UGT (Unión General de los Trabajadores), dando
inicio a una larga historia de desencuentros de tendencias,
restándole coordinación y fortaleza al Movimiento Obrero.
De todas maneras la FOA (ya únicamente con componente libertario)
logra hacer pié firme en la clase trabajadora, duplicando
año tras año su masa de afiliados y su influencia en otros
sectores de la clase no sindicalizada, sumando hacia 1910
(en su VIII Congreso) la suma de casi 100.000 afiliados,
más del 30% de los trabajadores en actividad. En el IV Congreso
de 1904, haciendo ostensible el predominio anarquista, la
FOA modifica sus siglas por el de FORA (Federación Obrera
Regional Argentina), dando una muestra de un claro internacionalismo
proletario.
En el Vº Congreso se votará una resolución polémica
que abriría aguas en el movimiento sindical nacional e internacional.
El punto decía ...se aprueba y recomienda a todos sus adherentes
la propaganda más amplia en el sentido de inculcar a los
obreros los principios económicos filosóficos del Comunismo
Anárquico .... Esta resolución revolucionaria y finalista
pero poco constructiva y sectaria en relación a la unidad
y autonomía de la clase obrera, ensanchó las discrepancias
con la UGT e, incluso, con algunos sectores anarquistas
disidentes, fracasando uno a uno los intentos de fusión
en los diversos congresos de unidad que por esos años se
desarrollaron. Así quedaron dos FORA: la del Vº Congreso
y la del IXº Congreso. La primera de tendencia anarcosindicalista,
pero con grandes tintes policlasistas, (quedará etiquetada
como la revolucionaria por su radicalización), pregonará
la ideologización del sindicalismo, mientras que la segunda
sin tantas apetencias ideológicas, y un poco más clasista,
tenderá más a la unidad del conjunto de la clase obrera.
Es evidente que las diferencias al interior de la FORA eran
tácticas e ideológicas. Lo que sí vamos a decir (y destacaremos
más adelante), la inexistencia de una organización política
anarquista dificultó aún más el desenvolvimiento político
de los procesos sociales por la cual, las distintas federaciones
no supieron dar respuestas.
De todas formas hay que destacar que la FORA anarquista
hegemonizará completamente al movimiento obrero hasta finales
de la década del 1910, cuando irrumpe una tercera corriente,
el sindicalismo revolucionario, que compartía la mayoría
de las tácticas políticas y filosóficas de la FORA (acción
directa, antiparlamentarismo, anticapitalismo), pero que
sostenía por encima de partidismos la unidad y autonomía
de la clase obrera, sin definiciones finalistas, que excluyeran
a sectores independientes o de distinto signo ideológico.
De todas maneras la FORA seguirá protagonizando en las décadas
siguientes grandes y épicas luchas con una gran influencia
popular; caracterizándose por su consecuencia revolucionaria
y clasista, tanto en los conflictos reivindicativos económicos
como en los reclamos políticos.
La constitución de una Federación unitaria potenció notablemente
la capacidad y el espíritu de lucha de los distintos sindicatos
existentes. Un símbolo de esto es que en Agosto de 1901
(apenas tres meses después de la fundación de la Central)
se declara el primer boicot y sabotaje contra una empresa
en conflicto, y en 1902 se llama a la primer huelga general
organizada. Los conflictos y disputas gremiales se duplican
en línea ascendente, cada vez con mayor radicalidad y violencia.
En 1902 el Gobierno responderá sancionando la Ley de Residencia,
por la cual podrían ser deportados a su país de origen,
los extranjeros que perturbaran el orden social. Fue un
duro golpe contra los sectores más dinámicos de la militancia
obrera, ya que los principales cuadros eran avezados inmigrantes
(principalmente españoles e italianos) con una amplia experiencia
en los movimientos obreros europeos. Esto posibilitó, sin
embargo, un recambio natural en la composición de la militancia
obrera, incorporándose amplios sectores de trabajadores
criollos.
Durante los años posteriores se libraran grandes y masivas
luchas. El reclamo por las 8 hs de trabajo, la huelga de
los inquilinos (en 1907), las jornadas durante los 1 de
Mayo, convertidas en furiosos días de protesta y agitación,
que desencadenaron salvajes represiones policiales (como
en la Semana Roja de 1909). Luego se sucedieron las luchas
durante el Centenario de 1910 y contra la represiva Ley
de Defensa Social, la Semana Trágica de 1919, las campañas
por la libertad de los cientos de deportados y presos gremiales
y políticos, las luchas por el descanso dominical y por
mejores condiciones de salario, seguridad e higiene, y de
los establecimientos fabriles.
En los años ´20 se sucederán cuatro hechos que movilizarán
a cientos de miles: la Huelga General de 1921 (una de las
más activas y violentas de nuestra historia) ; la huelga
y posterior represión en los quebracheros misioneros de
los mensúes de La Forestal; las jornadas de agitación por
la libertad en EE.UU. de los anarquistas italianos Sacco
y Vanzetti y por Simón Radowitzky ( preso durante 20 años
por ajusticiar en 1909 al Coronel Ramón L. Falcón, jefe
de la Policía Federal y responsable de cientos de muertos
obreros) ; y, por último, los sucesos de la Patagonia, donde
una huelga de los peones rurales fue convertida en la peor
carnicería masiva hasta ese momento, quedando asesinados
1500 trabajadores en el frío patagónico.
Durante los años ´30, con el golpe fascista del General
José Félix Uriburu, se intensifica la represión contra
el movimiento forista y libertario, clausurando periódicos,
locales y bibliotecas obreras; procesando, deportando y
fusilando cientos de activistas sociales y sindicales.
Doctrina y metodologías
Más allá de las grandes luchas que protagonizó y las represiones
que soportó a lo largo de su trayectoria, lo primordial
de la experiencia de la FORA fueron su concepción del sindicalismo
como herramienta de acumulación y como vehículo de liberación
integral, sus propuestas de construcción revolucionaria
y su metodología de lucha basista, basada en la acción directa,
la solidaridad y conciencia de clase y una esforzada tarea
de propaganda y formación hacia la clase trabajadora.
La FORA planteaba a la actividad sindical como un
crisol de experiencias acumulativas, una gimnasia revolucionaria
que preparara y formara a las masas oprimidas en la lucha
diaria y reivindicativa, hacia horizontes más vastos y ambiciosos,
hacia la libertad y el socialismo, construyendo desde el
hoy el Hombre Nuevo y la organización necesaria para el
cambio revolucionario. Su organización horizontal y federalista,
con un alto grado de autonomía de cada gremio y localidad,
fomentando la participación de todos y cada uno de sus componentes,
sin puestos rentados ni privilegios para sus dirigentes,
quitándole horas al sueño para participar en cada asamblea
o reunión puede ser visto hoy como algo casi exótico e imposible
en las actuales dirigencias sindicales.
Sus herramientas de lucha (la huelga, el boicot y el sabotaje)
aplicados contra la patronal sin ninguna mediación, sus
violentos enfrentamientos contra las fuerzas represivas
y de seguridad, las luchas puntuales contra la discriminación
de la mujer, su antimilitarismo y antiparlamentarismo nos
dan cuenta de objetivos que iban más allá del hecho economicista
y reformista puntual..
La edición de cada gremio de su boletín de agitación y propaganda,
sin hablar de su entonces órgano periodístico oficioso,
La Protesta Humana que durante años se editó como diario,
llegando en un momento (hacia 1910) a sumarle un diario
vespertino, La Batalla, casos inéditos en la historia de
las Centrales Obreras; la proliferación de bibliotecas,
escuelas y ateneos obreros, nos hablan a las claras de su
obsesión de dotar a la clase trabajadora de una conciencia
y desarrollo autónomo y revolucionario.
No
esquivamos, sin embargo, buscar errores y respuestas en
su progresivo decaimiento desde los años 30, y posterior
desaparición como alternativa obrera revolucionaria. La
experiencia nos sirve únicamente si la analizamos de manera
global y total. Podemos hablar de la feroz represión que
soportó sobre sus espaldas durante 30 años, con miles de
presos, deportados y asesinados. Podríamos argumentar con
razón, sobre lo difícil de empezar desde la nada y hacer
casi todo, convirtiendo al anarquismo en el primer movimiento
de masas moderno que conoció nuestro país. Podemos esgrimir
su falta de comprensión ante hechos históricos concretos
que necesitaron un mejor análisis y posteriores respuestas,
como su pasividad ante el golpe militar y fascista de Uriburu
y la falta de replanteamiento de tácticas acordes a los
cambios en la organización del trabajo, dejando atrás los
trabajos artesanales para insertarse en los tibios pero
reales progresos industriales que vivió el país en los años
30 y 40.
Podemos esgrimir, sobre todo, la errónea práctica simbiótica
de confundir a la organización de masas (el sindicato) con
la organización política (específicamente anarquista), que
llevó a incubar un alto grado de sectarismo y contribuyó
a las constantes divisiones en el movimiento obrero de esos
años, incluso fustigando a otros sectores del anarquismo
proclives a organizarse en tanto libertarios, en estructuras
por fuera de los organismos de masas[8].
Algunos aspectos
a destacar
1897. Nace la primera
publicación anarquista
El
nombre de la primera publicación anarquista argentina fue
La Protesta Humana (para que los canillitas la publicitaran
mejor cambiaría su nombre por el La Protesta solamente)
se convierte en la voz más representativa del anarquismo
y, de hecho, logra ser su dirección teórico-política. Pero
también existían otras publicaciones, semanarios y revistas,
que aportaban a consolidar las ideas libertarias en los
jóvenes escritores. Para hablar exclusivamente de esta enriquecedora
publicación se necesitaría dedicar varios libros enteros,
en los cuales se cuenten las numerosas anécdotas que han
vivido los diferentes grupos editores. Lo que se puede destacar
es que en 1903 adopta el nombre definitivo de La Protesta,
transformándose en uno de los periódicos de mayor
continuidad e importancia en la historia del anarquismo.
Hacia 1897, tiene una tirada de 2.000 a 2.200 ejemplares,
pero ya en 1.900-1901 alcanza 3.000 y a fines de 1903 asciende
a 8.000. Finalmente tendrá su máximo apogeo con una tirada
de 60.000 ejemplares alrededor de la década del ´20. El
primer grupo editor a cargo de esta publicación estaba conformado
bajo la dirección de Inglam Lafarga, carpintero de origen
catalán, junto a: Francisco Berri, Altair, el Dr. Creaghe,
E. Arana y j. Prat. Desde el exterior colaboraron R. Mella
y A. Lorenzo.
Siguiendo el destacado y forzoso emprendimiento por nacer,
es menester considerar a La Organización Obrera.
Pero antes de referirnos a su nacimiento es imprescindible
que comentemos los sucesos que la originaron. Al principio,
se había hecho hincapié en el nacimiento de la Federación
Obrera Argentina. En uno de los tantos Congresos obreros
que existían en aquel tiempo se aprueba el nacimiento de
esta publicación mensual. El grupo convocante del congreso
-las sociedades que publican el periódico La Organización-
no quieren ceder el espacio a la nueva publicación por su
desconfianza hacia la F.O.A., por la creciente influencia
anarquista en esta. Los dirigentes socialistas que integran
el Comité Federal de la misma, no se hacen presentes en
sus reuniones. Las sociedades nucleadas en torno a La Organización
deciden convocar a una conformación de un comité de
propaganda exclusivamente gremial y económica, totalmente
al margen de la F.O.A. A pesar de todo las dos publicaciones
ven la luz. El periódico anarquista resume así el conflicto;
Creemos que tanto socialistas como anarquistas, tienen mucho
campo donde trabajar y pueden muy bien aunar sus fuerzas
sin perder nada de sus respectivos principios de táctica,
tanto en la federación como dentro de las sociedades de
resistencia.
El anarquismo argentino también contó con grandes escritores,
como José Ingenieros, Rodolfo González Pacheco, Teodoro
Antilli, Emilio López Arango, con excelentes poetas, como
Alberto Ghiraldo y Herminia Brumana. A principios de siglo
realizaron Luisa Michel y Pedro Gori una histórica labor
de propaganda, que ganó para el anarquismo miles de adeptos
en diferentes lugares de Hispano-America. Todo esto duró
hasta que las dictaduras, de Yrigoyen primero, de Uriburu
después, lo aniquilasen encarcelando y deportando
a los hombres más representativos de la izquierda y suprimiendo
la prensa, ediciones y organizaciones obreras y políticas.
Hubo otros hombres, a caballo
sobre diversas nacionalidades y países, como Rafael Barret,
nacido en España, pero que vivió en la Argentina, hijo de
padre inglés y de madre española, como Enrique Nido y Pierre
Quiroule, asiduos colaboradores de "La Protesta",
pero que habían ido a parar allí después de múltiples avatares.
LA SEMANA TRAGICA:
LOS CRIMENES DE UNA CLASE, LA VIGENCIA DE UNA LUCHA
Contexto histórico
Durante
la segunda mitad del siglo XIX acceden al poder minorías
cultivadas y tenaces, decididas a modernizar las estructuras
económicas y sociales. Conscientes de las riquezas naturales
de la región y deslumbradas por las perspectivas de enriquecimiento
rápido que el mercado internacional parece ofrecer por aquellos
años, las capas dominantes se consagran a la realización
de un ambicioso proyecto. El modelo de desarrollo consiste
en la integración de las economías al mercado capitalista
mundial, para ello es necesario llevar a cabo un proceso
de "modernización". Para lograrlo es necesario
expandir la economía, fomentando la ocupación de nuevas
tierras para generar trabajo. Para lograr esto se adopto
una política inmigratoria, con grandes propagandas y obras
de infraestructura.
La inmigración
europea era fundamental dentro del proyecto oligárquico
para cumplir con la modernización y el desarrollo. En Argentina
el crecimiento demográfico es notable, entre 1880 y 1914
se cuentan mas de 3 millones de inmigrantes, quienes se
repartieron mayoritariamente en la agricultura, en los puertos
y ferrocarriles, en la construcción y en rubros industriales
variados. Los que acudieron en mayor numero fueron los españoles
y los italianos, que constituirán la base del proletariado
urbano. Muchos de esos extranjeros traen de sus países de
origen una experiencia en luchas obreras y han participado
en los grandes movimientos sociales europeos; tienen ideas
claras sobre los derechos del trabajador y en muchos casos
poseen una orientación revolucionaria.
Los
gobiernos no tardan en comprender que la "modernización"
iba a traer más de un dolor de cabeza, las tensiones entre
las clases trabajadoras y las clases dirigentes se agudizan
y sus enfrentamientos son cada vez más frecuentes. La oligarquía
argentina va a adecuar el aparato represivo destinado a
mantener el orden social. En el plano jurídico se dictan
la Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa Social,
destinadas a luchar contra el movimiento anarquista; ambas
reprimen la acción libertaria y sindical y autorizan la
deportación de los extranjeros considerados peligrosos para
la seguridad nacional; además se hace repetido el uso de
la declaración de estado de sitio. Años más tarde se formo
la Liga Patriótica, órgano paramilitar ultra-nacionalista
que participaba en las redadas y los enfrentamientos que
generalmente se producían con los obreros. La Liga estaba
conformada por "brigadas" que eran formadas por
los patrones, los empleados, los "obreros buenos",
los policías retirados, etc. Actuaban en nombre de Dios,
la patria y la familia y veían como una gran amenaza a la
Nación al movimiento anarquista al que persiguieron sin
cuartel. Su accionar es totalmente libre: usan armas de
ultimo modelo, expulsan obreros, allanan sindicatos, reprimen,
disuelven manifestaciones, etc. La Liga Patriótica tuvo
una activa participación en los conflictos Patagónicos.
En el plano militar el ejercito se estructura y se profesionaliza;
aumenta considerablemente su poderío en armamento y en hombres,
se hace obligatorio el servicio militar. También Chile,
gran vencedor de la Guerra del Pacifico y dispuesto a una
guerra con Argentina, refuerza su poderío naval y militar.
Es importante aclarar que ambos ejércitos en reiteradas
ocasiones efectuaron operaciones conjuntas; contra los caudillos
del interior, contra los indios, contra los chacareros y
peones en zona rural, contra huelguistas y manifestantes
en zona urbana, etc.
La Argentina de 1919.
Sindicatos y lucha de clases
Hacia
1919 la Argentina aún conservaba una estructura socioeconómica
eminentemente dependiente de las grandes potencias, especialmente
Gran Bretaña, sobre una base oligárquica y agrícola-ganadera,
exportadora de materias primas. No obstante, durante la
Primera Gran Guerra de 1914, se produjo un interés de los
inversores extranjeros en el país, lo que trajo la instalación
de industrias livianas, la mayoría de ellas pequeños talleres
con pocos empleados.
Hacia 1917-18, ya bajo el primer gobierno radical de Hipólito
Yrigoyen (a la postre, ganando las primeras elecciones realizadas
sin fraude) las condiciones de vida de la clase trabajadora
sufrieron una fuerte caída, con una baja de salarios de
entre el 16% y el 21 %, una fuerte suba de los alquileres
populares y del consumo básico. Todoesto, fogoneado por
una experiencia de casi 50 años de activismo sindical, con
organizaciones obreras poderosas y radicalizadas, dio como
sumatoria un cóctel de tensión y enfrentamiento clasista
nunca visto. De esa manera aumentaron notablemente los conflictos
gremiales ya que (según censos oficiales) si en 1916 se
produjeron 80 huelgas con la participación de 24.321 huelguistas,
hacia 1918 se produjeron 223 conflictos con la participación
de 180.675 huelguistas.
Al comenzar 1919 encontramos a un movimiento obrero dividido
en dos grandes centrales e infinidad de sindicatos autónomos.
La última fracción se había producido en abril de 1915 en
el IX Congreso de la FORA (Federación Obrera Regional
Argentina), tras ladiscusión sobre la conveniencia de que
la federación, recomiendey defienda una finalidad
ideológica, sobre la estrategia de acción directa y la lucha
político- parlamentaria.
Los anarquistas ortodoxos forman entonces la FORA del V
Congreso (ya que en este evento se había decidido incluir
en la carta orgánica la necesidad de la finalidad del comunismo
anárquico). El resto, que incluía a socialistas, sindicalistas
puros y núcleos de anarquistas disidentes e influenciados
por la reciente revolución rusa, como Bandera Roja, planteaban
la neutralidad sindical y conforman la FORA del IX Congreso.
La huelga
general decretada por las organizaciones obreras -la más
importante que conociera el país hasta aquel entonces-,
el rol destacado de la prensa y militantes anarquistas en
el movimiento, la reciente Revolución Rusa de 1917, la organización
de un movimiento contrarrevolucionario como la Liga Patriótica,
la aún próxima derrota del conservadurismo en las elecciones
presidenciales de 1916, los efectos recesivos provocados
por la Guerra Mundial que acababa de terminar, todos estos
factores contribuyeron para transformar a la Capital Federal
en el impensado escenario de una guerra social, que dejaría
por muchos tiempo su huella en el imaginario colectivo de
la moderna Buenos Aires.
Semana del 7 al 13 de
Enero. Los hechos
Desde hacía un mes, los 2000 obreros de los Talleres Metalúrgicos
Pedro Vasena (de capital argentino-británico) se encontraban
en una dura huelga contra la patronal. Sus reivindicaciones
y peticiones eran: aumentos de salarios, reducción de la
jornada de 11 a 8 horas, descanso dominical y la reincorporación
de los delegados despedidos desde el comienzo del conflicto.
El 7enero por la tarde se dirigían varias chatas con materia
prima a la planta de Vasena, ubicada en Pepirí y Santo Domingo
en el populoso barrio de Pompeya, conducidas por carneros
contratados por el sindicalismo amarillo y católico de la
Asociación del Trabajo y rodeados por un cordón policial
que les servía de escudo. Al llegar a las calles Pepirí
y Alcorta son detenidos pacíficamente por un piquete a de
huelguistas.
Al no detenerse, los obreros, que estaban acompañados por
mujeres y niños, comenzaron a tirarles piedras. En ese momento
la policía que hacia de custodia cargo contra los manifestantes,
librándose un combate desigual por casi dos horas. Cuando
terminó el choque se pudo observar la tragedia; sobre el
pavimento estaban los cuerpos de cuatro obreros muertos
y más de treinta heridos, algunos delos cuales fallecieron
horas después.
Fue la gota que rebalsó un vaso demasiado cargado de humillaciones
y represión. El mismo día 7 la Sociedad de Resistencia Metalúrgica
y los obreros marítimos fueron a la huelga total. El día
8, en la reunión de su Consejo Federal, la FORA anarquista
declaró para el otro día la huelga general activa con actos
relámpagos y piquetes de trabajadores para asegurar el total
acatamiento de la medida y acompañar los féretros de los
compañeros asesinados por la policía. La FORA del IX, tras
algunas dudas también llamó al paro pero sin actividades
agitativas. El día 9 la ciudad amaneció paralizada y, sobre
todo los barrios populares del sur, virtualmente tomada
por los grupos de huelguistas organizados en torno a sus
sindicatos, a los que se les sumaban espontáneamente cientos
de hombres mujeres y niños
En las puertas de la fábrica Vasena y en las calles adyacentes
los obreros bloquearon la entrada y salida, y levantaron
decenas de barricadas. En el interior de la empresa permanecieron
encerrados varios miembros del directorio, del sindicato
amarillo y delegados de la FORA IX que estaban negociando
algún tipo de acuerdo con la patronal. A las 15 partió desde
el barrio de Pompeya elcortejo fúnebre de los obreros asesinados
el día 7, compuesto por más de 15.000 personas. A la cabeza
marchaba un grupo de militantes que actuarían como autodefensa.
Tres horas más tarde el cortejo llegó al cementerio de Chacarita.
Detrás de los muros se encontraban agazapados policías y
bomberos fuertemente armados que comenzaron a disparar contra
la multitud. La estampida fue tremenda y la desesperación
se apoderó de los manifestantes. Sólo el grupo de autodefensa,
más algún otro obrero que había llevado su revólver, se
plantaron rodilla al piso, intentando defender a sus compañeros.
La provocación fascista de la policía terminó en tragedia.
Los diarios burgueses hablaron de 12 muertos. Los sindicatos
y la prensa obrera calculó que fueron alrededor de 50 los
asesinados.
Cuando se difundió la noticia se desató la furia popular.
Varios grupos de trabajadores comenzaron a disparar a trenes,
grandes comercios, comisarías y a asaltar armerías. Esa
noche el presidente Yrigoyen dio una orden histórica y despiadada:
por primera vez el Ejército, a las órdenes del Gral. Dellepiane,
sería el que reprimirla al pueblo.
Durante la noche se produjeron decenas de enfrentamientos
contra la policía. Ya no como respuesta a la represión sino
con un alto espíritu ofensivo, llegando incluso a atacar
diversas comisarías: recuperar armas cortas y largas y liberar
detenidos.
La huelga general, con la FORA V y los grupos anarquistas
como vanguardia, había evolucionado en claras situaciones
insurreccionales, aunque se notaba la falta de un plan integral
y una estrategia clara y que posibilite la incorporación
de un número mayor de trabajadores al enfrentamiento. Durante
el día 10 la huelga se mantuvo total y continuaron los enfrentamientos
y la generalización de barricadas. Pero dos elementos se
incorporan a la dinámica de la lucha. Por un lado, el Gobierno
convocó y comenzó a negociar en secreto con la FORA IX (reformista)
el levantamiento de la huelga y presionó asimismo a Pedro
Vasena para que acepte algunas de las reivindicaciones obreras.
Por otro lado, se focalizó e intensificó la represión militar
contra la FORA anarquista. Quebrando la unidad y la moral
del pueblo.
En esos momentos es que hizo su aparición la Liga Patriótica.
En efecto, un grupo de "ciudadanos defensores del orden",
formado por militares, empresarios y "niños bien"
(de la burguesía nacional) de Recoleta, con la bendición
de la Iglesia, la vista gorda del gobierno y conducidos
por el político conservador Manuel Carlés y el almirante
Domeq, se reunieron en el Centro Naval y se armaron (facilitado
por la policía) para restablecer "la paz". Este
grupo terrorista y fascista se lanzó contra cuanto "judío
y maximalista" encontraban, golpearon, asesinaron o
entregaron a la policía a cientos de militantes y obreros,
quemaron locales y periódicos sindicales, saquearon e incendiaron
bibliotecas e imprentas.
En medio de la represión militar y derechista, la FORA IX
declaró el levantamiento de la huelga, quebrando la unidad
de acción práctica y callejera que se había formado entre
las dos centrales. El día 11, de todas maneras, la mayoría
de la base de la FORA IX no acató la consigna y no concurrió
a trabajar. Hasta el día 13 la FORA V mantuvo la huelga
bajo condiciones sumamente angustiantes y en medio de la
feroz represión militar y fascista. Con el Consejo Federal,
casi todo el Comité de Huelga hubo más de 20.000 personas
detenidas durante los días 10, 11 y 12, la moral combativa
y unitaria seriamente dañadas sucumbía con los más de 500
luchadores asesinados. Será una derrota táctica significativa,
pero con grandes enseñanzas estratégicas de experiencia
y acumulación popular.
Epílogo
de la Semana Trágica
En los
siguientes fragmentos, extractados de La Protesta, voz oficial
de la FORA del Vº Congreso, los anarquistas hacían un llamamiento
a la revolución violenta, catalogaban como revolucionaria
el accionar obrera durante la Semana Trágica, y se burlaban
de los parlamentarios socialistas. El primer fragmento fue
publicado el día 8 de enero de 1919. El segundo fragmento
lo fue el 21 de enero.
Y cerramos
esta crónica haciendo un llamado a todas las organizaciones
obreras de la ciudad. Sin falta, trabajadores, vengad este
crimen. Dinamita hace falta ahora más que nunca. Esto no
puede morir en silencio. ¡ No, y mil veces ¡ ¡ No ¡, el
pueblo no ha de dejarse matar como mansa bestia. Incendiad,
destruid sin miramientos, obreros. ¡ Vengaos, hermanos ¡
frente al crimen de la justicia histórica, la violencia
del pueblo como única e inmediata consecuencia y solución.
"¿Dónde,
pues, estaban los socialistas ? En la Cámara, unos llorando
un mea culpa vergonzoso de puro miedo (...), otros escribiendo
disculpas lamentables (...).Los últimos acontecimientos
revolucionarios que conmovieron a esta tranquila y confiada
ciudad nos han demostrado dos cosas: que el socialismo es
simplemente un partido de oposición con propósitos de gobierno,
enemigo de todo acto que signifique una subversión de órdenes
sociales y que sus dirigentes no tienen la capacidad revolucionaria
y la valentía suficientes para encarar decididamente una
situación de fuerza, orientando al pueblo hacia la revolución
Cualquiera
sabe (...) que los socialistas y sindicalistas negaron su
concurso a la huelga general, tratando de eludir responsabilidades,
mientras la FORA del Vº [reafirmaba] el movimiento
y [asumía] la actitud que correspondía en esos momentos
a todo revolucionario. La defección sindicosocialistas provocó
la reacción burguesa estatal
La semana de enero de 1919 se adscribe dentro de las grandes
gestas y luchas del movimiento obrero y popular en nuestro
país. Como la lucha por las ocho horas, la semana roja,
la huelga de los inquilinos en 1907, las luchas por los
presos políticos como Radowitzky, la Patagonia Trágica,
la Forestal, la huelga del ´36, la ferroviaria y la de los
obreros de la carne en los años cuarenta, la resistencia
peronista, la toma de fábricas durante el gobierno de lIIia,
la lucha contra el plan Conintes durante Frondizi, el Cordobazo,
Rosariazo, Viborazo y todos esos hermosos y combativos "azos"
durante la década del 60 y 70, Villa Constitución, SITRAC-SITRAM,
la resistencia contra el Pacto Social y el Rodrigazo en
el 74-75, las huelgas contra la dictadura genocida, los
paros generales del 79 y 82, las tomas de los supermercados
y la huelga de Ford ya durante el gobierno de Alfonsín,
la resistencia a las privatizaciones menemistas y neoliberales,
el Santiagazo, los piqueteros, Tartagal, Cutral Có, los
cortes de ruta y las cientos y cientos de pequeñas y grandes
luchas de nuestro Pueblo.
En la Semana Trágica se presentan características y circunstancias
inéditas hasta ese momento en las luchas de clases en nuestro
país. Por primera vez una huelga general evoluciona en un
intento de insurrección popular que por momentos se torna
ofensiva, con muchos ribetes de guerrilla urbana: rudimentaria,
poco preparada y pecando de espontaneísta y de la falta
de un claro plan de acción, pero con una numerosa participación
y consenso popular, pasando de un conflicto reivindicativo
a consignas y acciones de forma y fondo, claramente anticapitalistas
y antiburguesas.
También por primera vez el Ejército, con el agravante de
estar bajo un gobierno democrático, reprime manifestaciones
obreras, y da comienzo a una historia de represión popular
e intervención en la vida política argentina, donde sus
cañones y fusiles apuntaran indefectiblemente contra las
masas populares y en defensa de intereses oligárquicos y
pueriles.
Y como otra novedad, encontramos la aparición de una banda
terrorista de derecha (la Liga Patriótica) dedicada a perseguir
y asesinar, como auxiliar de las fuerzas de seguridad, a
la militancia de izquierda, obrera y popular. Será un negro
anticipo de la Legión Cívica en los años 30 y, ya en los
70, de la Triple A de López Rega y el Comisario Víllar,
de los Comandos Libertadores de América en Córdoba y de
los grupos de tareas durante la represión de la dictadura[9].
LOS
REBELDES DELA PATAGONIA
El Drama Patagónico
Desde 1917, con grandes huelgas como la de los obreros ferroviarios,
de la carne, azucareros tucumanos, etc., un nuevo período
de auge sacude a la Argentina. Esta oleada de luchas obreras
alcanza su pico más alto en la segunda semana de enero de
1919. La lucha por salario, condiciones y tiempo de trabajo
de los 800 obreros de los Talleres Vasena es reprimida violentamente
por la policía, dejando un saldo de 4 muertos y 30 heridos.
Esta represión pone en pie a los trabajadores y el pueblo
de Buenos Aires y Avellaneda.
El gobierno de Yrigoyen reprime sangrientamente la sublevación
popular. El ejército entra en la ciudad; se arman grupos
civiles de la oligarquía que asaltan locales e imprentas
obreras y realizan verdaderas "razzias" en los
barrios obreros con un saldo de entre 800 y 1.500 muertos
-según las fuentes diplomáticas de la época- y más de 4.000
heridos, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Genocidio
sólo comparable a los de Rosas y Roca contra los indios,
que pasará a la historia oficial con el nombre de Semana
Trágica. |